'Acepté luchar como Pequeño Estrella por estar en el CMLL'; Virus empezó desde abajo

El ahora mentor de las estrellas de la Seria y Estable, comparte en entrevista con Sin Máscaras que la lucha libre se convirtió en su prioridad, “y hoy ya cobro por adelantado”.

El profe Virus, en entrevista con Sin Máscaras | Tonatiuh Guerra

El relato es recurrente. Y es que pareciera, que, en esto de la lucha libre, la premisa o la regla es sufrirla para aspirar a tocar el cielo con las manos; actuar sin paga, por muy poco, o tal vez a cambio de comida, ser parte del mole, como les dicen a las luchitas en mercados y plazas, al menos los de la vieja guardia, los de antaño, han tenido que picar piedra.

Pero a cambio, y también en la mayoría de tertulias, en todos esos capítulos inmersos en el esfuerzo, en sudarla con todo, está el desenlace amable, halagüeño, espectacular, y por eso son protagonistas del Sin Máscaras.

Como lo es el caso de Virus, El Pequeño Gran Maestro, quien además de todos los sacrificios que sorteó para llegar al estrellato, se tuvo que enfrentar a un segmento que sólo lo veía como un gladiador de baja estatura, hablando del físico, porque está claro que su talento es grandioso e inspirador para quienes ahora entrenan con él, porque además en todo ese peregrinar de instantes buenos y malos, dio el salto para ser el mentor de más de uno.

Mi madre, que en paz descanse, era muy aficionada a la lucha libre, algunas veces nos llevaba, pero yo de niño no era de decir, ‘ay quiero ser luchador’, me llamaba la atención, y como antes se sacaban sangre, me ponía muy nervioso”, cuenta el profe acerca de sus inicios y desempolva algunos otros detalles que le provocan un suspiro, porque vaya que ha pasado el tiempo.

“En la extinta Ruta 100 que estaba ahí en Eduardo Molina, les pusieron un gimnasio, mi tío tenía algunos camiones y trabajaban con él mi primo y mi hermano; recuerdo que ellos jugaban en el pasto a las luchas, y pues yo también jugaba con ellos; ya cuando abrieron el gimnasio empezaron a entrenar y me invitaron, pero yo les dije que si me gustaba regresaba y llevaba mis cosas; vi los entrenamientos, me gustó, y de ahí para acá ya son 37 años como luchador profesional”.

A probar suerte

La afición de mamá, que sin querer se convirtió en motivación para el chaval, luego de aquellas prácticas para hacer ejercicio, dieron en vuelco en los sueños e ilusiones del Pequeño Gran Maestro.

“Recuerdo que a los primeros luchadores que vi, fueron a Ringo Mendoza, El Perro Aguayo, a Flama Azul, a veces me llevaba mi madre a la Arena México, a la Coliseo, vi a La Fiera, al Rayo, a todos.


“Empecé a entrenar y hacían festivales de todo, ya cuando vieron que podía, me empezaron a meter a uno que otro cartel, y a echarle, hasta que ya llegó un momento, que mi compadre, Fuerza Aérea, quién fue quien me enseñó a luchar, pues me llevaba trabajar, me extorsionaba, como todo buen profesor, ya saben; y me daban cualquier cosa, que una torta, un refresco, un trofeito, creo que todos tenemos que empezar por eso, pasar de todo, sufrir de todo, creo que eso es lo bonito, comenzar desde abajo, andar en los camiones de redilas en la madrugada en las noches, a veces te pagan, a veces no, todo es muy bonito.


“Pero llegó un momento en que ya no aprendí y quería más, entonces de ahí fue que empecé a salir a otros gimnasios: fui con un amigo a la Arena Acción, por Chiconautla, aunque mi profesor se enojaba; empecé a ir al Noria, ahí conocí al Tigre Tatuado, al Pequeño Gángster, que ahorita es el Pequeño Olímpico, ellos ya eran estrellitas del Pabellón Azteca, y cuando me tocó enfrentarlos en el módulo de Ruta 100 ya eran figuras, aunque estaban de mi tamaño, estaban en otro nivel, tenían más recorrido que yo, y sí me hicieron sufrir ese día, y de ahí les gustó mi manera de luchar, y empezamos a ir a entrenar con Pancho Villalobos, con el hijo del Chico Hernández. Así empecé yo a salir, le iba buscando”, agrega.

Salto a las Grandes Ligas

Luego de pagar la factura, como sucede en varios ámbitos, le llegó la llamada estelar, la alerta telefónica de las buenas nuevas, aunque con un inconveniente, pues la oportunidad era para ser parte de otra categoría, no a la que estaba acostumbrado, aunque como siempre, tomó el reto y le resultó.

“Todavía no existían los luchadores pequeños cuando yo empezaba. Me hicieron una prueba en la Pista Revolución para entrar a la Arena México, cuando me dijeron que con los pequeños, pues como que no quería, porque yo estaba acostumbrado a luchar con los grandes, pero por ser una buena oportunidad, entrar a la mejor empresa del mundo, entonces a veces hay que sacrificar algunas cosas, fue lo que hice y creo que no me equivoqué, aguanté, me aventé como cinco años de pequeño estrella. A veces hay que sufrir un poco para salir adelante.

“Entre aquí al Consejo Mundial de Lucha Libre (CMLL) como Piratita Morgan, después se fue el Pirata a otro lado y me dijo: ‘vámonos’, pero yo no quise, le dije ‘yo me quedo, Gracias’; después me pusieron el de Damiancito, de hecho, Damián me lo había ofrecido desde mucho antes. Después hicieron un torneo cibernético, el que ganara tenía la oportunidad de luchar tres veces ya con la gente de arriba, y pude salir adelante, me dieron las tres luchas y sentí que no me vi mal, que me vi bien, entre comillas me sentí mejor.

“Entonces cuando me volvieron a bajar, pues a mí ya no me gustó, y fue cuando empecé a pelear por ya quedarme en la categoría grande; me costó un poco de trabajo convencerlos, me apoyaron los medios, la Comisión y logré que la empresa me diera la opción de quedarme con los grandes y fue cuando el patrón, que en paz descanse, el señor Alonso, me dijo: ‘entonces ya no eres pequeño y ahora necesitas un nombre tuyo’, y los de programación hicieron un concurso para ponerme un nombre y el que ganó fue Virus”.

Lucha inolvidable

Contra el Tigre Metálico, en duelo de apuestas, porque pusieron en juego sus carreras, el retiro, Virus entregó una de las mejores luchas en la historia de La Catedral, punto clave en su leyenda, porque de aquel momento a la fecha, ya nada fue igual, para bien,  acepta él mismo.

“Posiblemente de esa lucha para acá mucha gente empezó a conocerme más; por la apuesta y por no saber lo que iba a pasar, sí llega a ser la más importante de mi carrera hasta ahora”.

Y para cerrar, a la pregunta sobre qué le diría al chaval que la padeció por llegar a donde está ahora, lanza que “le daría las gracias, porque gracias a todo lo que pasó se volvió más fuerte, empiezas a valorar tu trabajo, a ser más persona, eso te ayuda demasiado”.

¿Qué es Sin Máscaras?

Sin Máscaras es un programa dedicado a la lucha libre, un deporte icónico de la gran nación mexicana. La tradición del pancracio es contada por los protagonistas, con entrevistas en las que puedes conocer más de tu luchador favorito. Esta emisión la puedes seguir en las plataformas digitales de Multimedios; una pieza en la que participan en sinergia Milenio La Afición y mediotiempo, la propiedad deportiva digital número uno de México.


  • Rodrigo Mojica
NOTAS MÁS VISTAS