'Nunca vi venir esa derecha'; Meldrick Taylor y su crudo relato de su derrota ante JC Chávez

En 2009, el estadounidense publicó un libro titulado "2 segundos de la gloria"; en él, revela esos detalles que lo llevaron a caer de forma dramática ante el mexicano.

JC Chávez esa noche hizo vibrar a todo México.

La noche del 17 de marzo de 1990 está cincelada en la memoria de todos los mexicanos que aman el boxeo. Aquel día se vivió una contienda épica, en la que Julio César Chávez revivió arriba del cuadrilátero para llevarse la pelea en los últimos segundos del doceavo asalto ante el estadounidense Meldrick Taylor.

 Pero así como la pelea está grabada en la mente de los mexicanos con gran alegría, también está guardada en la del estadounidense, pero con gran amargura. Taylor se quedó a dos segundos de derrotar al invencible Julio César Chávez, situación que lo persigue hasta la fecha.

Para liberar su frustración, Meldrick Taylor recurrió a escribir un libro en 2009, el cual tituló "2 segundos de la gloria"; en él, el estadounidense dio detalles de lo vivido en aquella pelea, esos pequeñas decisiones que lo llevaron a la derrotas.

"Era muy raro que dos campeones jóvenes estuvieran dispuestos a enfrentarse tan pronto en sus carreras. Pero algo característico de mí es que siempre tuve una valentía inmensa. Sabía que era inevitable que nos enfrentáramos. Estábamos en ruta de colisión. Chávez reinaba supremo como el campeón a vencer. Estaba noqueando a todos los rivales. Cuando lo reté, su récord era de 68-0. Yo sabía que podía destronar a Julio. Mi nombre sería reconocido como un gran campeón Libra por Libra", comienza a relatar el estadounidense en su libro.

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Los pequeños detalles durante la pelea

La contienda entre Meldrick Taylor y Julio César Chávez tuvo un arranque vertiginoso, el estadounidense lució dominador, estaba sorprendido al gran campeón, pero en el tercer asaltó llegó el primer improvisto para él, el cual aún reprocha a su esquina.

"En el tercer round me metió el pulgar en el ojo y me nubló la visión. Todo se me empezó a mover, me decepcioné un poco, pero mantuve la esperanza. No podía creer que mi esquina no tuviera una plancha para desinflamarme el ojo. Tenía una inflamación en el párpado.

"Esta pelea era demasiado importante como para no tomar todas las precauciones necesarias, sobre todo, considerando la magnitud de la pelea. Pensaba lo extraño que era, que mi second me metiera vaselina en la nariz, porque eso me impedía una mejor respiración.También me puso vaselina en las cejas, y estaba sudando tan profusamente, que me empezaba a quemar los ojos. El second me intentaba frenar la inflamación con una bolsa de plástico llena de hielos", relata Taylor con el ímpetu de querer regresar el tiempo para corregir todos esos pequeños detalles.

No puedo ver, tengo visión borrosa. Veo tres imágenes de Chávez“, le decía a mi entrenador Lou Duva. “Pégale al de en medio”, me respondió.

Otra mala decisión

La falta de visibilidad, obligó a Meldrick Taylor cambiar de estrategia, así que optó por entrar al terreno corto, mismo que era la especialidad de Julio César Chávez y que le terminaría costando muy caro al estadounidense.

"Abandoné mi estrategia de boxear, de pegar y salir. Decidí quedarme lo más cerca posible de Chávez, porque tenía mayor oportunidad de conectar golpes. Mi vista no estaba bien. Veía dos Chávez enfrente, y cambié toda mi estrategia para compensar la falta de visión. Le estaba ganando adentro, atacando el cuerpo con dobles y triples ganchos.

"Se suponía que ese tipo de pelea era el de Julio César Chávez. Intercambiamos muchos golpes. Sin embargo, yo me estaba llevando más desgaste. En los últimos rounds de la pelea, estaba peleando solo con valentía e instintos, intercambiando golpes tremendos. Le metí mucho corazón para seguir en la pelea y dar una guerra a pesar de mi condición".

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La caída en el doceavo

Los dos peleadores aguantaron de pie hasta el doceavo round con corazón, garra y espíritu; sin embargo, ahí Meldrick Taylor cometió un terrible error que llegó respaldado por su equina, ya que decidieron que saliera a ganar el asalto 12, para no dejar abierta la posibilidad de que le robaran la pelea los jueces, pero ahí llevó la penitencia.

"Nadie podía imaginar lo que pasaría en ese último round. Estaba ganando en las tarjetas de los tres jueces. Era evidente que iba en camino a la más dulce victoria. Mi entrenador me dijo que necesitaba ganar el último round. Y yo confiaba en mi esquina. No quería dar nada por seguro. Cuando estás peleando ahí adentro, no sabes realmente cómo van las cosas, así que tomé el consejo de mi esquina y fui a tratar de ganar el último round. Estaba dispuesto a morir.

"En ese último round, yo estaba demostrando lo que demostré en toda la pelea. Era el más agresor y le estaba ganando. Pero actué con descuido, perdí el equilibrio, trastabillé, y él hizo que yo me girara y me fuera hacia una esquina. Eso le dio el ángulo para tirar la mano derecha y conectarme en la mandíbula. Nunca vi venir esa mano derecha. Me pegó desde el lado ciego y lo que único que supe es que estaba tirado en la lona. Aquella mano derecha fatal me dio en la mandíbula.

Le paran la pelea

El golpe de Chávez llegó con tal fiereza que mandó a Taylor a la lona cuando restaban 15 segundos para que terminara la pelea, el estadounidense se puso de pie, y según confiesa, ahí llegó un último error que terminó por consumar la gesta del mexicano.

"Mis instintos rápidos y mi repulsión a la derrota me decían que me levantara. Todo pasó muy rápido. Todos los que miraban la pelea vieron cómo me levanté. Logré sujeté de las cuerdas para mantener el equilibrio. Me fui a la lona con 12 segundos en el reloj antes de que terminara el último round. Me levanté con el conteo en 6 y miré a mi esquina.

"Me di cuenta que mi entrenador Lou Duva subía los escalones rumbo al ring en la esquina, mirándome, y eso me distrajo por un momento. Es por eso que no estaba mirando al réferi. Pero tenía la conciencia para saber lo que estaba pasando a mi alrededor. Escuché que el réferi me preguntó si estaba bien. Le respondí asintiendo con la cabeza, diciéndole que sí estaba bien.

"La luz roja en la esquina se encendía y se apagaba indicando que eran los últimos 10 segundos. Si Richard Steele se hubiera dado cuenta de que eran los últimos 10 segundos del round, se habría dado cuenta también de que la caída era intrascendente. Pero él, de forma despiadada, me paró la pelea", relató con gran dolor el estadounidense en su libro.


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