La vida de las barras, luego de dos años desde la desafiliación del Club Veracruz

Los Tiburones Rojos perdieron la categoría en diciembre del 2019, tras una votación de la Asamblea Extraordinaria de la FMF

La afición de Veracruz antes de la desafiliación del club. (FOTO: Imago7)

Una deuda ajena los dejó sin equipo el 5 de diciembre del 2019, cuando la Federación Mexicana de Futbol (FMF), anunció la desafiliación del Club Tiburones Rojos del Veracruz, propiedad del empresario Fidel Kuri Grajales, quien arrastraba problemas económicos y laborales con jugadores, entrenadores y personal administrativo.

De golpe, la desaparición del club jarocho, que cumple 79 años de historia este sábado 9 de abril, dejó huérfanos a sus aficionados y cambió la vida de sus seguidores más fieles, los integrantes de las barras, que debieron modificar su estilo de vida al no tener equipo al cual apoyar, dedicándole más tiempo a su familia y a su trabajo.

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Incluso, los instrumentos con los que le ponían color a las tribunas del estadio continúan resguardados, y ahora se sacan cuando son contratados para ambientar fiestas, “toquines” y campañas políticas.

La esperanza de ver a su equipo una vez más en el futbol mexicano no se pierde; al contrario, aumenta con cada rumor o noticia que se genera alrededor del tema, como el 24 de noviembre del 2021, cuando el Secretario de Finanzas y Administración del estado, José Luis Lima, aseguró que el gobierno local estaba trabajando para regresar el futbol al Veracruz.

Frente a una de las bardas que rodean el deteriorado Estadio Luis “Pirata” Fuente, inmueble que no se usa desde el 8 de noviembre, después de un juego Veracruz 0-5 América del Torneo Apertura 2019, mediotiempo platicó con cuatro barritas para conocer cómo ha cambiado su vida desde la desafiliación del cuadro del puerto.

Miguel Gómez (Imperio Rojiazul)

Desde niño le voy a los Tiburones Rojos. Mi hermano me traía al estadio. Era feo que Veracruz no tuviera grupo de animación, porque venían varios equipos que traían sus barras, como Toros Neza, San Luis y en el 2002 surge la barra Impacto Porteño y ahí me involucro en las barras.

Me ha cambiado drásticamente todo. El vivir de futbol, de Tiburones Rojos, porque ese era el tema día con día en la casa, el trabajo: defender, alentar y seguir al club. El cambio se vivió muy radical, porque en los juegos yo, por lo regular, faltaba al trabajo o pedía permiso y así me la llevaba, con una inestabilidad laboral, ahora que no está el equipo ya tengo una estabilidad laboral y hasta he ascendido en el trabajo. Soy pailero en el astillero de Veracruz.

Le dedico más tiempo a mi familia y a mi pareja. No poder venir acá es difícil, porque era nuestro modo de vida. Organizar a la gente, conseguir los boletos, traerlos a raya, ahora es diferente. Renunciar para venir a un juego. Hubo un tiempo que estaba trabajando en las plataformas y sentí gacho por perderme juego y busqué no seguir trabajando fuera.

Los instrumentos están resguardados en una casa. No hemos vendido nada ni pensamos venderlo, hemos adquirido instrumentos para cuando regresamos. Hacemos ensayos y toquines que nos contratan para amenizar una fiesta, campañas políticas, donde haya chance nosotros vamos.

Hortensio Rincón (Independientes)

Empecé en el 2002 siendo miembro de la barra Impacto Porteño y con mis amigos nos juntamos para hacer nuestra propia barra e hicimos Los Inadaptados y como el nombre era violento cambiamos a Independientes.

Estoy más metido en mi trabajo, ya no pido tantos permisos, ya no desatiendo a mis alumnos y paso más tiempo con la familia. Mi familia nunca me ha reprochado nada, no tomo, no fumo y no me drogo y como era mi único vicio me apoyaban.

Cuando me casé por el civil, hubieran visto la cara de mi ex suegra, cuando llegué con mi camisa del Tiburón a la boda. Ella se infartó, pero me casé con el equipo y me casé con su hija. Se siente una tristeza enorme, esta es nuestra segunda casa; llegas y la ves en las peores condiciones. Ahora la acción que hicimos, recolectamos entre los compañeros y resanamos una parte de nuestra casa. De puro material porque la mano de obra la pusimos nosotros, fueron unos 8 mil pesos.

Javier Calderón (Los Caballeros)

Inicié a los 16 años, soy el más chico de los líderes. Inicié desde el 2011 mi hermano me traía y me acuerdo que mi primer partido fue un Veracruz-América.

Regresamos a una vida normal. Cada fin de semana era salir de local o de visitante, porque veníamos en camión. El estar sin equipo de futbol ha sido como regresar a la realidad, regresamos al trabajo.

En nuestra barra hay licenciados, arquitectos, estudiantes; entonces, todos pedíamos días de descanso para ir a ver al equipo y ahora que no tenemos nos dedicamos más a la familia, al trabajo y esperando a que volvamos.

Me da un poco de pena decirlo: ¡me perdí el nacimiento de mi hija! Mi hija estaba naciendo y me fui al clásico contra el Puebla.

Todo se guarda con amor, las banderas son nuestro símbolo, los trapos no se pierden. Los tambores, bombos, trompetas, repiques, todo está ahí guardado para cuando regresamos a casa. Nos podemos deshacer de celulares, coches, pero lo que representa a mi club jamás.

Robinho (Barra 47)

Inicié desde 1999; un primo me trajo a un partido contra Correcaminos, cuando estábamos en la Primera División A; de ahí empecé a venir más seguido. Estuve escalando poco a poco, la barra que yo dirijo es desde el 2014 y aquí seguimos firmes.

Se siente raro no tener un equipo, cuando estás acostumbrado a venir cada semana o cada 15 días; es algo que, la verdad, nunca había sentido y la neta no se lo deseo a un aficionado. Estás tan acostumbrado a apoyar a tu equipo y de pronto lo quitan de la vida. Se siente feo.

Cuando se empezó a escuchar lo de la desafiliación pensé que era un susto para que Kuri le bajara de huevos, y no, era la realidad. La verdad es mucha nostalgia.

Estoy más dedicado a mi trabajo a comparación de antes, antes me valía madre y me dedicaba más al equipo; después me dijeron que el equipo no me iba a dejar nada y el trabajo sí y ahora lo comprendo. Estoy más dedicado a mi trabajo, a mi familia. Soy inspector de embarcaciones.

Pasé por aquí, volteamos y qué feo es ver mi estadio así, todo maltratado, en malas condiciones, es pésimo. Lo veo y siento feo ver mi estadio así.

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