Alemania 2006: Golazo que borró la ilusión del quinto partido

La Selección Nacional de México, dirigida por Ricardo Antonio La Volpe, llegó a Octavos de Final como segundo del Grupo D y el desenlace no varió.

Maxi Rodríguez clavó un tanto inolvidable para sacar a México del Mundial. (Mexsport)

En un torneo en el que la Selección Nacional de México fue de más a menos en la Fase de Grupos y en la que parecía que en los Octavos de Final daría la sorpresa, se presentó uno de los goles más hermosos de las Copas del Mundo; y entonces ahí se borró la ilusión del quinto partido para el Tricolor.

México se enfrentaba a Argentina, favorita, pero no tan lejana –futbolísticamente hablando- de México; el Tricolor era dirigido por Ricardo Antonio La Volpe; se avanzó de la Fase de Grupos clasificando como segundo del Grupo D, por debajo de Portugal, y luego de firmar un triunfo, un empate y una derrota.


Argentina, dirigida por José Néstor Pekerman y en el primer Mundial de Lionel Messi, llegó como primero del Grupo C, con un equipo en el que entonces brillaban jugadores como Hernán Crespo, Esteban Cambiasso, Javier Mascherano y Juan Román Riquelme.

Así fue el partido 

El partido inició y México dominó la primera mitad, yéndose al frente del marcador apenas al minuto 6 con un gol del capitán Rafael Márquez; aunque había sido dominado, el cuadro Albiceleste encontró rápido el tanto del empate, obra de Hernán Crespo en un tiro de esquina al minuto 10.

México mostró personalidad y en más de una ocasión generó peligro en la portería de Argentina, situación que aumentó la ilusión por avanzar a la siguiente ronda; sin embargo, no pudo hacer el gol de la diferencia y el partido se extendió hasta los tiempos extra.


Ahí, y apenas tres minutos después de iniciado el alargue, Maxi Rodríguez recuperó una pelota en su propia cancha, la tocó para Lionel Scaloni -hoy el técnico -, quien dio un pase a Lionel Messi; el 10 se quitó a un par de rivales y abrió a la banda contraria para Juan Pablo Sorín.

Ese tiempo lo aprovechó Maxi para irse al frente y, sobre el borde el área, recibir de Sorín un centro largo; sin marcación, Rodríguez mató de pecho el balón y sin dejarlo caer sacó un zurdazo potente, colocado, estético, preciso, imparable y mortal, fue una parábola que se hizo infinita que solo pudo acabar en la red mexicana.

Oswaldo Sánchez se había estirado a su máximo y nada pudo hacer; fue el 2-1 al minuto 98. El golpe fue letal.



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