Humberto Mariles y Arete, la dupla que se bañó en oro y tuvo una desenlace trágico

El jinete y su caballo dieron sus primeras medallas de oro a México en los Olímpicos de Londres 1948, pero años después todo dio un giro inesperado.

Mariles y Arete, el primer oro de México en unos Olímpicos. (Foto: MT)

La historia del Teniente Coronel, Humberto Mariles Cortés, y su noble caballo, Arete, bien podría ser el guión de una novela por su inicio, trama y desenlace, pero bien dicen que la realidad supera la ficción y el caso de esta dupla así lo deja patente: pasaron de dar a México sus dos primeras medallas de oro en unos Juegos Olímpicos a tener un desenlace fatal.

El logro olímpico

Nació en el municipio de Colotlán en el estado de Jalisco sin visibilidad del ojo izquierdo por un mal congénito. De color alazán tostado, brilloso y descrito con porte señorial, Arete fue un caballo, que pese a su condición, escribió su nombre en la historia del olimpismo mexicano, ganando junto a su jinete el Teniente Coronel, Humberto Mariles Cortés, las dos primeras medallas de oro para México en unos Juegos Olímpicos, puntualmente en Londres 1948, donde también se apuntaron una presea de bronce.

Pero la historia completa de Arete y Mariles no fue de color de rosa, pues el militar tuvo que sortear varios obstáculos para poder usar a su caballo. Uno de esos obstáculos fue el propio presidente Miguel Alemán Valdez, quien meses antes de los Olímpicos prohibió a Mariles llevar a Arete a la competición. El mandatario predecía una catástrofe debido a la ceguera del animal.

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Humberto desobedeció la orden y montó a Arete en el avión rumbo a Europa. Antes de Londres, hicieron una parada en Roma, donde triunfaron en el Concorso Ippico Internazionale ante los ojos del Papa Pío XII, quien al igual que los presentes, quedó maravillado con la actuación del caballo y su jinete. Esa presentación provocó que los medios y expertos en la disciplina pusieran a la pareja mexicana como candidata al podio en los Juegos Olímpicos.

Reportes señalan que Mariles metió de “contrabando” a Arete en la cuadrilla de caballos que compitieron en Londres, utilizándolo para ganar primero la medalla de oro en salto individual y después la presea dorada en salto por equipos. El evento no pudo tener un mejor marco, pues se utilizó la cancha del mítico Estadio Wembley construido en 1923, para las competencias.

Antes de 1948, las delegaciones mexicanas habían ganado solo seis preseas: tres de bronce y dos de plata. Las de Mariles y Arete fueron las primeras de oro para México, y hasta ahora, ningún atleta ha podido repetir esa hazaña, hazaña que estuvo precedida de una desobediencia al presidente y del amor a primera vista con su caballo, ya que Humberto compró a Arete en el Club Hípico Francés, apenas unos meses antes de la justa olímpica.

Arete y su muerte inesperada

Tras el éxito obtenido en los Juegos Olímpicos de Londres 1948, todo apuntaba a que el hermoso caballo y su jinete tenían un futuro promisorio, pero todo cambió en febrero de 1952, cuando el corcel recibió un fuerte golpe por parte del Cordobés, un caballo de origen argentino con el que jugaba.

El impacto afectó la clavícula del caballo mexicano y sólo fue el inicio de una serie de operaciones a las que tuvo que ser sometido, pero lamentablemente la salud del animal se vio mermada.

Tras no tener éxito y ver cómo Arete seguía deteriorando, los veterinarios tomaron la dura decisión de sacrificarlo en ese mismo año de 1952. Se dice que sus cenizas fueron depositadas en el jardín del Centro Deportivo Olímpico Mexicano con honores.

Mariles y su trágico final

Con lo conseguido en Londres 1948, todo apuntaba a que Humberto Mariles tendría una vida tranquila al convertirse en una persona ejemplar para todos los mexicanos; sin embargo, 16 años después de su logro su vida dio un giro inesperado.

Un altercado vehicular con otro ciudadano sobre avenida Periférico terminó con un arranque de ira, debido a que el medallista olímpico se vio envuelto en una trifulca en la cual desenfundó su arma y disparó en contra de un hombre llamado Jesús Velázquez Méndez.

El exmilitar enfrentó su responsabilidad y llevó al hospital a la persona que había herido. En primer instancia parecía que Jesús Velázquez se recuperaría pronto, pero sólo ocho días después murió y condenó a la cárcel al campeón olímpico por “delito de homicidio simple intencional”.

La condena era por 10 años, pero tras una serie de apelaciones de sus abogados el exmilitar logró salir de la penitenciaría de Lecumberri en siete, ya que fue liberado en julio de 1971.

Su buena relación con políticos de alto rango le permitieron al exgeneral retomar la vida laboral, como funcionario del Consejo Nacional de Turismo, en el gobierno del presidente Luis Echeverría.

Sin embargo, a finales del año 1972 recibió una encomienda que lo llevó a París, sin saber que ahí encontraría un desenlace fatal. La misión era adquirir para el gobierno mexicano una flotilla de caballos, pero en su intento, según relatan distintos medios, recibió una maleta que debía contener la documentación de los animales.

Pero la realidad fue otra, ya que la famosa maleta solo contenía 60 kilos de heroína, hecho que le costó a Humberto Mariles ser detenido en París y llevado tras las rejas.

El medallista olímpico se encontró desahuciado y un día amaneció muerto en una de las celdas de la cárcel municipal de La Santé. Lo llamativo fue que su deceso se dio previo a la cita que tenía para brindar su declaración en el Palacio de Justicia francés.

La muerte del exmilitar fue todo un misterio ya que las autoridades francesas determinaron que falleció por un edema pulmonar, situación que la familia de Mariles nunca creyó, sobre todo porque siempre defendió su inocencia y negó que estuviera relacionado con el crimen organizado.



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