Difunto se lo debe a su madre: ‘Trabajaba entre semana y luchaba fines’
El esteta del CMLL comparte acerca de los sacrificios que hizo su mamá, la exluchadora La Mestiza, para sacar adelante a la familia.
Difunto es un luchador que, por supuesto, provoca escozor, miedo, pues su máscara, con esa cabellera prominente, con una peluca bastante llamativa y tenebrosa, redondea una imagen netamente terrorífica.
Sin embargo, el tipo detrás de la capucha, y cuando le toca despojarse del personaje, más bien es un hombre sentimental, emotivo con las palabras, y al menos así se muestra en el ejercicio revelador durante una buena charla para Sin Máscaras.
Oriundo de Guadalajara, Jalisco, este rudazo del Consejo Mundial de Lucha Libre (CMLL), orgulloso de todo lo que ha logrado hasta ahora, comparte que, lo que es, se lo debe en gran parte a su madre, porque ella, también exgladiadora, La Mestiza, se esforzó para sacar adelante a él y a sus hermanos con jornadas de trabajo que llegaban a ser bastante extenuantes.
“Ha valido la pena todo eso que ha pasado uno de niño, mis padres fueron luchadores profesionales, pero se separaron cuando yo tenía como cinco años, fue difícil, mi mamá la hizo de padre y madre, trabajaba de sol a sol, toda la semana, el fin llegaba y se tenía que ir a luchar sábado y domingo, y cuando iba a luchar en provincia no llegaba hasta el lunes, y llegaba directo a su trabajo; y para mí más que nada era andar todo el día en la calle, desde que me levantaba hasta que se hacía la noche me metía, haciendo vagancias con los amigos, era un niño libre, porque no tenía quien me detuviera. Después quise buscar a mi papá, quería conocerlo, verlo, y él fue quien me preparó”.
Encontró a su viejo
Mientras, y a pesar de aquel padre ausente, pues no estuvo en su niñez, al final, y al encontrarlo, éste fue parte importante de su formación, porque igual fue esteta, El Monje Cavernario, de ahí que se convirtió en el estricto maestro, quien además siempre le impregnó aquello de ser alguien destacado en el pancracio.
El chavito vago entonces dio el salto a convertirse en un joven con aspiraciones, y en ese recorrido la sufrió con el rigor de un mentor, quien dejando de lado el parentesco o el cariño, le hizo de pronto ver su suerte, con tal de prepararlo de la mejor forma y para llegar a lo máximo.
“Eran mis entrenamientos muy intensos con mi padre, porque él quería que fuera un luchador profesional, hecho, recio, que no anduviera causando lástimas como dicen por ahí. Tenerlo enfrente y no comportarse como mi padre, me daba miedo, porque incluso cuando me iba a patear, de tanto miedo que me daba, agachaba la cabeza, la cara, y me daba la patada en la pura cara, me decía, ‘no se agache, si en verdad le gusta esto, pues éntrele, que no te dé miedo, recibe el golpe, ya después te lo sacas.
“Pero en lo personal a mí me sirvió mucho, fueron entrenamientos muy recios, que en verdad se lo agradezco, porque era muy estricto; por ejemplo, cuando quería tomar aguar, no me dejaba, pues replicaba que, si cuando estuviera luchando me iba a bajar a beber agua, y tenía que terminar la sesión”.
Ser rudo, su mejor decisión
Luego de una muy corta estadía en el ámbito independiente, pasó de ser El Diplomático a Difunto, porque además un compañero de entrenamientos, junto a uno de sus profes ya enclavado en la Arena Coliseo de Guadalajara, le sugirió que cambiara el mote, pero además los modos, de bueno a malo, y entonces esta faceta le vino como anillo al dedo.
“Fue chistoso, luché mucho en el ámbito independiente, aunque no me gustó mucho, sin menospreciar, porque siempre quise ser del Consejo; siempre luché de técnico, pero igual estaba preparado para los dos bandos, porque todo se ocupa, y se me da la oportunidad en 2015 en la Arena Coliseo de Guadalajara, en ese tiempo era el programador el profesor Magnus, me informó que debutaría en 22 días, y me preguntó, ‘de qué lucha’; entre mí pensé, ‘si le digo que de técnico y hay muchos, ya no me van a dar la oportunidad, y al revés si digo que de rudo’, me quedé pensando, y le respondí que él lo decidiera.
“Me veo programado a los 22 días de rudo, me emocioné de verme en las carteleras de Guadalajara, le hablé emocionado a mi jefe y le dije que por fin iba a debutar, y él también se emocionó. Tenía un año luchando en Guadalajara, y un compañero que lucha como Bobby Black, antes fue Espectro, le dice al profe, ‘cámbiele el nombre, póngale así’, y él comentó que lo dejara así, porque tenía poco tiempo de haber debutado; se quedó pensando, y a la semana siguiente me pidió una foto de mi papá, las vio, y tiempo después me pidió que me mandara a hacer el equipo, y que me llamaría Difunto, yo luchaba en las primeras, a veces en las segundas, y con este nuevo nombre ya me pude ver un domingo en una semifinal y luego el martes, se han ido dando las cosas”.
‘Gracias Difunto, ha valido la pena’
El rufián del CMLL, para esa pregunta que es característica en esta emisión, respecto a qué le diría al joven que decidió emprender el camino en el pancracio, lanza que simplemente le daría las gracias y le pediría siempre seguir intentándolo.
“A ese pequeño que soñaba con ser luchador le diría que no se rinda, que los sueños se pueden cumplir, que no quite el dedo del renglón, que es muy importante que no deje de perseguir ese gran sueño, que saque eso rudo, tanto arriba, como en lo personal, abajo del ring, que no se dé por vencido”.
¿Qué es Sin Máscaras?
Sin Máscaras es un programa dedicado a la lucha libre, un deporte icónico de la gran nación mexicana. La tradición del pancracio es contada por los protagonistas, con entrevistas en las que puedes conocer más de tu luchador favorito. Esta emisión la puedes seguir en las plataformas digitales de Multimedios; una pieza en la que participan en sinergia Milenio La Afición y mediotiempo, la propiedad deportiva digital número uno de México.
Sin Máscaras | Coyote
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