‘¡Alí, mátalo’; Rumble in the Jungle, la histórica pelea entre Muhammad Ali y George Foreman

En plena madrugada del 30 de octubre de 1974, en Zaire, se llevó a cabo la pelea que llevó a Alí a niveles de leyenda, algo que trasciende el tiempo y las barreras.

A 45 años de Rumble in the Jungle, la histórica pelea entre Muhammad Ali y George Foreman. (FOTOTECA MILENIO)

Son casi las cuatro de la madrugada de 30 de octubre de 1974 en la ciudad de Kinshasa, Zaire (hoy República Democrática de Congo), y Muhammad Ali cuenta los minutos que faltan para encontrarse con George Foreman, vigente campeón de los pesos pesados en una pelea en la que intentará reivindicarse como el mejor boxeador sobre el planeta. 

Sereno, balbucea concentrado: "He estado arriba y he estado abajo. Ya sabes, he estado en varios lugares. Debe ser oscuro cuando te noquean, porque nunca he sido noqueado. Me han derribado, pero nunca he estado fuera".

Atento, el mánager Angelo Dundee observa al “más rápido, más rudo y más lindo”, como se autoproclamó Ali, lanzar golpes al aire mientras pregunta: “¿Qué voy a hacer en el ring?”, a lo que responde el experimentado estratega: “¡Vas a bailar!”. La respuesta la replica enseguida el grupo de trabajo que lo acompaña. 

Solo unos minutos más y el gigante de 1.91 nacido en Louisville, Kentucky, le dará forma, junto a Foreman, a la que años más tarde será recordada como una de las funciones más importantes en la historia del boxeo, si no es que la más grande: Rumble in the Jungle (El Rugido de la Selva).

"Ningún vietcong me ha llamado nigger” 

Siete años antes, en 1967, Muhammad Ali, quien decidió dejar de lado su nombre original de Cassius Marcellus Clay al haber cambiado su religión por el islam en 1964, había sufrido el revés más importante en su carrera sin haber soltado un solo puñetazo

En plena guerra contra Vietnam fue requerido para integrarse al ejército de Estados Unidos, pero se negó a enlistarse con un sólido y racial argumento: 

"Ningún vietcong me ha llamado nigger ni me esclavizaron, ni violaron a mi madre”. 

Como reacción, la Comisión de Boxeo le retiró los cetros de los pesos pesados de la AMB y de la NYSAC, mientras que las autoridades competentes le quitaron sus licencias de boxeador.


El castigo fue severo y se prolongó durante tres años y medio, lo que llevó a que el gigante de ébano no pudiera competir de manera profesional y ver mermadas algunas de sus cualidades. Su inactividad solo se acabó en 1970, cuando en el estado de Georgia, que no contaba con una comisión de boxeo, le abrió la puerta para enfrentar a Jerry Quarry. A partir de ahí, volvió a 'comenzar' su carrera en busca de ser de nuevo el número 1, algo que lograría hasta 1974, 'de la mano' de George Foreman.

Una mente maestra y un dictador crearon la escena

El promotor Donald “Don” King, un estrafalario personaje con pelos parados y voz chillona que había pasado por la cárcel, comenzaba a hacerse de un nombre en la ya prolífica industria del boxeo y fue él quien dio los pasos necesarios para concretar la histórica pelea con una primera labor de convencimiento con Mobutu Sese Seko, un brutal político que controló Zaire de 1965 a 1997. 

Astuto, el empresario estadounidense le endulzó el oído al presidente de la nación africana, le vendió la idea de que su país sería reconocido a nivel mundial y que su imagen mejoraría, además de que la pelea serviría para enaltecer la raza negra. Fue así como lo convenció.

"Un regalo del presidente Mobutu a la gente de Zaire y un honor para el hombre negro"

Así era la frase que se leía en el cartel promocional de la pelea cuando comenzó la difusión. Don King prometió una bolsa de cinco millones de dólares para ambos peleadores, algo nunca visto hasta entonces, a cambio de pelear a las 04:00 horas, tiempo local, en un horario pensado más en el mercado estadounidense que la vería en horario estelar en los distintos cines que transmitirían la función. Tanto Foreman como Ali aceptaron las condiciones presentadas.

