Golf

María Fassi irá al Salón de la Fama de la WGCA

El reconocimiento es reservado para quienes dejaron huella real en el golf universitario de Estados Unidos.

Fassi, una líder dentro y fuera del campo (@MariaFassi0)
Fassi, una líder dentro y fuera del campo (@MariaFassi0)
Olga Hirata
Ciudad de México

Sin ruido. Sin poses. Con puro juego. Así se explica el ingreso de María Fassi al Salón de la Fama de las Jugadoras de la WGCA, un reconocimiento reservado para quienes dejaron huella real en el golf universitario de Estados Unidos.

La mexicana fue mucho más que una buena jugadora en Arkansas. En 2019 alcanzó el segundo lugar del ranking mundial amateur, la mejor posición histórica para una latinoamericana. Ese mismo año lo ganó prácticamente todo: campeona nacional individual de la NCAA, campeona individual de la SEC, Atleta Femenina del Año de la SEC, Jugador del Año PING WGCA y Premio ANNIKA. No fue una racha: fue dominio.

Con los Razorbacks, Fassi fue líder dentro y fuera del campo. Dos veces All-American del Primer Equipo, seleccionada para la Palmer Cup y presencia constante en torneos de máximo nivel como el U.S. Women’s Open, incluso antes de dar el salto al profesionalismo.

Su historia venía escrita desde antes. Triple campeona del Abierto Nacional Amateur de México, campeona continental, referente juvenil y habitual en campeonatos mundiales. Siempre con el mismo sello: cabeza fría, juego sólido y una competitividad que no necesita gritar.

¿Quién es María Fassi?

Antes de Arkansas, antes de la NCAA, antes de los premios con nombres rimbombantes, María Fassi ya era María Fassi. Y eso importa.

Nació en Pachuca, Hidalgo, lejos del cliché del golf como deporte heredado entre apellidos compuestos y clubes blindados. Su historia empieza en un entorno más terco que glamuroso: horas de práctica, disciplina temprana y una familia que entendió rápido que el talento sin estructura no sirve de nada.

Desde niña mostró algo poco común: una relación muy seria con la competencia. No jugaba para verse bien, jugaba para ganar. En categorías juveniles empezó a marcar diferencia no tanto por potencia, sino por lectura del campo y control emocional, dos virtudes que suelen llegar tarde o nunca.

¿Dónde se terminó de formar?

Su formación se consolidó entre México y torneos internacionales juveniles, donde se acostumbró pronto a no ser local, a no tener ventaja ambiental y a cargar con la etiqueta de “la mexicana”. En lugar de pesarle, la templó. Fue campeona nacional amateur, campeona continental y presencia constante en competencias de alto nivel antes de cumplir la mayoría de edad.

Un punto clave en sus orígenes: el roce temprano con Estados Unidos. Participó varias veces en el U.S. Girls’ Junior y el U.S. Women’s Amateur, escenarios donde muchas promesas se encogen. Fassi no. Ahí se volvió evidente que su futuro no estaba limitado por geografía, sino por ambición.

Cuando Arkansas apostó por ella, no fichó solo a una golfista talentosa, sino a una jugadora mentalmente formada, con identidad clara y una competitividad que no depende del aplauso. Eso no se construye en la universidad: se trae de casa, de la infancia, del origen.

María Fassi no salió de la nada. Salió de un proceso largo, silencioso y muy bien trabajado. Por eso, cuando llegaron los reflectores, no la deslumbraron. Ya venía acostumbrada a caminar con la cabeza fría.

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