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“El chamaquito era peleonero”: Rigoberto Álvarez, hermano mayor del Canelo

Desde niño Saúl mostró que era bueno para meter los puños, comparte quien fue la inspiración del Mejor Libra por Libra del planeta.

Ramón, Rigoberto y Saúl Álvarez / Especial
Ramón, Rigoberto y Saúl Álvarez / Especial
Rodrigo Mojica
Ciudad de México

La primera vez de Saúl “Canelo” Álvarez calzándose unos guantes de boxeo, le iluminan la mirada a Rigoberto, pues refrescar la memoria sin duda le provoca orgullo, porque además recuerda que al final él mismo fue el inspirador del ahora mismo Mejor Libra por Libra del Planeta.

Los Álvarez, de estirpe boxística, pues los registros ahí están, cuando los hermanos, los siete varones pelearon en la misma velada, siempre apuntaron al estrellato, y aunque fue Canelo el que pudo figurar, el mayor de los consanguíneos comparte que el éxito de Saúl es suficiente, porque además siempre trabajó para ser alguien en este deporte.


Y Rigo cuenta el inicio de todo, de una carrera que ahora mismo es la más prolífica del pugilismo, porque además el chico siempre mostró ser recio, gallardo, echado para adelante.

“Yo vivía en la ciudad de Tijuana, me fui a probar, ahora sí que, a calarme por allá, estuve cerca de dos años, pero había muy poco boxeo, me desilusioné un poco por la falta de oportunidades y decidí regresar.
“Para ese tiempo mi hermano insistía en que quería ser peleador, que quería ser como Julio César Chávez, que yo creo siempre es una inspiración para todo mexicano, así fue como empezó todo”.

Y El Español, cómo era conocido en su época arriba de los ensogados, comparte un capítulo puntual que marcó la carrera del más chaval de la camada, pues asegura que ahí demostró que estaba hecho para esto.

“Cuando llegué a casa, esperaba un saludo, un abrazo, y no, lo primero que me pidió el chamaquito fueron los guantes; ‘dame mis guantes que me prometiste, mi careta, yo quiero ser boxeador’, recuerdo que me dijo, era un niño, estaba chiquito.
“Miró lo que le traje, y platicando con mis padres, de pronto ya no lo vi, como a los tres o cuatro minutos llega como con unos 10 niños del barrio de Juanacatlán y me dijo que si se ponía los guantes con sus compañeros, en un dos por tres ya estábamos viendo a los chavales boxear, y a mi padre y a mí nos llamó mucho la atención cómo el muchacho, sin saber de boxeo, tiraba los golpes y se movía, después empezó a llorar”.

El primogénito Álvarez, acepta que “siempre fue muy corajudo, lloraba de coraje, y peleonero, tenía algo diferente, ya lo traía. Le quité los guantes y le pregunté: ‘¿De verdad quieres ser boxeador?’, y me respondió que sí, ‘quiero ser como tú’, entonces le dije: ‘Quiero que vengas todos los días aquí y no vas a ser cómo yo, vas a ser mucho mejor que yo’”.

‘HAGAN MÁS CANELOS’

Las voces negativas, insistentes en que el tapatío fue hecho al vapor, pues Televisa necesitaba urgentemente una figura, Rigoberto las desdeña y ejemplifica las características que debe tener alguien que aspira a ser idolatrado.

“Cualquier joven que es famoso, y que tiene los reflectores de la manera en que los tiene Saúl, pues es un producto de la televisión, claro que los busca, porque venden, porque la gente los sigue, porque sí lo quieren, porque no lo quieren, porque les cae bien, porque se les hace guapo, se les hace feo, pero es alguien que llama la atención de alguna manera.
“Yo a mucha gente se lo he dicho, ‘tú dices que Saúl es un tipo creado por la televisión, tienes 200 boxeadores, porque no los llevas y les dices que todos son buenos’. Mucha gente debe de entender que esto es así, alguien que ya trae algo, obvio que siempre te van a seguir”.

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