Columna de Miguel Gurwitz
La militarizada Copa América
Editorial Mediotiempo
Hemos llegado a Venezuela con ganas de ver futbol. Con la intención de ver a las selecciones nacionales en el torneo más añejo del mundo. Lo hacemos con muchas dudas sobre el rendimiento y los alcances del equipo mexicano. Es inevitable seguir pensando en lo hecho en Copa de Oro y trasladarlo al terreno de las dudas en el torneo continental.
México no llega como desde un principio imaginábamos lo haría al pisar tierra venezolana: el momento anímico no es el mejor, e independientemente de que se haya mejorado en el rendimiento colectivo, las ausencias para este certamen reducen las posibilidades de un buen futbol.
No quisiera ser pesimista, de hecho deseo lo que muchos deseamos: que México mejore, que sea autosuficiente, que muestre buen futbol y que gane. Sin embargo no encuentro los suficientes argumentos como para transportar todo esto al terreno de las realidades. En fin, ojalá me equivoque y Hugo Sánchez pueda comenzar a convencernos de su proyecto con la Selección Mexicana.
Sin embargo quería platicarles un poco de lo que nos ha recibido a nuestra llegada a la Copa América, y a eso voy, trataré de que usted se imagine a la perfección lo que sucede en esta tierra.
De gente amable pero no tan servicial como el mexicano. Y no es que se tenga la cultura de la autosuficiencia para ahorrar gasto de personal como sucede en Estados Unidos, no. Aquí la gente es de trato seco, no digo rudo ni agresivo, solamente seco. Sin embargo, como buen latino, es espontáneo y bueno para la fiesta.
Por donde quiera que vaya en la calle, escuchará pitidos de claxon que parece ser deporte nacional, esto combinado con el "reggaetón" que sale de las ventanas, producto del máximo alcance de las bocinas.
La belleza femenina es algo característico de este país. Mujeres, mujeres y más mujeres: altas, chaparritas, morenas, de cara bonita o de estupendo físico, y en muchas ocasiones, la combinación de ambas.
Sin embargo vayamos a la parte negativa, la que por momentos empaña lo que debería ser la fiesta más grande del continente: la presencia militar.
Derecha, izquierda, arriba o abajo. Están por todos lados. La guardia militar hace acto de presencia por todos los rincones que tengan que ver con la Copa América: Estadios, hoteles de concentración, canchas de entrenamiento, etc...
La parte negativa de esto no es su presencia, sino los exagerados dispositivos de seguridad y las formas de dirigirse hacia la gente. Por supuesto no pido militares que se desvivan por uno, no, eso no viene incluido en su contrato y es parte esencial de la milicia. Sin embargo un poco de educación no estaría mal.
Es imposible comunicarse con ellos, sus respuestas son sistemáticas: "si", "no", "hágase a un lado", "son órdenes", claro, todo esto con rifle o pistola en mano.
Por momentos interfieren con el trabajo de los medios de comunicación que intentan acercarse (dentro de lo permitido), a los jugadores. En cada entrevista hay un policía a menos de 10 centímetros de distancia del jugador.
PARA RIPLEY
En el hotel de Puerto La Cruz, sede de concentración del equipo mexicano y varios representantes de la prensa, se colocan más de 30 miembros de seguridad entre militares, policía estatal y personal contratado por el hotel, sin embargo, este inmenso dispositivo, no fue capaz de evitar el robo de una cámara de televisión. Les cuento: resulta que nuestro compañero Gustavo Mendoza de Fox Sports, bajó a desayunar hace un par de días. Tardó aproximadamente 30 minutos en volver al cuarto y cuando lo hizo ya no encontró su cámara. Había desaparecido como por arte de magia. Y como pasaba con Eugenio Derbéz: "nadie sabe, nadie supo".
En fin, esto es sólo un poco de lo que nos ha recibido en Venezuela, un país inquieto política, social, y económicamente hablando.
Ojalá que el futbol hable y sea lo suficientemente generoso y podamos hablar más de lo que sucede dentro de la cancha que fuera de ella.
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