'Abuelita Tricolor' La niña que superó el 'Maracanazo' hoy es simbólica fan de Brasil

Conocida como "Abuelita tricolor", es la hincha más emblemática del club Fluminense y acude con frecuencia al Maracaná.

María de Lourdes Silva tenía 8 años cuando fue testigo directo del ‘Maracanazo’ / Foto: EFE

María de Lourdes Silva tenía 8 años cuando fue testigo directo del ‘Maracanazo’, la mayor tragedia del fútbol brasileño y que este jueves cumplirá 70 años.

A pesar de la "enorme tristeza" que le produjo ese aciago día, María de Lourdes consiguió superarlo hasta convertirse en una de las aficionadas más famosas de Brasil.

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Conocida como 'Vovo tricolor' ("Abuelita tricolor"), hoy en día es la hincha más emblemática del club Fluminense y acude con frecuencia al Maracaná, considerado el mayor templo del fútbol brasileño.

Lourdes, una abuela de 78 años, relató en entrevista con Efe que la final del Mundial de 1950, en la que Uruguay derrotó por 1-2 a Brasil y enmudeció a un Maracaná repleto con 200.000 hinchas, era el primer partido al que acudía en su vida.

Pero la profunda decepción no la hizo alejarse del fútbol.

"Conocí el Maracaná en 1950 cuando asistí al partido entre Brasil y Uruguay. Un juego muy bonito, con la afición muy animada y, al final... Brasil perdió. Y el Maracaná quedó triste, quedó fúnebre, muy triste. Los brasileños animaron mucho pero la fiesta acabó", afirmó la aficionada que se ha hecho famosa por llevar al estadio gallos vivos que ha bautizado con los nombres de los mayores astros del Fluminense.

"Aquel día fue una tristeza total. Yo sólo vi a las personas llorando. Ay Dios mío. Fue una gran tristeza. Parecía que el Maracaná se hubiese desplomado. Fue una gran tristeza. Fue realmente muy triste. Todo el mundo con esperanza, gritando "Brasil, Brasil", y acabó en silencio total. Silencio total. Es la mayor tristeza que he tenido", agregó.

El 16 de julio de 1950, contra todo pronóstico, Uruguay venció a Brasil en la final del Mundial de ese año ante 200.000 hinchas casi que en su totalidad brasileños, un público nunca visto entonces en un partido de futbol, y en un estadio inaugurado un mes antes para el evento y que era un orgullo nacional por ser el mayor del mundo.

Brasil llegó como favorito tras haber conseguido dos victorias -contra una de los uruguayos- en el cuadrangular final, y luego de una campaña invicta con dos goleadas (7-2 sobre Suecia y 6-1 a España).

A Brasil le bastaba un empate para levantar la copa, por lo que tanto la prensa como el público festejaron por adelantado, con un carnaval fuera de época, el que sería primer Mundial brasileño.

Esa fiesta llegó a su auge cuando el brasileño Friaça abrió el marcador al comienzo del segundo tiempo. Pero nadie esperaba que Juan Alberto Schiaffino en el minuto 66 y Alcides Ghiggia a sólo 11 minutos del final consiguieran remontar, garantizarle el título a Uruguay y convertir a Barbosa, por un dudoso movimiento en el segundo tanto, en un portero maldito por el resto de su vida.

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