Puerto Escondido, el paraíso del surf que lucha por no tener basura

Las playas de Zipolite y Zicatela, ambas en Oaxaca, son consideradas las más limpias del país.

Jhony Corzo mide la ola y se monta en su tabla para deleitar a las cientos de personas que sin importar el intenso calor, se encuentran a la orilla del mar para alentarlo. Es el orgullo de Puerto Escondido y está de vuelta en casa tras ganar meses atrás el Campeonato Mundial de Surfing en Francia.


En los próximos Juegos Olímpicos de Tokyo 2020, el surf será una de las nuevas disciplinas y Corzo, una de las grandes esperanzas de medalla para México. El joven de 18 años termina su hit y nada hasta la costa de Playa Zicatela, sede del Surf Open Puerto Escondido y donde es difícil encontrar un solo residuo de basura.


Según un estudio realizado por la Semarnat en conjunto con la Cofepris, y publicado en marzo de 2017, las playas de Zipolite y Zicatela, ambas en Oaxaca, son consideradas las más limpias del país, entre las más concurridas de los 17 estados costeros de México.


Pero Zicatela, al ser uno de los destinos turísticos más importantes del país, es parte de un programa de saneamiento cuya inversión es de 7 mil 260 millones de pesos, según cifras de la Conagua, y que inició en 2003 con el nombre de Programa Playas Limpias. Sin embargo, en las zonas limítrofes, el problema de la basura no cesa y enormes cantidades de desechos que terminan en el mar.


“El objetivo era tener un aval de ser un lugar limpio, pero solo se ataca a un sector de toda una comunidad. Lamentablemente sigue la mala educación en una zona cuyo relieve encamina la basura al mar”, explica a Mediotiempo Jesús Castaneyra, quien encabeza el proyecto Jungla Plástica, una organización que busca fomentar el reciclaje en Puerto Escondido.


Más de 8 millones de toneladas de plástico al año llegan a los océanos, según un estudio publicado por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, mismo que advierte que de seguir así, en 2050 habrá más plástico que peces en el mar.


“Esto no es un problema de imagen ni solo de contaminación, es también de salud. Pero es complejo cambiar la perspectiva de las personas”, lamenta Castaneyra, de 33 años. “Es competencia de todos, más allá de la responsabilidad del gobierno. En algún momento de nuestras vidas, la basura que tiremos va a volver a nosotros”.


Según cálculos de diversos organismos internacionales, más del 60% de todas las especies marinas tienen rastros de plástico en sus intestinos y forman parte de la dieta del ser humano.


Zicatela significa “lugar de espinas grandes” y es el nombre de una de las playas predilectas de quienes practican el surfing y donde anualmente se realiza el Surf Open Puerto Escondido, que reúne a los más talentosos surfistas del país.

“Nosotros hacemos limpieza del mar, quitamos colillas y suciedad”, explica Gustavo Duccini, director de la Surf Open League y de este torneo. “Es una labor en conjunto con el hotel Bungalows Zicatela y quien se encarga de organizar el trabajo cada dos meses en la playa, son ocho buzos que limpian poco a poco”.


Además de buenas olas, los surfers necesitan un mar limpio, pues la basura puede, además de perjudicar su ejecución, causarles problemas de salud tras ingerir agua contaminada.


“Todos hemos estado enfocándonos en mantener las playas limpias, esperemos que todos los años se mantenga así porque los surfistas la usamos bastante y hay muchos animales marinos que lo necesitan”, señala Jhony Corzo mientras se seca el cabello y se retira el exceso de arena del cuerpo.


La Asociación Mexicana de Instructores de Surf A.C., con sede en Puerto Escondido, pide, entre otros requisitos para quienes buscan certificarse como entrenadores, el limpiar diversas zonas contaminadas de su comunidad.


Caso que responde a la misma causa de Jungla Plástica, que se creó debido a la urgente necesidad de mejorar las condiciones ambientales y sanitarias de este municipio de Oaxaca y que es ya un ejemplo de cómo concientizar a la población local.



“Decidí emprender esto debido a la indiferencia de la sociedad, a la poca o nula participación del gobierno”, expresa Castaneyra, quien en su primera recolección de PET juntó apenas el equivalente a 700 pesos a lo largo de 11 meses.


Ahora, esta iniciativa recolecta cerca de 150 kilogramos al día de botellas de plástico, una cantidad preocupante tomando en cuenta que, según el también profesor de francés, es menos del 5% de emisión de plástico de la localidad.


“Es triste ver la falta de cultura, pero el cambio lo hacemos poco a poco. Ahora nuestro promedio de recolección de entre dos a tres meses es de una tonelada o tonelada 800 kilogramos de botellas de plástico. Son índices que hablan de la unión que estamos logrando”, presume Jesús.


Esa unión se solidificó tras la creación de un sistema de trueque que inmiscuyó de lleno a la población local, pues se agregó valor a una determinada cantidad de basura recolectada, misma que se puede canjear por algún artículo o producto de primera necesidad en la sede de Jungla Plástica.


En marzo, esta iniciativa cumplirá cuatro años y su meta es crear un centro multidisciplinario autosustentable, donde se puedan impartir diversas actividades culturales a cambio de basura y así generar empleos en la comunidad de Puerto Escondido.


“Quiero crear un ejército de personas con una idea en común que marque la diferencia”, insiste Castaneyra, quien se encarga todos los días de llevar la basura separada a centros de reciclaje, para a partir de la ganancia, invertir en los productos destinados al trueque y en seguir la recolecta.


De acuerdo con un análisis del Centro Interdisciplinario de Investigaciones y Estudios sobre Medio Ambiente y Desarrollo del IPN publicado en 2015, se detectó la presencia de metales pesados disueltos como plomo y otras sustancias altamente cancerígenas, en diversas zonas del mar en Oaxaca.


Puerto Escondido no se encuentra entre las únicas seis playas del país con el distintivo Blue Flag, certificación internacional que reconoce a las que han alcanzado la excelencia en calidad de agua, gestión y educación ambiental entre 4 mil 423 analizadas en 45 países. Lo que contradice a la Conagua, que asegura que calidad del agua es buena al igual que en toda la costa oaxaqueña.


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