El último cumpleaños de Maradona: homenaje, dolor y una tristeza infinita
Este 30 de octubre, Diego Armando Maradona habría cumplido 61 años. Aún con el dolor de haber perdido recientemente al Pelusa, el mundo recuerda su onomástico.
Quienes vivieron los últimos días a lado de Diego Armando Maradona coinciden en señalar que la última noche que bebió alcohol fue la previa a su cumpleaños 60, en una pequeña fiesta donde estuvo acompañado por unas cuantas personas y en la que se habló más de la cotidianeidad que de temas relacionados al futbol. Hoy, el D10S del futbol hubiera cumplido 61 años.
Sumergido en ese oscuro vicio, pero ya no con las drogas que lo acompañaron desde que emigró a Napoli, Diego pasó la noche rememorando a las dos personas a las que más quiso en su vida, Doña Tota y Chitoro, como les decía a su mamá y papá, a lado de una fogata en la que preparaba comida para así tratar de olvidar los dolores que lo aquejaban.
Entonces ya no era esa persona con brillo que impactaba por donde pasaba e incluso, no falta quien apunta que sufría de un problema cognitivo, derivado del consumo de fármacos que le eran administrados para lidiar con los demonios que tenía en la cabeza. Ayudaba también el deterioro que sufrían sus piernas, las cuales ya no reaccionaban como cuando se sacudió a cuanto inglés se encontró sobre la cancha del Estadio Azteca en 1986.
Se trataba de horas en los que la familia solo pensaba en encontrar una forma para sacudirle ese mal ánimo que lo había hecho presa, muy especialmente por el encierro originado por la pandemia de covid-19.
Querían que recuperara las ganas de ser él, que se enamorara de nuevo de su futbol, algo en lo que trabajaron infructuosamente. De nada servía ponerle los videos de sus grandes jugadas en YouTube.
Con una resaca brutal a la cancha de Gimnasia
El único que pudo encender un poco la chispa fue Diego Fernando, quien se encargaría de apagar la vela de un pastel mundialista que llegó a la residencia de Brandsen ya el 30 de octubre, día de su cumpleaños, esto por la mañana. Nadie más lo hizo, ni siquiera la tumultuosa serenata que recibió de parte de los barristas de Gimnasia y Esgrima, club al que dirigía y con el que se había comprometido a estar hasta finales de 2021. Levantarse de la cama era casi una proeza.
A unos kilómetros de ese lugar, en el llamado estadio del Bosque, se alistaba una espectacular fiesta a la que Diego no quería asistir, pero a la cual fue motivado por sus cercanos, quienes con el paso de los días lamentarían su decisión. La idea era simple ir, recibir un rápido homenaje y volver a casa, esto entre temores de un virus que lucía peligroso.
Y mientras tanto, entre cornisas platicaban el neurocirujano Leopoldo Luque y Nicolás Taffarel, kinesiólogo, sobre la decisión de acudir al homenaje, teniendo claro que no tenía que hacerlo. Tiempo después esa charla saldría a la luz y la recuperaría el periódico La Nación. Así de estremecedor fue ese día.
Leopoldo Luque: “Decime que, aunque sea, puede hablar, boludo... ¿Puede hablar o no?”.
Taffarel: “¿Sabés cómo se fue (de la casa)? No podía ni caminar, un papelón. Sabes que la cagada se la manda Matías, Leo. En confianza… Lo fue a despertar a las 9 de la mañana, él con Víctor entraron a la pieza y lo quisieron despertar porque era el cumpleaños y se la re mandaron”.
Luque: “Qué boludos que son, cómo le van a alterar el sueño así”.
Taffarel: “Una bronca… la cara desencajada, perdido. Para colmo, fue Gianinna y otra vez lo vio mal, la mina se largó a llorar, un desastre. Matías vino, lo puso de putas a las 9 de la mañana… ‘¿por qué lo despertás?’ Es un pelotudo”.
Luque: “¿Y él quería ir? No lo tienen que llevar así, boludo”,
Taffarel: ¿Sabés qué pasa? Matías dijo ‘che, ¿está para llevarlo? El chabón no está bien...’”.
Luque: “Yo lo cancelo y le digo no va, punto".
Quería tener a todos sus hijos a su lado
Maradona sufría mucho con la depresión, pero ese 60 aniversario fue especialmente duro porque quería reunir a sus cinco hijos (Dalma, Jana, Giannina, Diego Fernando y Diego Armando Jr.), algo que no pudo hacer, esto mientras pensaba en Rocío Oliva, su último amor. No hubo nada que lo pusiera feliz, ni estar en una cancha donde fue atestado de muestras de cariño que llegaron de todo el mundo, de su Napoli querido, de su amigo Ronaldino hoy de otras tantas figuras más.
La vuelta a casa fue rápida y el resto del partido entre Gimnasia y Patronato lo vieron en la televisión, aunque era lo menos relevante para Diego, quien días después, sin haber celebrado como lo deseó, visitaría un hospital para realizarse un chequeo médico, el cual desencadenaría múltiples sucesos que llevarían a la muerte el día 25 de noviembre.