Skadi recuerda la golpiza de su madre, Marcela, para alejarla de la lucha libre

De estirpe luchística, la esteta del CMLL comparte en Sin Máscaras que la batalló para convencer y obtener el apoyo de su mamá, quien igual es gladiadora, para ser parte del pancracio.

Skadi, La Reina de Los Lobos

Mujeres en acción, combativas, yendo en sentido inverso a la corriente, y sólo por trascender aún en contra de quienes lanzan voces para minimizar al segmento.

Sin embargo, los relatos de ellas no siempre apuntan a que pudieron intentar ser tropezadas por el sexo puesto, porque en algunos casos, otra fémina pudo ser un obstáculo en busca de esas ganas de cobrar notoriedad.

Skadi, esteta profesional que hoy es parte del Consejo Mundial de Lucha Libre (CMLL), en esas historias de superación personal, motivadoras para todos, incluso por su apariencia, aunque valga la redundancia, esa es otra historia, cuenta en Sin Máscaras cómo batalló con otra mujer en busca de sus sueños.

La capitalina, de estirpe luchística, aunque no fue por una cuestión de envidias o querer hacerla menos, cuenta que su madre, quien es una de las gladiadoras más reconocidas en el mundo, Marcela, en su afán por no dejarla que siguiera sus pasos, intentó espantarla para que se desistiera de aquellos objetivos.

La jefa, siempre protectora en cualquier ámbito, no quería que su niña sufriera con el rigor de un deporte tan extremo y demandante, de ahí que intentó ingeniárselas para hacerle entender que había otro camino.

Sin embargo y, aunque de entrada cumplió con su cometido de alejarla de los ensogados, pues su remojo ella misma lo bautizó como “el debut del terror’, al final su intrépida hija terminó por validar los sueños, y ahora mismo es parte del roster más importante de este nicho.

Estaba enmascarada, pero no me llamaba Skadi, tenía otro nombre, y no tenía una máscara, sólo me puse un antifaz que encontré, fue en un pueblito lejísimos, que la verdad ni me acuerdo dónde es, pero todo padre, hasta que de repente, yo era ruda, y mi mamá era técnica, pasó la segunda caída y se bajó y de pronto me empezó a pegar, pero yo pensé que estaba jugando, yo me dije, ‘qué le pasa’, de verdad corrí, empecé a correr alrededor del ring, porque estaba asustada, y entonces pensé, 'creo que me tengo que parar', y me pegó, ya pasó, terminé la lucha y bajé, y analicé, ‘no, no me quiero dedicar a esto, es horrible’; no sabía conectar con el público, no sabía nada, estaba nueva de paquete, y entonces decidí ya no volver a luchar, de que debuté pasó como un año para que volviera a luchar, y así fue el debut del terror”.

Fue como un mal presagio

La Morenaza de Fuego, una las estetas más destacadas de las llamadas Amazonas del CMLL, descartando con coartar o darle un golpe a la mira fija de su niña, más bien lo que buscó fue protegerla, tal vez inmersa en aquel pensamiento del sexo débil y fuerte.

Como iniciadora de un movimiento opuesto al pancracio, que antaño tenía el pensamiento de una actividad exclusiva de varones, aunado a los temores de la dureza de la disciplina, su otra preocupación eran las lesiones, las que al final, y en su andar, tuvo que padecer la encapuchada.

“Mi mamá no quería que fuera luchadora por lo de las lesiones, que ya tengo dos, tenía razón, y pues era lo más importante para ella, las lesiones, que me pudiera pasar algo, mucho desgaste en general en todos los aspectos, pero decidí, ‘sí lo quiero hacer’.


Nunca la convencí, la verdad es que fue la única forma en que ella pensó que yo ya no iba a querer, y tuvo razón, porque debuté justo contra ella, pero fue horrible, entonces yo decidí no volver a luchar en ese momento, pensé que tenía razón, pero ella lo hizo a propósito, ella me pegó a propósito para que yo ya no regresara; y sí, ya no quería regresar, pero se me vino otra oportunidad que fue de la nada y dije, ‘bueno, lo voy a hacer, y otra vez me gustó’”.

Lo traía en la sangre

Desde los ocho años y viendo el ejemplo de su madre, para la naciente gladiadora el ser parte de la dinastía fue algo que se le fue impregnando, pues incluso intentaba, en un cuadrilátero contiguo, hacer todo lo que veía de su figura a seguir.

“Ya se ve veía venir, ya se veía que iba a ser luchadora, pero fue complicado, la verdad, para mi mamá, porque ella no lo aceptaba, no quería, me puso más trabas que nadie, fue la única que me dijo que no, pero con el tiempo ella se dio cuenta que yo lo iba a hacer, me diera permiso o no, entonces lo único que le quedó fue aceptarlo.


“La verdad es que siempre he andado de aquí para abajo, corría en las Arenas, me subía al ring, cuando empieza a entrenar en el Gimnasio Gloria me llevaba, porque yo quería estar con ella, casi no tenía mucho tiempo de verla, y yo quería estar con ella, la vi, y entonces dije, 'yo quiero hacer eso'; había un ring alterno, veía lo que hacía y lo replicaba, la señora, la encargada, le comentó a mi mamá y ella le respondió, ‘no, no creo, no quiero’, y me dijo, ‘te voy a meter a unas clases de lucha olímpica’, y entonces fue que de ahí empezó todo. Inicié como a los ocho, ya después más en forma como a los 13, a esa edad ya quería ser luchadora”.

Tras los pasos de mamá

Aunque alguna vez le tocó sufrir al ver a Marcela con el rostro bañado en líquido rojo, cuando se enteró de qué se trataba, pudieron más los vítores que escuchó le lanzaban, para reforzar sus deseos de seguirlo intentando, y de probar una y otra vez, con todo y que en par de ocasiones tuvo que poner una pausa, por importantes fracturas: una de tibia y peroné, y otra más del hombro.

“No sentía feo ver que le pegaran a mi mamá, sólo una ocasión en la Arena San Juan Pantitlán le abrieron como la frente, vi mucha sangre, y dije, ‘qué está pasando’, pero estaba muy chiquita, ya después me explicaron, y ya desde ese momento fue como normal, lo veía ya normal; lo que sí, que me emocionaba mucho ver cómo le gritaban, cómo gritaban su nombre, y eso también fue un factor muy importante para que yo me hiciera luchadora”.

¿Quién es Skadi?

Respecto a su personaje, bastante llamativo y sobre todo original, desmenuza acerca de éste, el cual la catapultó en el gusto de un público que se impresiona con todo lo que puede hacer ataviada de lucha libre.

Skadi es la Reina de los Lobos, Cazadora de Arco, de la mitología nórdica, me gustó porque era un nombre muy pequeño. Me gustó muchísimo y me lo quedé, y pues ya los detalles de la máscara son lobos, los colores van variando, el fijo es azul con plata y azul con negro”.

¿Qué es Sin Máscaras?

Sin Máscaras es un programa dedicado a la lucha libre, un deporte icónico de la gran nación mexicana. La tradición del pancracio es contada por los protagonistas, con entrevistas en las que puedes conocer más de tu luchador favorito. Esta emisión la puedes seguir en las plataformas digitales de Multimedios; una pieza en la que participan en sinergia Milenio La Afición y mediotiempo, la propiedad deportiva digital número uno de México.

Sin Máscaras | Apocalipsis



  • Rodrigo Mojica
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