Pilar Roldán, la primera mujer mexicana en ganar una medalla olímpica

La atleta demostró en México 68 que más vale una plata bien ganada que un oro regalado.

Pilar Roldán, al centro de la imagen, durante sus años como esgrimista olímpica.

Inspirada en el libro de Alejandro Dumas, “Los Tres Mosqueteros”, María del Pilar Roldán fue la primera mujer mexicana en conseguir una medalla olímpica, esto en la disciplina de esgrima en México 68.

Actualmente con 81 años de edad, esta atleta ha llevado el deporte en las venas durante toda su vida, pues es hija de los atletas Angel Roldán y María Tapia. El padre fue un ex tenista mexicano que participó en la Copa Davis de 1934 y su madre se coronó 3 veces en Juegos Centroamericanos en la misma disciplina.

Aunque la raqueta nunca se llevó bien con Pilar Roldán, encontraría en un regalo de parte de su padre, el libro “Los Tres Mosqueteros”, la inspiración necesaria para practicar esgrima. Es así como empezaría a colocarse una careta por primera vez a los 13 años de edad.

Fue entrenada por el italiano Eduardo Alajmo, de reconocida calidad a nivel mundial. Eduardo regresaba de los Juegos Olímpicos de Helsinki de 1952 y había decidido residir en México, donde aceptó convertirse en el profesor de María del Pilar, quien se especializó en florete.

En 1955, María con año y medio de entrenamiento, da el siguiente paso de su joven carrera. Compitió en los Juegos Panamericanos de 1955 con sólo 15 años. La joven esgrimista compartió esos Panamericanos con sus padres que participaban en tenis.

En Melbourne 1956 ya desfilaba representando a México. Se convirtió en la segunda mujer en representar al país en el esgrima olímpico, únicamente antecedida por Eugenia Escudero en Los Ángeles 1932. Melbourne destacó por incluir por primera vez marcadores electrónicos en esgrima que revolucionaron la disciplina por completo.

Su trayectoria olímpica fue brillando poco a poco. Terminó en décimo lugar en Melbourne 1956, mientras que en Roma 1960 fue la abanderada del equipo de atletas mexicanos en la inauguración y terminó en el séptimo lugar.

Pilar Roldán amarró su lugar para Tokio 1964 pero la mala administración del presidente del Comité Olímpico Mexicano, el General Clark Flores, derivó en que el equipo de esgrima no viajaría a esos Juegos Olímpicos, ya que desde su punto de vista no contaban con la calidad suficiente para competir.

Roldán opacaría esas acusaciones en los Juegos Panamericanos de Winnipeg 1967, pues en ellos la atleta obtuvo su segunda medalla de oro por categoría individual de florete a nivel panamericano. La primera la ganó en Chicago en 1959, logro que le valió ser abanderada durante Roma 1960.

En México 1968, la atleta de 28 años estaba pasando por sus terceros Juegos Olímpicos. En casa, casada y con dos hijos, rompió esquemas al ser la primera mujer de todo el continente americano en ganar una presea olímpica en la disciplina de esgrima, y la primera mexicana en ganar una medalla en Juegos Olímpicos.

El 28 de octubre de 1968, en la Sala de Armas “Fernando Montes de Oca”, Roldán Tapia dejó escrito su nombre en la historia del deporte nacional. Pese a perder en la Final con Elena Novikova, Pilar obtuvo la plata y la segunda medalla para México en los Juegos Olímpicos de 1968.

Una vez que obtuvo su medalla olímpica, María del Pilar decidió retirarse y volver a pisar las salas de armas como veterana entre 1984 y 1989, momento en el que decide darle fin a una de las carreras más inspiradoras para las mujeres y deportistas de México.

Fue la primera mujer mexicana en pertenecer a la Federación Internacional de Esgrima y la primera mujer en el Comité Olímpico Mexicano. En 2015, la Federación Mexicana de Esgrima y el Comité Internacional del “Fair Play” le otorgaron un reconocimiento por su destacada trayectoria.

Recordaron su encuentro final por la medalla de oro de esgrima en 1968. Pilar Roldán fácilmente hubiera podido obtener la medalla de oro por omisión cuando su oponente la esgrimista Kerstin Palm de Suecia no se presentó a tiempo, pero la mexicana decidió esperarla y competir por el oro de manera justa y limpia.


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