Los Ángeles, la ciudad que la NFL ‘olvidó’ por 29 años tras Michael Jackson

Han pasado casi tres décadas del último Super Bowl jugado en Los Ángeles y su zona conurbada; fue en 1993 con un show de medio tiempo inolvidable.

La ciudad angelina, lista para recibir de nuevo el Super Bowl | Reuters

Quién diría que una ciudad tan grande como Los Ángeles, que tiene dos de las franquicias deportivas más importantes de Estados Unidos como Dodgers y Lakers, tiene prácticamente nula historia ganadora en la NFL. Tan vacío es su pasado en el futbol americano profesional que de todos los equipos que han tenido por sede L.A. solamente hay un título de Super Bowl, el de los Raiders en el lejanísimo 1984.

A ese pobre historial sumemos que, por años, la NFL se “olvidó” de Los Ángeles y no solamente en franquicias (Rams y Chargers regresaron a esa ciudad en el 2016 tras ser de St. Louis y San Diego, respectivamente), también los ignoraron como sede del Super Bowl.

Tuvieron que pasar 29 años para que esta ciudad viva el evento deportivo más importante del país, aunque para su “mala fortuna” lo hace con unos Cincinnati Bengals que son de los equipos menos populares y con sus Rams, que en realidad son vistos como “arrimados” por la falta de arraigo. Aunque eso seguramente saldrá volando por la ventana con la patada de salida.

El último Super Bowl en Los Ángeles y un show inolvidable

Viajemos en el tiempo a 1993 al Rose Bowl de Pasadena. El 31 de enero de dicho año se enfrentaron los Buffalo Bills -que pasarían a la historia como los eternos perdedores al caer en cuatro ediciones consecutivas del Gran Domingo- contra los Dallas Cowboys. Sí, cuando los texanos tenían un equipazo con Troy Aikman, Emmitt Smith y Michael Irvin que sí lograban títulos.

Esa fue la última vez que la llamada gran área conurbada de Los Ángeles fue sede del Super Bowl, con una paliza memorable de los Cowboys 52-17 a los Bills. Dallas fue una aplanadora y eso que Aikman utilizó los lentes de contacto de forma errónea durante la primera mitad del partido, una anécdota contada por el propio exmariscal para decir que “la paliza pudo ser mayor”.

Ese sería el primer título de los tres que los Cowboys lograrían en cuatro años, pero lo que marcó a aquel Super Tazón fue el inolvidable show de medio tiempo de Michael Jackson, quien finalmente dio su brazo a torcer (a cambio de muchos millones de dólares) tras rechazar en repetidas ocasiones las ofertas de la NFL para presentarse.

En cada rincón del estadio, por encima de las pantallas, emergían varios “yo” del Rey del Pop. Su figura inmóvil en el escenario recibiendo la ovación de casi 100 mil aficionados en el Rose Bowl es una imagen que perdura hasta la fecha. En cuanto el primer acorde sonó, Estados Unidos y el mundo atestiguaron algo histórico porque el breve concierto de Michael Jackson tuvo mayor audiencia televisiva que el propio partido.

Desde entonces el show de medio tiempo jamás volvió a ser lo mismo. Artistas de primera línea como Paul McCartney, Prince, The Rolling Stones y U2 han encontrado en la NFL un aliado para dejar momentos épicos sin tener que portar un casco. Eso es lo que intentarán hacer Eminem, Dr. Dre, Snoop Dpogg, Mary J Blige y Kendrick Lamar este 2022, los encargados de asombrar al mundo en el regreso del Super Bowl a Los Ángeles tras 29 años en el olvido.

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