‘Nadie apostó por mí'; La Roca Zamora lidió con las burlas de su pueblo
La boxeadora mexiquense recuerda que la gente iba a verla entrenar con morbo por ser mujer; hoy es campeona mundial en tres divisiones.
San Cristóbal Huichochitlán, en el Estado de México, la vio crecer enfundada en unos guantes rosas, pero de igual forma le hizo sentir el rigor de un pueblo que, tal vez, en esos tiempos, no estaba listo para ver a una mujer inmiscuirse en un mundo que, aun en la actualidad, para un puñado podría ser exclusivo del llamado sexo fuerte.
‘Entrenas boxeo y eres chica, te vas a convertir en hombre’, cuenta la Campeona Mundial en tres Divisiones, Ibeth “La Roca” Zamora, que llegaron a decirle en su comunidad, por lo que tuvo que hacer oídos sordos y enfocarse en lo que quiso adoptar en su ruta profesional, esa misma que, por cierto, ahora mismo no se explica por qué decidió adoptar.
“Es una pregunta que hasta ahorita, ni yo misma me la puedo responder, solo sé que la sensación de estar arriba de un ring con otra compañera es una muy padre, y es un reto conmigo misma, es ver hasta dónde llegan mis capacidades físicas para soportar el estar al tú por tú con mi contrincante; el por qué me gusta, realmente no lo sé, porque si yo veo una pelea de box, y más si es en vivo, me resulta increíble que yo me suba a un ring para golpearme con alguien más, para pelear, por la satisfacción de ver hasta dónde llegan mis capacidades físicas, cuánto puedo soportar”.
Basquetbol, futbol, la disciplina fue parte de la pequeña Ibeth, porque siempre gustó de las actividades físicas; incluso, se la pensó en ser jugadora de futbol, aunque al final, y porque entendió que la gloria a partir de la individualidad puede ser más satisfactoria, optó por seguir perfeccionando sus ganchos, volados y uppers.
“A mí me gustó el deporte desde que estaba chiquita, escuchaba a mis primas que iban a las carreras que estaban aquí en el pueblo, después en la primaria me metí a jugar basquetbol, y en la secundaria mi sueño era ser futbolista profesional, y en ese inter de la secundaria se empezó a poner mucho de moda, más aquí en San Cristóbal, que la gente estuviera hablando de boxeo, y mi papá siempre fue fanático; cuando comencé se escuchaban mucho los nombres de Ana María Torres, La Barby Juárez, Jackie Nava, entonces como que me fue llamando inconscientemente.
“Vi que mi papá tenía su cajita de recuerdos, y veía sus recortes, sus revistas de la historia del boxeo, me llamaba la atención ver que los boxeadores estuvieran todos golpeados, recuerdo mucho la vida de Rocky Marciano, y pensaba que sería padre tener el ojo hinchado, morado, me llamaba la atención, obvio después cambió todo eso”.
¿Por qué eligió el boxeo sobre el futbol?
Defender en el rectángulo verde a su escuela, como parte del equipo, se mantuvo en su itinerario deportivo, pero a la par le daba sus primeros golpes a la pera; sin embargo, tuvo que decidir a dedicarse por completo a una sola actividad.
“Salía de la secundaria, tenía los partidos de futbol, íbamos a jugar un torneo, entrenábamos a las cinco de la tarde, y recuerdo que del campo de futbol me iba corriendo al gimnasio, después recuerdo que mi papá me dijo que si quería dedicarme a algo estaba bien, pero que me decidiera por alguno, ‘porque en el futbol te puedes lesionar, y no vas a poder pelear’, y me incliné más por el boxeo, porque es un deporte individual y vas tú sola arriba del ring a buscar la victoria”.
Ser parte del boom femenil, del llamado boxeo de guantes rosas, estaba palomeada su primera opción, y entonces comenzó a batallar con quienes veían ‘raro’ que una fémina buscara trascender en este nicho.
“Por parte de mis papás nunca hicieron esa diferencia de decir: ‘eres mujer y te dedicas a lo que comúnmente pasa en el pueblo: a la casa, te casas’; mis papás siempre nos abrieron ese panorama de, eres mujer y puedes hacer lo que quieras. Para la gente y los vecinos sí era raro, primero que me vieran entrenando en un gimnasio, en ese tiempo recuerdo que había señores que iban para ver cómo entrenaba, porque escuchaban que había una muchachita, y decían que iban a ver a la Zamora, y yo con la mirada encima de los señores.
