El Coyote, siempre luchador: ‘Dormí afuera del Metro y pasé hambre por cumplir mis sueños’

Oriundo de Tamaulipas, El Rudo Peludo cuenta en entrevista con Sin Máscaras que dejó su pueblo, pues desde que vio en la televisión las luchas, decidió convertirse en gladiador.

El Coyote posa para nuestra lente | Tonatiuh Guerra
El Coyote posa para nuestra lente | Tonatiuh Guerra

La caja mágica de transistores, esa misma que puede ser generadora de sueños, lo fue con el chavito tamaulipeco que, enseguida que supo que existía la lucha libre, precisamente por el televisor, decidió que su vida tendría que apuntar a estar arriba de un ring.

Y es que en Villa Mainero, Tamaulipas, de donde es oriundo, no se sabía mucho del tradicional pancracio, por lo que entendió que, lejos de su pueblo, tendría que buscar aquella ilusión de convertirse en enmascarado, con tintes de héroe de carne y hueso.

La Seductora se hizo luchadora a escondidas de sus padres: 'Pagué mi preparación'

El Coyote, un personaje tan natural como el joven norteño, habla en entrevista con Sin Máscaras, en el llamado Elefante de la Arena México, respecto a sus inicios en este deporte, y puntualiza sobre todo ese andar que tuvo que completar para hoy ser aplaudido por muchos.

“Soy de un pueblo, de un rancho, y prácticamente desde niño, a los 13 años, empiezo a ver las luchas por televisión, y me empieza a nacer el gusto viéndolas cada semana, hasta que les digo a mis papás: 'quiero ser luchador, quiero entrenar lucha libre, me quiero poner una máscara y salir en la tele'; desafortunadamente en mi pueblo no hay gimnasio y tuve que irme con unos familiares a Monterrey, Nuevo León, y ahí me instalé, empiezo a trabajar y a la par entrenando, después de tres años llegó mi debut, y ahí fue cuando empecé mi carrera”.

´Pasé frío y hambre’

Luego del estreno, de padecerla con el rigor de los entrenamientos, y del ‘bautizo’ de compañeros con mucha lona recorrida, el siguiente paso era dar el salto a la que muchos consideran es la empresa más importante del segmento, y entonces se marchó a la gran capital para intentar ser parte del Consejo Mundial de Lucha Libre (CMLL).

La meca de la disciplina, el monstruo de cemento al que le llaman La Catedral, ahora estaban en la mira del chico aventurero, porque entonces los objetivos trazados aumentaban sus rayitas y de paso las complicaciones.

Días difíciles, como extraviados por estar en un sitio enorme y no saber qué hacer; pasó frío y además estaba carente de alimentos, aunque lanza que hoy, ya en el recuento, entiende que los sacrificios han valido la pena.

“Estar fuera de la lucha por las lesiones es muy duro, porque dejas de hacer lo que amas; mis papás pensaban que no iba a regresar a luchar, pero me recuperé, me rehabilité, y al medio año ya estaba luchando; otro momento también difícil fue dejar a mi familia, dejar mi pueblo, dejar mi tierra, por conseguir mi sueño, por luchar por mi sueño, el venirme para acá y no conocer a nadie, el varios días quedarme afuera del Metro, no tener dinero para comer, pero había más ganas de salir adelante, y aquí está el fruto de todo, y qué satisfacción de que ahora mis padres me vean por televisión.
“La verdad es que sí ha valido la pena, y todo eso te da para que saborees más el éxito, porque todo te ha costado, cuando algo no te cuesta, no lo valoras, esto me ha costado mucho, pero también me ha dado muchas satisfacciones, alegrías”.

‘Gracias Coyote, te quiero mucho’

Con el enfado de sus padres, porque al final no querían que su hijo se fuera a probar suerte en busca de la gloria, ahora mismo, ya como parte del CMLL, del roster que deleita a un público conocedor en la Arena México, y haciendo un examen profundo consigo mismo, sólo tiene palabras de agradecimiento para el Rudo Peludo.

No estaban de acuerdo, tenía alrededor de 16-17 años cuando me fui de mi casa, porque me decían que qué iba a hacer, que me iba a lastimar, y creo que no se equivocaron, pero es el pan de cada día de los luchadores, creo que el luchador que no está lastimado, no es luchador, no querían, hasta que por fin los convencí, pensaron que iba a estar unos dos o tres meses y regresarme, pero me gustaron los entrenamientos, aunque los primeros fueron muy duros, un dolor muy fuerte, pero creo que fue tanta mi necedad, el aferrarme a mi sueño de convertirme en luchador, que aquí estoy.
“Le diría (al joven que se atrevió a dejar su casa) que no se rindiera, porque llegaron momentos en que, como todo ser humano, quise tirar la toalla y regresarme, o retirarme de la lucha libre, pero creo que esas ganas, el aferrarme, me ayudaron a cumplirlo; yo le diría a ese joven que siga luchando y que todos los sueños se cumplen, no creo que sea cuestión de suerte. Le daría las gracias a la lucha libre, porque es mi vida, mi pasión, y en momentos de tristeza me ha sacado de la depresión, me ha ayudado también a estar bien emocionalmente, físicamente, psicológicamente, le daría las gracias por todo y le prometo que la voy a querer, amar y respetar toda mi vida. Y al Coyote, que lo quiero, lo respeto, y que espero darle vida mucho tiempo”.

¿Qué es Sin Máscaras?

Sin Máscaras es un programa dedicado a la lucha libre, un deporte icónico de la gran nación mexicana. La tradición del pancracio es contada por los protagonistas, con entrevistas en las que puedes conocer más de tu luchador favorito. Esta emisión la puedes seguir en las plataformas digitales de Multimedios; una pieza en la que participan en sinergia Milenio La Afición y mediotiempo, la propiedad deportiva digital número uno de México.

Sin Máscaras | Atlantis



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