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Boxeo se tiñó de TRAGEDIA en Bukom; púgil sufrió paro sobre el ring

El boxeo es un deporte de resistencia, de fuerza, de coraje. Pero anoche, en la Bukom Boxing Arena de Ghana, fue también un escenario de tragedia.

Gabriel Oluwasegun Olanrewaju se desplomó en plena pelea de box (Captura X)
Gabriel Oluwasegun Olanrewaju se desplomó en plena pelea de box (Captura X)
Olga Hirata
Ciudad de México

Gabriel Oluwasegun Olanrewaju, un experimentado púgil nigeriano de 40 años, cayó en el tercer asalto de su combate contra el ghanés John Mbanugu, conocido como “Power”. No fue un golpe fulminante. No hubo un gancho al mentón, ni un nocaut espectacular. Fue algo peor: un desplome repentino, un colapso que dejó helados a los espectadores, a los jueces, al equipo técnico, y sobre todo, a su rival.

¿Qué le pasó al boxeador nigeriano Gabriel Oluwasegun Olanrewaju?

Faltaban apenas 15 segundos para que sonara la campana y diera fin a ese tercer round. La pelea se desarrollaba con intensidad, con intercambios de golpes, con el desgaste natural de dos peleadores que dejaban todo en el ring. Entonces, el cuerpo de Olanrewaju se dobló, sus piernas cedieron y su humanidad se estrelló contra la lona.


El réferi se inclinó sobre él. La cuenta empezó, pero algo estaba mal. Olanrewaju no reaccionaba, sus ojos parecían perdidos en el vacío. Un silencio denso se apoderó del recinto cuando el réferi dejó de contar y comenzó a hacer gestos urgentes al equipo médico.

Precaución, imágenes sensibles

Las asistencias llegaron con rapidez, pero la angustia crecía. Se intentó reanimarlo sobre la lona, mientras el público, que minutos antes vibraba con la pelea, ahora contenía la respiración. Minutos después, lo trasladaron de urgencia al Hospital Universitario Korle-Bu, pero la incertidumbre ya se había sembrado.

¿Boxeador Olanrewaju murió?

Algunos reportes extraoficiales han adelantado lo peor: la posible muerte de Olanrewaju por un paro cardíaco. Sin embargo, hasta ahora, no hay confirmación oficial.

En el mundo del boxeo, la muerte siempre acecha en un rincón del ring. Se han escrito muchas historias sobre guerreros que caen y no vuelven a levantarse. Pero no hay manera de acostumbrarse. No hay forma de aceptar que un hombre que subió al cuadrilátero con sueños, con orgullo, con ganas de pelear, pueda salir de ahí en camilla, sin respuestas, sin certeza de lo que vendrá.

Anoche, en Bukom, la adrenalina se convirtió en miedo, la euforia en preocupación. Y el boxeo, ese espectáculo de valentía y resistencia, nos recordó que en cada golpe, en cada asalto, se juega algo más que una victoria.



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