Carmelo Reyes, Cien Caras: el luchador que surgió del campo hasta convertirse en un ídolo

El gladiador tuvo una niñez dura, humilde y a la vez divertida, todo ello lo llevó a ser en una leyenda de la lucha libre mexicana.

Cien Caras es recordado por su batalla contra el Rayo de Jalisco. FOTOS: MILENIO.

Eran el terror arriba del ring. Los Hermanos Dinamita se caracterizaron por su rudeza en el mundo de la lucha libre mexicana en los años noventas, al grado de que muchos aficionados los odiaban, pero otros los amaban. Máscara Año 2000 y Universo 2000, eran comandados por su hermano mayor: Carmelo Reyes, Cien Caras

La historia del líder de los Capos va más allá del ring, de la lucha libre, ya que las batallas más fuertes la suele dar la vida misma, así lo relata el propio Cien Caras, quien ya desde el retiro, recuerda su niñez, la cual si bien disfrutó, no puede ocultar que le dio duras lecciones, como fue no tener unos zapatos hasta casi los 15 años de edad, o peor aún, presenciar la muerte de un hermano menor cuando era un bebé.

"No le gustaba el rancho a mi hermano Jesús (Máscara Año 2000), él quería ir a vender paletas a Lagos, luego pasaba el señor que vendía lechera, y yo decía ya de perdida ser chofer del de la lechera. En ese entonces mi papá compró una bicicleta con los pedales de fierro, yo de chiquillo, me calaban bastante, porque yo no tenía ni huaraches, le ponía un cartón y a darle; fue algo muy bonito, lo recuerdo con mucho cariño.

"Estoy feliz con la vida, con todo lo que me pasó, eso de que no tenía zapatos hasta los 14 años, chamarras hasta los 15, pero estoy muy agradecido con mis padres porque frijoles, tortillas, huevos de las gallinas y leches de las vacas, nunca me faltaron. Zapatos y eso sale sobrado. De chavo estaba acostumbrado a dormir en el piso. Fui muy feliz en mi infancia, gracias a Dios", relata Carmelo, en "Experiencias con el Hijo del Santo".

Carmelo Reyes, hoy vive en su natal Lagos de Moreno, Jalisco, aunque a unos kilómetros tiene su rancho, en donde se dedica a la siembre y a criar vacas, algo con lo que él creció; no obstante, Cien Caras siempre tuvo claro que después de la lucha libre, volvería al lugar donde fue feliz.

"Mi pensamiento siempre fue probar suerte en la lucha libre, y regresarme al campo. (Mis papás) nunca vieron luchas, solo oyeron hablar de ella, cuando regresé de Estados Unidos y vi la luchas, tardé dos años para convencerlos de que me dejaran entrenar, decían que era peligroso, pero fue afortunado porque me debutaron de estelar. 

"Vieron que cambió un poco la situación, les traía el dinero, mi papá fue comerciante, siempre debía dinero; un día regresé de Japón y le dio todo mi dinero para que pagara lo que debía; después me compré mi casita en Lagos", recuerda el ex luchador, quien se fue de 'mojado' a los Estados Unidos a los 19 años.

La muerte de su hermano

Carmelo Reyes tenía escasos tres años de edad, así que sus recuerdos son poco claros del incidente, pero ello no impide que la muerte de su hermano menor se haya borrado de su mente. 

"Cuando yo tenía como tres años, tenía un hermanito como de un año y meses, empezaba a caminar, y enfrente de mí había un pozo, y se cayó y se ahogó. Lo único que recuerdo es que decían: 'se ahogó Panchito'", relata el gladiador, quien explica que hubieron más pérdidas en su familia.

"Somos nueve, pero se murieron cuatro, una mujer más grande que yo murió, el más chico que yo, se ahogó, y los dos más pequeños murieron, de meses, se los llevaban mis papás para Lagos para curarlos, pero ya regresaban sin ellos".


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