La nacionalidad del técnico no ha sido condicionante de buenos o malos resultados en la Selección Nacional de México. No lo ha sido y no lo será. Ahí están los nombres, las trayectorias, los números y los resultados en las 17 Copas del Mundo en que el Tricolor ha participado desde 1930. ¿Pero para qué irnos tan atrás?
Recientemente Javier Hernández, todo un símbolo en la Selección Nacional de México y con una magnífica carrera en clubes, labrada a base de pundonor y talento en Ligas de Europa, fijó su posición sobre el polémico y recién retomado tema, y con balance casi impecable lo argumentó, solo con una falla.
Chicharito declaró: “Estoy en pro de la gente mexicana y talentosa, pero aquí lo que más conviene es una persona que llegue y que ayude, que pueda sumar, sea de la nacionalidad que sea”. Hasta aquí, certero; es lo deseable, que quien sea el técnico nacional (venga de donde venga) logre que la Selección avance.
Dijo más el tres veces mundialista (2010, 2014 y 2018): “En 2006 nos encantó el proceso y era un entrenador argentino (Ricardo La Volpe), en 2014 era un entrenador mexicano (Miguel Herrera) y nos encantó todo lo que sucedió en ese Mundial. ¡Ya basta de estas novelas! Hay que unirnos sea mexicano o no”.
Chicharito expuso sus “15 años siendo extranjero”, “y no me gustará que por ser extranjero no me dieran una oportunidad de obtener un trabajo”; desde luego que la razón le asiste el gran goleador de la Selección, pero esta vez hablamos del seleccionador y no de un jugador más. Es distinto.
La clave la dio Nacho Ambriz a La Octava Sports: El (DT) mexicano parece que llega a apagar fuego; me tocó con Javier Aguirre, que lo han agarrado en dos ocasiones, porque las cosas no salían”, y sin embargo, fue autocrítico, porque si ningún técnico mexicano ha podido culminar un proceso, es porque “algo estamos haciendo mal”. ¿Qué será?