Para complementar la función, los organizadores armaron una especie de Woodstock dedicado a la raza negra, ya que en el escenario puesto en una de las cabeceras del estadio desfilaron B.B. King, James Brown, Bill Withers y los Fania All Stars, agrupación que concentraba a Celia Cruz, Cheo Feliciano y Héctor Lavoe, entre otros. Salsa brava, ritmos y cantantes afrodescendientes para complementar el gran circo.


La pelea quedó inicialmente pactada para desarrollarse el 24 de septiembre, pero un corte que sufrió el campeón durante un entrenamiento obligó que se pospusiera para un mes más tarde. 

Dicho tiempo no solo fue aprovechado por Ali para llegar mejor preparado al combate, sino también para ganarse el cariño de la población local con frases en las que recordaba que sus ancestros salieron de África como esclavos a Estados Unidos. 

“Ahora vuelvo a mi casa a luchar junto a mis hermanos”

Big George llegaría al combate con 25 años cumplidos, siete menos que Ali, con los cinturones de la AMB y el CMB después de haber derribado siete ocasiones en dos asaltos a Frazier en la pelea que tuvieron el 22 de enero de 1973. 

Presumía además un invicto de 40 peleas, con 37 nocauts incluidos en su carrera, lo que suponía un reto mayúsculo para el que volaba “como mariposa y picaba como avispa”. Un problema que parecía exclusivamente diseñado para el mejor de todos los tiempos.

“¡Ali, boma aye!”

Ali sale del vestidor y en su largo camino al cuadrilátero se deja consentir por la afición zaireña que ha aguantado estoica la pelea a pesar de la lluvia que amenazaba y de la inusual hora. En su trayecto, se da cuenta que su labor propagandística del último mes ha funcionado, que es favorito para los locales, y se lo hacen saber con un brutal grito que dice: “¡Ali, boma ye!” (Ali, mátalo, en lengua lingala), a lo que el pugilista responde moviendo los brazos. Foreman, en tanto, corre directo al encordado unos minutos más tarde.

Suenan los himnos de Estados Unidos y Zaire. Foreman, sobrio, permanece erguido de frente a la bandera norteamericana, en una tranquilidad que se esfuma apenas acaba la última estrofa. Ali, en tanto, sigue con movimientos de calentamiento mientras se escucha el himno de su país natal, lo que se interpreta como un nuevo acto de rebeldía. No hay tregua de su parte a la nación que le dio la espalda y tampoco la tendrá con su rival, al que empieza a amedrentar apenas lo ve de frente:

“Has oído hablar de mí desde que eras joven. Me has estado siguiendo desde que eras pequeño. ¡Ahora debes encontrarte conmigo, tu maestro!”. 

Comienza la pelea y se nota algo diferente en Muhamad Ali de inmediato. Ya no es el que baila en el centro del cuadrilátero ni vuela como mariposa y eso lo aprovecha Foreman para lanzar ataques poderosos durante los primeros cinco episodios, aunque ninguno es contundente. 

Por lo que se puede ver, se presagia que el nocaut a favor de Foreman llegará en cualquier momento, mas no es así. Ali juega con él, lo invita a que ataque, a que se desgaste lo más que se pueda y cuando tiene la oportunidad se va al frente con una furia inconcebible. Su apuesta se ve más clara en los episodios quinto, sexto y séptimo, en los que el campeón se comienza a ver disminuido en sus condiciones físicas y en los que ahora, una vez revertidas las condiciones de la pelea, se espera que venga en cualquier instante el cloroformo al monarca.


Ya en el octavo asalto, a unos 20 segundos de que se escuche el campanazo, Ali decide que es momento de acabar con la pelea y de recuperar lo que años atrás le fue arrebatado por una desobediencia civil. Aturdido por el cansancio y los guantazos recibidos, tras soltar algunos golpes sin fuerza, Foreman descuida su guardia y ahí explota el poder de The Greatest, quien con una serie de puñetazos lo manda a la lona. 

La emoción explota y el fatídico conteo comienza. El réferi, Zach Clayton, va de uno a uno hasta llegar al ocho, aunque no sigue más allá, porque se da cuenta que el monarca no puede continuar. Se acaba todo. El mejor boxeador del mundo ha recuperado su sitio en la que pasa a ser, desde entonces, una de las funciones más importantes en la historia del box: Rumble in the Jungle.


  • Eduardo Domínguez
  • Reportero-redactor. Egresado UNAM. Llegué a Mediotiempo en 2019.
NOTAS MÁS VISTAS