Ernesto Escobedo, fanático de Chivas que quiere ganar en Los Cabos

Tenista californiano pero de raíces mexicanas anhela coronarse en el Abierto de Los Cabos.

Escobedo se siente cerca de poder alcanzar el Top 20 mundial.
Si no fuera tenista, a Ernesto Escobedo le hubiera gustado ser quarterback en la NFL. Nacido en Los Ángeles, pero criado en Zacatecas, las circunstancias de Neto lo alejaron del deporte de las tacleadas y lo llevaron a ser uno de los grandes prospectos del tenis estadounidense, pero fiel aficionado de Chivas.

La mezcla genética de su sangre lo divide entre dos naciones pero lo hace único, un tenista disciplinado que pese a su edad, sabe cuál es la fórmula para conquistar ese sueño que heredó de su abuelo.

“Tal vez sí, tal vez no”, reflexiona el tenista californiano pero de raíces mexicanas, antes de comenzar el Abierto de Los Cabos, sobre si su destino sería distinto de haberse quedado a vivir en Jerez, Zacatecas, cuando su familia optó por volver a Los Ángeles, en busca de un mejor porvenir.

“Es algo muy impresionante para mí. Mi familia hizo todo por mí, todo empezó en México, ahí en Jerez. Cuando empecé a jugar tenis a los seis años, en un segundo me encantó, estar en la cancha con mi papá y hermanas, jugar tenis es muy importante”.

El actual tenista número 195 del ranking mundial rompió las barreras culturales y trascendió, más allá de cualquier bandera, apoyado en su familia. Al volver a LA fue su núcleo familiar el que lo orilló a consumar ese anhelo colectivo de escribir el apellido Escobedo en los libros de historia de la ATP.

“Fue fácil (volver a EE.UU. tras vivir su infancia en Zacatecas), me sentí cómodo en mi casa de Los Ángeles, mi papá no tenía mucho pero con lo que tuvimos él, mi mamá, mis hermanas y yo, todo lo hicimos con el corazón y disciplina”, asegura.

A pesar de haber pasado sus primeros años en la casa de su abuelo en Jerez, a Neto le ilusiona defender la bandera de las barras y las estrellas, porque ahí fue que se consolidó como tenista gracias a las canchas públicas, un fenómeno poco visto en el mundo.

“No puedo contestar eso (si le seduce jugar por México en Copa Davis), pero todo se puede en este mundo. México siempre estará en mi corazón, si estoy en Los Ángeles, México es mi número uno”, dice Ernesto Escobedo, quien anhela coronarse en el Abierto de Los Cabos y darle una alegría a su país originario.

“Obviamente quiero ganar, pero al menos quiero sentirme contento en la cancha y nada más quiero jugar mi juego. Siempre me gusta jugar en México, me siento muy cómodo, estoy en mi casa. Así que por eso vine otra vez”, explica el jugador de 22 años.

Derecho por naturaleza y de poderoso saque por destreza, Escobedo se siente cerca de poder alcanzar el Top 20 mundial, pues “si tengo confianza y jugando bien pienso que lo puedo hacer rápido”.

La geografía no fue un obstáculo en su vida, al contrario. Escobedo triunfó en EE.UU. más allá de cualquier pasaporte y su amor por México dejó una semilla que germinó en un amor genuino por el Guadalajara, el equipo que lo enamoró cuando niño, más allá de no poder seguir sus partidos con frecuencia.

“Es que Zacatecas no tiene equipo, sí tiene pero de Segunda División, lo más cerca es Jalisco y son las Chivas. ¡Vamos Chivas!”, finalizó.
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