Bekh-Romanchuk quiere darle una alegría a Ucrania con una medalla en el mundial de atletismo

La ucraniana se vio obligada a entrenar fuera de su país desde la invasión

Bekh-Romanchuk quiere darle una alegría a Ucrania con una medalla en el mundial de atletismo (AFP)

"Mi vida ha cambiado para siempre", asegura la ucraniana Maryna Bekh-Romanchuk, finalista el lunes en el salto triple del Mundial de Eugene, al relatar a la AFP los últimos meses alejados de su familia y de su país en guerra.


Cinco meses después del inicio de la invasión rusa sobre Ucrania, la subcampeona mundial de salto largo, prueba en la que también compite en Eugene (Estados Unidos), espera que una medalla pueda aportar una pizca de alegría a sus compatriotas.

"Saltaré por mi gente, por mi país", afirma Bekh-Romanchuk. "Porque los soldados ucranianos, las mujeres y los niños necesitan apoyo, buenas noticias. Necesitan victorias. Mi país necesita ganar (la guerra)".

La ucraniana, que tendrá enfrente en la Final a la superestrella venezolana Yulimar Rojas, se vio obligada a entrenar fuera de su país desde la invasión, al igual que otros deportistas de élite ucranianos.

La saltadora, de 27 años, se instaló en Italia tras abandonar Ucrania en marzo, justo antes de los campeonatos mundiales en pista cubierta de Belgrado, donde concluyó en segundo lugar en triple salto tras Rojas.

La separación forzosa de su familia incluye a su marido Mykhailo Romanchuk, doble medallista olímpico de natación, que ha estado entrenando en Alemania.


"He visto la guerra"

Bekh-Romanchuk dice que está decidida a volver a Ucrania una vez que termine su calendario de competencias.

"Después de la temporada quiero volver a casa, no he visto a mis padres en seis meses", recalcó. "No he visto a mis amigos. Solo he visto a mi marido una vez en meses".

"Tenemos temporadas diferentes, no es posible vernos a menudo, es duro para mí, lo echo de menos", reconoce.

Bekh-Romanchuk se mantiene al tanto de los acontecimientos en Ucrania cada día, y habla regularmente con su madre por teléfono. Precisa, sin embargo, que antes de las competencias se informa con menor frecuencia para mantener la "cabeza fría".

"Esta mañana hablé con mi madre y escuché las alarmas (antiaéreas). Le pregunté '¿Todo bien?'. Todo estaba bien, pero me siento preocupada", relata. "Hay alarmas en mi ciudad dos o tres veces al día. A veces tenemos un día sin alarma y son los mejores días".

Bekh-Romanchuk anhela el momento en que pueda volver a casa y entrenar en su propio país, pero considera ya que su vida "ha cambiado para siempre, nunca será la misma".

"He visto la guerra", dice. "Antes solo veía la guerra en las películas. Ahora toda Ucrania vio la guerra, la muerte. No somos libres, pero todos conocemos la libertad".

"Quiero ver a mis padres, quiero ir a mi estadio, quiero dormir en mi cama. Estoy muy cansada de cambiar de lugar de entrenamiento, con todas mis maletas. Solo quiero volver a casa", demanda.

Bekh-Romanchuk dice cada día tiene una sensación de temor por la suerte de sus seres queridos y, en particular, de su suegro, quien se encuentra con las fuerzas ucranianas cerca de la ciudad oriental de Donetsk.

"La situación no es buena. Rusia bombardea cada vez, muchas ciudades, mucha gente muere, mujeres, niños, no es normal", subraya. "Siempre escucho las noticias porque siempre me preocupo por mi familia y la de mi marido".

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