“Realmente sentía que me iban a ver por curiosidad y por burlas, así eran las miradas, recuerdo en una ocasión, aquí en el pueblo había un gimnasio, que era de adobe, el dueño platicaba con un señor que me fue a ver, y hablando en otomí le dijo: ‘no creo que llegue a hacer nada’; y la verdad es que se me quedaron muy grabadas esas palabras, porque ellos no sabían que entendía otomí y le seguí pegando al costal, y es algo que se me quedó grabado, para ver si no tenía con qué, vamos a ver, ¿no? Tal vez no tenga esas cualidades de otras compañeras, pero lo que a mí me llevó a sobresalir fue la constancia y la dedicación”.
¿Cómo fue su debut profesional?
Y el embudo de Perú 77, ese que se encuentra enclavado en el corazón citadino mexicano, fue el escenario de su primera vez en el terreno profesional, y también la catapulta para después convertirse en monarca indiscutida, en una de las máximas representantes aztecas.
Otra vez con las voces suspicaces, se lanzó aunque le dijeron que mejor no, porque la contraria era experimentada, poderosa, con ganas de revancha; al final, hasta le hizo ganar unos centavos a quien le brindó su confianza.
“Mi pelea de debut no está registrada, la hice un 10 de febrero de 2007, ante Belén Posadas, en la Arena Coliseo; tenía un proyecto deportivo, estuve entrenando más de un año, y cuando me dicen que debutamos, la verdad es que también fue algo que me llenó de mucha emoción, porque es un sitio que forma parte del boxeo mexicano; aunque nerviosa también, porque después quien me consiguió la pelea me dijo que mejor no, porque era una pelea muy fuerte, porque Belén ya tenía experiencia en el terreno profesional; recuerdo que había apostadores, nadie apostó por mí, solo una persona y me llenó de emoción, porque la gente estaba igual emocionada, y de hecho nos dieron un trofeo por la mejor pelea de la función; ha sido la vez en donde salí más golpeada.
“Mi padre me dijo, ‘ya sentiste los golpes, ya viste que sí son golpes de verdad, tú decides si sigues o no’; sí la pensé, porque no quería que me volvieran a dejar tan golpeada como sentí que me dejaron, y ahí entendí que los golpes sí duelen, pero que también debía estar enfocada, y lo hice porque tampoco pasé mi examen de admisión a la Facultad, dije, ‘a ver qué pasa’, y ese mismo año me coroné como Campeona Nacional”.
Siguiendo los pasos de las grandes…
Luego del remojo, y de recibir su primera paga, que fueron 900 pesos, de los que conserva aún el recibo, y hasta el vendaje que utilizó ante Belén, Zamora comenzó a escalar hasta convertirse en triple monarca, aunque siempre con el pendiente de los ‘benditos’ dineros, tan dispares aún ahora, por explicaciones que pueden rayar en lo irrisorio.
“Que boxeábamos menos, y que eso equivalía a menos tiempo en televisión; mi primer título lo obtuve a los 20 años y casi siempre salía en televisión, y esa era la justificación, que salía menos, aunque yo supe que pagaban lo mismo para hombres y mujeres, esa justificación era absurda, y solo nos quedaba mediar.
“Cuando se hizo la primera convención femenil por parte del Consejo Mundial de Boxeo (CMB), yo estaba a favor de que los rounds fueran de tres minutos, pienso que teniendo una buena preparación tenemos la capacidad física para soportarlo; corro en el (Centro Ceremonial) Otomí, hago casi el mismo trabajo que un hombre que podría pelear hasta 12 rounds; pienso que haciendo un buen entrenamiento tu cuerpo se va adaptando para tener buena capacidad; un maratón lo corre igual un hombre y una mujer, tal vez el desgaste será más, pero mientras pelees en las mismas condiciones, será equitativo”.
Una mujer feliz
Ser una mujer boxeadora, La Roca no lo cambia por nada, pues han sido más las sonrisas que los enfados, aunque también está ese pendiente de que alguien apueste por ellas, que se la juegue a que tienen el talento para generar ese tan necesario arrastre, que sea una inyección en lo económico.
“Mi vida como boxeadora ha sido padre, debuté a los 18, mi primer campeonato mundial lo obtuve a los 20, me coroné Minimosca a los 23 años, a los 27 me corono Campeona Mosca, Campeona en tres Divisiones diferentes, creo que el ser boxeadora ha sido una gran manera de vivir, y le agradezco a Dios la opción de poder haber conocido el boxeo, porque también gracias a este deporte conocí a mi esposo. A lo largo de esta historia me he encontrado amigos y pude conocer a grandes ídolos”.
Y don Juan, aquel del gym de San Cristóbal, en español, después de que la vio como dueña de cinturones por doquier, y olvidándose de su desdén, no le quedó de otra más que felicitarla, porque lo logró y en grande.