Erling Haaland recibe el repudio de familiares de jugadores del Fluminense

Esposas de los jugadores afirmaron que el noruego se negó a atender las peticiones de autógrafos y fotos de los niños.

Erling Haaland fue criticado por no atender a los pequeños aficionados (EFE)

Erling Haaland ya es uno de los jugadores más odiados por la fanaticada del Fluminense o por lo menos las familias de los jugadores que acompañaron al equipo hasta Arabia Saudita para afrontar la Copa Mundial de Clubes.

Y es que durante las últimas horas, esposas de los jugadores han mostrado su descontento por la forma en que el jugador noruego hizo caso omiso a las peticiones de fotos o autógrafos de los hijos de los elementos del conjunto brasileño.

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El delantero no pudo ver acción en el primer compromiso del Manchester City por una lesión en el tobillo y probablemente tampoco pueda ver acción en el choque ante Fluminense. Pese a ello, el jugador hizo el viaje hasta Medio Oriente para apoyar a sus compañeros.

Haaland fue visto en uno de los centros comerciales de Jeddah, donde también paseaban familiares de los jugadores del 'Flu'.

Giovanna Costi, pareja del volante Ganso, comentó en redes sociales que el europeo se negó a atender las peticiones de los fanáticos, al mismo tiempo de que fue muy grosero en su trato con la gente.

"Fue horrible ¡Henrico está horrorizado! ¡Yo era un fan! Ahora ni siquiera quiere mencionar su nombre... Solo eran 6 niños, no podían acercarse, ni siquiera se despidió de lejos. Fingieron que no existían", comentó Costi.
"¡Los niños estaban muy tristes! ¿Cuáles son las posibilidades de encontrar un ídolo (antes de que eso suceda, verdad) como este? En la calle. No había nadie allí, el espacio vacío. ¡No tardaría más de 5 segundos! De todos modos. Incluso con dolor se aprende, ¿verdad? ¡Estos niños definitivamente sacarán algo bueno de hoy!”, añadió en uno de los comentarios que le hicieron los usuarios.

Karina Xavier, esposa de Samuel Xavier, fue otra de las que se mostró molesta por la falta de atención del noruego al ni siquiera voltear a darle un saludo a los pequeños.


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