St. Pauli, el equipo punk del pueblo, asciende a la Bundesliga
El conjunto de Hamburgo vuelve a la Primera División luego de 13 años
En los últimos trece años, el fútbol alemán ha estado marcado por varios acontecimientos: desde la última Bundesliga del vertiginoso Borussia Dortmund de Klopp, pasando por la despiadada hegemonía del Bayern Múnich con once campeonatos consecutivos, siguiendo por el descenso del infalible Hamburgo, hasta acabar con el fresco y redentor Bayer Leverkusen de Xabi Alonso.
Todo ello, culminado con la cuarta estrella que la Selección se bordó al pecho en Brasil en 2014.
Sin embargo, en esta casi década y media, uno de los fenómenos culturales más auténticos del país germano que más ha brillado por su ausencia en la primera línea futbolística es el St. Pauli.
El club hamburgués, todo un símbolo del arraigo popular en los tiempos de la ultraglobalización y el negocio millonario como pilares del conocido como futbol moderno, retorna a la Bundesliga.
Este domingo el St. Pauli, con una victoria por 1-2 a domicilio ante el Wiesbaden, se aseguró el primer lugar de la segunda Bundesliga aunque ya el triunfo del pasado domingo en el icónico Millerntor-Stadion frente al Osnabrück había certificado el ascenso.
Será la primera vez que el club del barrio homónimo de Hamburgo esté en una división superior en el futbol alemán que el principal club de la ciudad-estado, el HS Hamburgo, que alberga una Copa de Europa en su histórico palmarés.
Pero, a pesar de esa pequeña satisfacción, la singularidad del San Pauli poco o nada tiene que ver con el mero resultadismo. Si por algo destaca este pintoresco club es por sus reconocidos valores y su fanática hinchada.
La institución cuenta con una carta de quince principios fundamentales, los llamados 'Leitlinien', sobre los designios sociales por los que se debe regir el club, así como la idiosincrasia que debe proyectar.
Entre ellos se incluyen "la responsabilidad social" -con la que deben estar de acuerdo patrocinadores y socios comerciales-, su definición como "club arraigado en un distrito de la ciudad", la difusión de "una forma de vida" como "símbolo de autenticidad deportiva", la promoción de "la tolerancia y el respeto" o su consideración como club polideportivo -dispone de catorce secciones deportivas además del equipo de futbol.
Y si reconocidos son los rasgos del club, también lo son los de sus aficionados. Su hinchada, de convicción progresista y bandera pirata en alto -no en vano reciben el apelativo de 'Freibeuter der Liga' (Piratas de la Liga)-, forma parte inherente a esa cosmovisión.
Se definen como antifascistas, antirracistas, antihomófobos y antisexistas; se involucran en las causas sociales del distrito -barrio rojo de la ciudad-; pueblan asiduamente y con fervor las gradas del Millerntor-Stadion y están hermanados con las aficiones del Celtic de Glasgow y del Babelsberg 03, de la cuarta división alemana. Con este último, mantiene la tradición de disputar un partido amistoso al año como refuerzo de esos lazos de fraternidad.
Y es que, también inmortalizado en los principios del San Pauli, y pensando en sus devotos, está la iniciativa de que el club "presionará a los respectivos órganos rectores para la programación temprana de los partidos y horarios de inicio amigables para los aficionados".
Una filosofía con la que atrae cada vez a más simpatizantes. El último de sus "fichajes" es nada menos que el excampeón del mundo de ajedrez Magnus Carlsen, que se integrará en la sección del popular juego.
"Estoy feliz de ser parte de la marca más cool de Alemania", ha afirmado el noruego. Un pirata más en esa tripulación que vuelve para surcar los mares de la Bundesliga en su perpetua reivindicación de unos valores que apenas casan con el actual negocio del futbol, pero que tienen conquistada para siempre a una afición.