El surf mexicano comienza y termina en Puerto Escondido
De las playas de Oaxaca han surgido grandes exponentes de este deporte, que llegó gracias a extranjeros.

Su piel dorada deslumbra entre el oleaje, reflejo de los primeros rayos del sol. Asaya Brusa es joven, apenas tiene 21 años pero ha pasado buena parte de su vida arriba de una tabla de surf.
En el mar de su natal Puerto Escondido, Oaxaca, deja pasar una ola y menos de un minuto después, otra. Espera. El oleaje es producto de la imposición del viento sobre el agua y, aunque es la física la que mejor explica este fenómeno, para los surfistas no hay forma de definir cuál es la mejor ola, a ellos los guía el corazón.
Asaya nació en la tierra de la que se han enamorado los mejores surfistas del planeta por la cualidad de sus olas, según explica Gary Linden, un californiano que quedó prendado de la cadencia del océano en este país por los años 60 y 70 y que forma parte de esa generación pionera que hizo de la costa oaxaqueña un auténtico templo del surfing.
“Es una de las mecas del surfing mundial, mas no la cuna en México”, dice a MedioTiempo Gustavo Duccini, director de Surf Open League (SOL). Argumenta que el surf no es producto nacional sino que llegó a México por la frontera con Estados Unidos, por lo que empezó en Baja California.
Sin embargo, fueron los extranjeros ávidos de buenas olas como Linden, los que llegaron a esta localidad, 800 kilómetros al sur de la Ciudad de México para encontrarse con un auténtico paraíso para su disciplina.
Así fue que en la playa Zicatela el surf se convirtió en religión. Restaurantes, hoteles, tiendas de ropa, todo es alusivo a esta disciplina. Después de aquel “descubrimiento” la popularidad del lugar se ha esparcido. “Todos los que surfean conocen Puerto Escondido”, refuerza Duccini.
SEMILLERO DEL SURFING
Son las olas, la comida y esa mezcla de culturas. El clima tropical, el agua cristalina, el mar azul. Algo en este lugar hace a los extranjeros echar raíces, algo en este deporte hace a los connacionales amar el surf.
En ese marco está la historia de Jhony Corzo, el actual campeón del mundo por la International Surfing Association y uno de los mayores prospectos para buscar una medalla en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020.
Un joven que nació en Puerto Escondido hace 19 años y que su vida ha estado siempre ligada al surf. Padre estadounidense, madre mexicana; su familia construyó una tradición alrededor de las olas.
“Yo surfeo desde los cinco años, también mis hermanos y mis amigos. Crecimos en un pueblo surfista. Realmente me apasiona”, dice quien el pasado 28 de mayo en Biarritz, una localidad ubicada en la costa suroeste de Francia, sorprendió al mundo con su título, menos a quienes saben que Puerto Escondido es un semillero internacional del surf.
Asaya mide la ola y la toma, se desliza a bordo de su surfboard y obtiene la puntuación más alta de su heat para avanzar a la final femenil de la última parada de la SOL Puerto Escondido. Brusa recién contrajo matrimonio con el estadounidense Kurt Rist, también surfista. Juntos construyen una vida relacionada con el deporte porque el surf mexicano comienza y termina en Puerto Escondido.
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