A 20 años de la batalla del 9 de mayo, cuando Rayados libró el descenso

El 9 de mayo de 1999, el Monterrey empató 1-1 con Puebla en el Tec, para eludir el infierno del descenso.

Francisco Javier "Abuelo" Cruz Jiménez. (Mexsport)

El domingo 9 de mayo de 1999, está grabado en la memoria de la afición de Rayados y también de los seguidores de Puebla, como la fecha en que ambos clubes se batieron en un duelo sin cuartel por la permanencia en la Primera División, lo cual logró finalmente el conjunto albiazul.

Producto de malos torneos anteriores, pésimos resultados y de una grave crisis financiera que tenían al equipo al borde de la quiebra e intervenido por la Secretaría de Administración Tributaria, el Monterrey salió a la cancha del Estadio Tecnológico impulsado por su fiel afición, que colmó las tribunas para alentarlos en la busca del triunfo.

Dirigidos por el paraguayo Carlos Jara Saguier, los Rayados sintieron el cobijo de su afición, quienes confiaban en que mantendrían la categoría que durante 39 años habían ostentado en el futbol mexicano, a pesar de ser un equipo que pocas veces lograba destacar y que solo tenía un título de Liga en 1986, en sus vitrinas.

Al Monterrey le bastaba con el empate para quedarse en Primera División, mientras que la Franja estaba obligada al triunfo si deseaba continuar en el máximo circuito, por lo que estaban más obligados a ir al frente.

Una tensión se respiraba en el ambiente y ninguno de los equipos daba tregua en la cancha, hasta que al 71’ el portero Omar Ortiz salió jugando por izquierda con Guillermo Chabrand, quien a su vez tocó hacia adelante para el Abuelo Cruz, quien acababa de ingresar de cambio, por lo que el veterano jugador desbordó por su costado y de reojo observó a Alvin Perez, quien cerró la pinza para el 1-0 , anotación con la que recinto estalló en júbilo.

Puebla cayó con la cara al sol, el cuadro camotero ahora necesitaba dos anotaciones para salvarse y no dejaron de luchar. Al 73’ los de la Angolópolis encontraron el 1-1, gracias a un gol de Gilberto Jiménez, pero los regiomontanos defendieron a sangre y fuego el empate hasta el silbatazo final, con el que se sentenció su salvación y la caída de Puebla a la división de ascenso.

Ese era el gozo y la máxima alegría de una afición que estaba acostumbrada al sufrimiento y a que los resultados deportivos positivos se dieran a cuentagotas. Ahora eran testigos de cómo el Monterrey evitaba el que hubiera sido el segundo descenso de su historia, después del de la temporada 1956-1957.

Cabe recordar que al final de la 1945-1946 la directiva decidió retirar la franquicia de la entonces llamada Liga Mayor, debido a su poca capacidad económica y al golpe fatal que representó el incendió del autobús que los transportaba a Guadalajara.



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