¿Cómo un secuestro 'le salvó la vida' a Juan Manuel Fangio?

"Disculpe Juan, me va a tener que acompañar", fueron las palabras que uno de los secuestradores le dirigió a Juan Manuel Fangio, pentacampeón de la Fórmula 1 al momento de privarle de su libertad. Un secuestro poco usual por la "gentileza" con la cual se llevó a cabo, sumado al hecho de que en palabras del mismo piloto, bien "le pudo haber salvado la vida".

El secuestro que le salvo la vida a Fangio

Manuel Uziel, un miembro del movimiento revolucionario de Cuba, 26 de julio, colocó una pistola en la espalda de Fangio para persuadirlo. Sir Stirling Moss y otros mecánicos de la F1 fueron testigos de aquella escena y de acuerdo al mismo Moss, fue el Maestro quien accedió a ir con los secuestradores con un simple: "vamos".

Durante el Gran Premio de Cuba, mismo que no formaba parte del Campeonato mundial de F1, "estaba diseñado" para que el dictador Fulgencio Batista pudiera hacerse de una fotografía con fines de propaganda política al entregarle la copa a Fangio. Lo cual le funcionó en 1957, sin embargo, para el año siguiente la historia fue totalmente diferente.

Juan Manuel Fangio relató que lo primero que hicieron los secuestradores fue pedirle disculpas y asegurarle que no era "nada personal". Sino que el motivo de su secuestro era para ir en contra de Batista. "Si es por una buena causa, no tengo problema por estar aquí", declaró Fangio a los miembros de la resistencia.

Dicho secuestro "le salvó la vida" al piloto de Fórmula 1, pues durante el Gran Premio de Cuba, algún automóvil comenzó a perder aceite y dejar la pista sumamente resbalosa. Armando García, de Ferrari perdió el control de su monoplaza y chocó contra una zona donde se encontraban cientos de espectadores. Seis personas perdieron la vida y más de 40 fueron heridas.

"Hubiera podido estar en ese choque, así que mis secuestradores me pudieron haber salvado la vida", declaró Fangio. Del mismo modo, posteriormente se detectó una falla en el Maserati 450 que hubiera usado en la carrera. Las suspensiones tenían un desequilibrio de cinco centímetros, condiciones que podrían haber sido letales en caso de un accidente.