Un botellazo al papá de Marco Antonio Barrera impidió que se acabara su rivalidad con el Terrible Morales
El de Iztacalco pensó cerrar la gran trilogía ante el tijuanense con un abrazo, pero una reacción de furia impidió que eso pasara.
Después de ofrecer una de las más grandes trilogías del boxeo, Marco Antonio Barrera y Erick "Terrible" Morales mantienen su animadversión al día de hoy, situación que, a decir del primero, tiene su origen el 27 de noviembre de 2004, fecha de su último enfrentamiento.
¿Marco Antonio Barrera y Terrible Morales no se hablan?
Si bien al día de hoy son capaces de convivir con cierto respeto e incluso trabajan en un podcast llamado 'Un Round Más', Barrera admite que "no se hablan", en una muestra clara de un distanciamiento que no sólo tuvo su origen en los puñetazos que intercambiaron, sino en un gesto del tijuanense que no le ha perdonado.
En charla para ProBox TV, el de Iztacalco recordó que en algún momento estuvo a punto de cerrar su rivalidad con el Terrible Morales con un buen abrazo, algo que es habitual entre pugilistas, pero su rival, en una reacción de furia, acabó por agredir a su papá, algo que no perdonó.
"Una vez Mauricio Sulaimán me dijo: 'Ve, dale un abrazo', y le dije (al Terrible): 'Sabes qué, eres la persona más corriente que puede existir, te dedicas a decir puras palabras malas de mí'; Mauricio me dijo: 'Ya cambió' Ya cuando voy, antes de acercarme, avienta una botella que le pegó a mi papá y entonces ahí fue la enemistad más grande.
Periodistas y promotores influyeron
Todavía sin redes sociales, tanto Morales como Barrera se dejaban llevar por supuestos comentarios que lanzaba uno del otro, lo que ayudó a que llegaran encendidos a cada encuentro. Igual influyeron los promotores, quienes con tal de llamar la atención les picaban el orgullo.
"Desafortunadamente no existían las redes sociales. Los periodistas decían: 'Oye, que el Terrible hace esto, hace lo otro", y aparte cada que le mencionaban a Erick mi nombre me mentaba la madre. Eso fue acrecentando todo, y después en las conferencias de prensa los mismos innombrables (promotores) me decían: 'Está diciendo esto, dale un chingadazo y yo me aviento la demanda', y efectivamente, accedí a hacer eso, pasó lo que tenía que pasar y fue con el único boxeador que después de terminar la pelea nunca nos pudimos dar un abrazo.