América: La llegada de Ochoa a México fue una fiesta azulcrema
Las barras de América provocaron la locura en el Aeropuerto para recibir a Guillermo Ochoa
La llegada de Guillermo Ochoa a la Ciudad de México fue toda una fiesta para la afición del América dentro del aeropuerto internacional Benito Juárez, pues las diferentes barras del equipo y otros aficionados se dieron cita para recibirlo.
El vuelo que trajo a Memo desde la ciudad de Madrid llegó con una hora de anticipación, pero eso no provocó que no se acumulara la gente para recibirlo y cantarle al ídolo en el que se convirtió desde su primera etapa en las Águilas.
En cuanto las pantallas del aeropuerto anunciaron que el vuelo AM24 aterrizó en suelo azteca de inmediato la gente comenzó los cánticos en apoyo al portero “olé, olé, olé Memo, Memo” se escuchó a una sola voz llamando la atención de todos los usuarios.
El caos se hizo presente con el pasar de los minutos y que Ochoa no salía de las puertas de migración, y fue entonces que comenzaron los insultos y empujones entre barristas, policías y prensa.
La primera en salir fue su esposa, Karla Mora junto a sus tres hijos, incluso tuvieron que dejarle una maleta y una silla de bebé a los barristas para que las resguardaran en lo que salía el portero tapatío, quien estaba dentro con gente del club poniéndose la ropa de Club América.
Luego de más de 30 minutos de espera el ansiado momento llegó, Ochoa asomó el rostro por las puertas y entonces el caos volvió porque todos querían acercársele, unos para sus primeras impresiones como americanista y otros para la foto y hacerle sentir el cariño por su regreso a México tras ocho años de aventura por Europa.
El pasar de Ochoa Magaña fue en medio de la multitud, y entre los tropezones que provocó un trapo de la barra que en un inicio era para hacer un pasillo que por ahí saliera el ídolo americanista, pero solo quedó en una intención pues la gente poco respetó lo acordado con la policía.
Ochoa está en casa y la muestra del cariño fue la manera en la que algunos aficionados lo escoltaron hasta la calle, incluso cuando ya iba arriba de la camioneta que lo llevaría a su hogar al sur de la capital del país.