El Peluches maratonista, un mensaje de motivación a cada kilómetro
Alejandro Ruiz Olivares es famoso por portar una capa repleta de peluches en cada carrera de la CDMX.
Cuando una niña con epilepsia le regaló a Alejandro Ruiz Olivares un peluche rosa para animarlo a llegar a la meta, entendió su propósito en la vida. Lo colocó en su pecho, cerca del corazón, y desde entonces se propuso recorrer cada carrera posible para transmitir ese noble gesto que le devolvió la inspiración.
Alejandro ahora tiene 59 años, pero lleva más de una década corriendo enfundado en una túnica de poco más de 10 kilogramos repleta de peluches. Porque así como aquella niña logró dibujarle una sonrisa, él pretende hacerlo con cada una de las personas que lo ven recorrer los 42.195 kilómetros de trayecto.
“El primer peluche fue de una niña que tiene epilepsia”, contó a Mediotiempo tras terminar la Maratón de la Ciudad de México en, según afirmó, poco más de siete horas. “Lo hago para motivar a los corredores, a los niños principalmente que les gustan los peluches, darles una alegría y compartirla con los adultos”.
Naturalmente, Ruiz Olivares es ahora conocido como El Peluches. No recibe ningún tipo de apoyo pero se las ingenia para participar en la gran mayoría de las carreras que se celebran en la capital mexicana.
“Con la pura sonrisa que me den me pagan mucho”, indicó Alejandro, quien vaya que ha inspirado a otras personas con su mensaje. “Los peluches me los ha dado la gente con mucho cariño, el último me lo dieron un grupo de cieguitos”.
El Peluches asegura haber participado en todas las ediciones de la Maratón CDMX, pues según sus cuentas, lleva “41 años corriendo, corría desde antes, desde que era la Ruta Olímpica”.
Agitado tras recorrer los poco más de 42 km desde el Zócalo hasta Ciudad Universitaria durante la edición 36 de la Ciudad de México, El Peluches se da tiempo de seguir sonriendo, más cuando se le pregunta por el agotamiento que provoca el ejercitarse con más de 10 kilogramos extra.
“No es pesado correr con los peluches, porque uno lo disfruta en el corazón, no me importa la medalla, vale más la convivencia, vale más eso que todo”, afirmó.
Alejandro pasa la mayor parte de su tiempo montado en una bicicleta, pues reparte tortillas al Norte de la capital mexicana. Es así que puede presumir de no necesitar entrenamiento para soportar cuanto maratón se le ponga en frente, algo que hará hasta que el cuerpo aguante.
“Voy a correr hasta que de allá arriba me digan: ya vas a colgar los tenis, mijo, se acabó el ciclo; pero mientras tenga fuerzas, voy a seguir corriendo”, sentenció.
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