Alejandra Orozco, lista para sus últimos Juegos Olímpicos: 'Quiero decir que lo di todo'

De cara a sus últimos Juegos Olímpicos, Alejandra Orozco reflexiona sobre la inocencia de su medalla en Londres, la dureza de Río y el resurgir en Tokio.

Alejandra Orozco, abanderada de México en París 2024 (Santiago Chaparro)

Todo ciclo tiene su inicio y final. Para Alejandra Orozco, la aventura de los clavados comenzó a los nueve años, cuando se interesó en esta disciplina y le entregó su vida desde esos primeros saltos hasta su compromiso total a los 15 años, cuando entró al alto rendimiento. Y su conclusión será este verano, cuando dispute sus cuartos Juegos Olímpicos en París 2024, como abanderada y con la posibilidad de unirse a otros históricos como Joaquín Capilla y María del Rosario Espinoza como los únicos mexicanos en conseguir medallas en tres ediciones diferentes.

“Ha sido un camino muy interesante, de muchas altas y bajas, una montaña rusa, pero una historia también que valoro y que agradezco”, rememora Ale en entrevista con MILENIO-La Afición.
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Nadie sabe cómo terminará su historia en Francia. La clavadista sabe que nada está escrito, por lo que tendrá el enfoque para competir y de ahí concentrarse en hacer ajustes en su vida. 

“Los clavados me han dado muchas herramientas para el deporte y para mi vida personal, trabajé mucho para París, con mucho respaldo para hacer una gran competencia, que sea un gran ciclo, unos grandes Juegos Olímpicos y también para hacer un cierre de proceso de muchas cosas”.

Londres y Río: la gloria y el aprendizaje

Son casi 20 años los que Orozco le ha dedicado a los clavados. Han sido, de forma inevitable y de orgullo, una parte fundamental de su vida. Y todo aprendizaje es válido para ella: “En algún momento decimos que ganamos o que perdemos, pero en realidad no perdemos, sino que aprendemos de esos momentos. Creo que no existe una derrota como tal, sino que hay que saber sacarle provecho a esa situación y utilizarla a nuestro favor para el futuro”.

Todavía recuerda con felicidad su participación en Londres 2012, cuando tenía 15 años y logró junto a Paola Espinosa la medalla de plata en los sincronizados desde la plataforma.

Se consideraba aún una niña, por lo que no dimensionó lo que vivía en esos momentos. “Creo que Londres 2012 tiene mucho sabor a esa inocencia deportiva, a ese momento de niña que tiene un hambre de crecer, de aprender, de comerse el mundo para seguir cumpliendo sus sueños”, reflexionó.

Todavía en los primeros años de su juventud, llegó a Río 2016 con las miradas de un público que esperaba que repitiera la gloria del Reino Unido. Repitió dupla con Paola, pero acabaron en el sexto lugar, un momento bastante duro en su vida. 

“La adolescencia fue un proceso muy interesante, al ser un largo camino en el que de alguna manera tuve ese peso de la responsabilidad de una medalla olímpica, llegar a unos segundos Juegos Olímpicos que no se dieron de la manera que hubiera querido y vinieron muchos cambios, mucho aprendizaje”.


Tokio: éxito en la adversidad

Pero nadie imaginó lo que iba a suceder en 2020. La pandemia obligó la suspensión de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 y éstos se celebraron hasta un año después, con una narrativa completamente diferente a la esperada. Fue un proceso diferente para todos, pero Alejandra se concentró en trabajar con Gabriela Agúndez, su nueva compañera para la plataforma, así como su equipo disciplinario, los entrenadores y todos los aspectos mentales para fortalecerse: “Luchamos juntos ante la adversidad y jamás me sentí sola, me sentí más respaldada que nunca”.

La experiencia en Japón le dio lecciones importantes: hay cosas que no se pueden controlar. Competir en esas fosas sin público fue algo atípico, pero también significó una oportunidad de dejar atrás lo que pasó cinco años atrás en Río.

“Conseguir esa otra medalla fue un momento de realización y de saber que los objetivos se cumplen, que no hay que quitar el dedo del renglón y que tarde o temprano se lucha. Valoré mucho el poder estar ahí y agradecí el estar en unos Juegos Olímpicos cuando la situación era tan complicada”, dijo.

París: el regreso al status quo

El mundo de 2024 se parece más al que existía antes de la pandemia. El público volverá a presenciar las competencias y serán miles de mexicanos los que podrán alentarla a ella y a la delegación que nos representará.

“Ahora que voy por los cuartos juegos es otro proceso, siento que París va a volver a regresar esa esencia de la fiesta deportiva que es ver los estadios llenos, ver a la gente emocionada, porque al final eso es lo que contagia el deporte y eso es lo que da el deporte: mucha inspiración para creer que todos somos capaces de cumplir lo que nos proponemos”.

Alejandra no es alguien que le guste crearse expectativas complejas antes de competir, pero sí tiene una idea de cómo podría ser el cierre ideal a su etapa como olímpica y atleta de alto rendimiento.

“Creo que un escenario para mí sería terminar mi último clavado y sentirme con una satisfacción de haberlo dado todo. Yo sé que cada atleta siempre va a darlo todo. Nuestra mentalidad y corazón es dar lo mejor, representar con orgullo y por supuesto que buscamos esa medalla y ese resultado... es la sensación que quiero tener, poder decir: ‘lo di todo, hice lo mejor de mí, trabajé, luché, intenté’, y luego ver el tablero y ver qué pasa, si hay una medalla o no, pero que no quede en mí”.

La inspiración

Con todo lo vivido, Alejandra sabe bien que el éxito y las caídas van de la mano. Estos años y procesos le han mostrado los dos lados de la moneda, pero en lo que a los fallos se refiere, sabe que es pasajero y que saldrá adelante, pero sin reprimirse.

Por eso, cada vez que se sube a la plataforma, piensa que no es solo ella, sino que hay mucha gente que está detrás de ella y que la han respaldado para que ella esté en ese momento, siendo sus familiares, amigos, equipo multidisciplinario y entrenadores en quienes piensa para dar su mejor actuación.

“Son las personas las que se han subido a nuestro barco para apoyarnos y confiar en nuestro sueño, porque al final es apostarle a un sueño, es apostarle a un resultado y a una meta. Ellos han creído, han confiado y nos han estado impulsando; es para los que se han subido al barco. Me gusta pensar en todas las personas que me han dado algo o han dejado un granito de arena en mi carrera, porque sin ellos antes, durante o en el mañana no estaría aquí”, precisó.

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