PSG pone distancia en la cima de la Ligue 1; Mbappé y Asensio le dieron la victoria

Los de Luis Enrique sólo tuvieron un ligero descontrol en los minutos finales, sin que eso complicara el resultado.

PSG logró un sufrido triunfo. (Foto: AFP)

Cuando el Paris Saint-Germain sentía el partido ganado, por los goles de Kylian Mbappé y Marco Asensio en 48 minutos, un gol de Bakwa puso todo en duda para el líder, necesitado de dos paradas de Gianluigi Donnarumma antes y después para una victoria apurada en Strasbourg, con el susto final del fallido remate de Sylla, con un cabezazo tan solitario como decepcionante frente al cancerbero italiano.

Donnarumma asume un papel decisivo en esta temporada en el actual campeón de la 'Ligue 1'. Una vez, con 0-0, a los 39 segundos. Otra, recién encajado el 1-2, en el minuto 66. Junto a Mbappe, que alcanzó ya los 20 goles en la competición liguera, que suben a 29 en 28 encuentros entre todos los torneos. En su debe falló un penalti.

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Lo paró Alla Bellarouch. Pero el portero marroquí, debutante en la 'Ligue 1' a sus 22 años, pasó de la apoteosis de pararle una pena máxima al poderoso y admirado Mbappé, al minuto 6, a la desolación, al fiasco, de un despeje que interceptó Marco Asensio y transformó el goleador francés para abrir el marcador a la media hora. El gol más fácil para él. Sin oposición, a portería vacía.


Héroe al principio, villano después, mientras sus compañeros pedían el apoyo inmediato del público ante un error de tanta dimensión, cuando controló el balón al borde del área y falló en la salida que pretendía ante el oportunismo de Asensio, el 0-1 derribó la primera resistencia (no toda) del Strasbourg, que rebajó casi a la nada al PSG hasta entonces.

A los 39 segundos ya había intervenido Donnarumma. Su parada, entre el cuello y la cara, agigantado en el área pequeña frente al remate sin oposición de Sahi, cuando el gol era lo único predecible, fue la salvación del bloque de Luis Enrique, que ya había recibido también un cabezazo al minuto y 10 segundos. Una alarma. Lo desperezó de repente, alterado.

En una competición en la que sus individualidades son tan superiores, por extensión también su equipo, por más que muchas veces no lo demuestre con la visibilidad y las victorias que debe, el PSG no necesita apenas nada, ni siquiera un caudal aceptable de juego o de posesión, para generarse una oportunidad de la nada: un penalti al borde del minuto 4.

No pareció pena máxima. En su carrera, Kolo Muani se tiró al suelo claramente antes del contacto con Lucas Perrin. El árbitro, Ruddy Buquet, sostuvo su decisión. No lo revisó en el monitor. El lanzamiento de Mbappe no sólo lo adivinó Bellarouch, sino que lo repelió con una agilidad y una autoridad formidable, con la mano derecha, despejada directa a córner.

Un penalti parado en su debut contra Mbappe. Palabras mayores. Inolvidable. De no haber sido porque el destino, minutos después de un tiro al larguero de Diarra, lo dirigía al sentimiento completamente opuesto, cuando su pase a un compañero golpeó contra Asensio y quedó en las botas de Mbappé. Una fatalidad. A portería vacía, el PSG se adelantó en el marcador, sin demasiado mérito ofensivo, como si el nombre o la inercia le bastara.


El penalti y el gol fueron los únicos remates entre los tres palos del actual campeón y líder francés, invencible en sus últimos 17 partidos como visitante en este torneo (incluido el triunfo de este viernes), con la mejor racha a domicilio actual de las cinco grandes ligas europeas y sin una sola derrota en las 16 jornadas más recientes, desde el 2-3 del 15 de septiembre con el Niza. Hace cuatro meses. Pero también varias veces al límite del tropiezo.

Al minuto 48, todo pareció resuelto. Otro regalo del Estrasburgo. Se expuso tanto en el ataque que se olvidó de su defensa. Concedió un espacio y un contragolpe impropio de este nivel contra un equipo como el París Saint Germain, que aceptó la invitación al 0-2 con una acción trepidante: en un cuatro contra uno, Fabián abrió a la izquierda, Mbappe sirvió con el exterior del pie derecho, Asensio la pisó dentro del área y batió al portero con comodidad.

Con el 0-2, Luis Enrique reemplazó a Manuel Ugarte, quizá algo tocado de un golpe anterior, y dio recorrido a Vitinha, en un partido aparentemente solucionado, hasta que Bakwa aprovechó el desajuste parisino en su defensa, en el lado derecho de Carlos Soler, para remachar un centro perfecto de Angelo y reponer el debate acerca de la victoria. Quedaba aún mucho, más de 20 minutos. Instantes después, en la siguiente ocasión, Donnarumma reapareció definitivo, indispensable, como tantas veces lo ha sido en esta temporada.


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