“Teníamos prisa”, empezó por decir Rodrigo Ares de Parga, director ejecutivo de Selecciones Nacionales; se refería al compromiso en marzo en la Liga de las Nacionales, aunque luego atajó con un “pero tampoco teníamos que precipitarnos”. Al final todo lució así, precipitado, atropellado y sin la higiene necesaria.
En la conferencia de prensa en la que fue presentado Diego Cocca como entrenador nacional, Ares de Parga admitió que de la fuga de información surgieron los malos entendidos con Tigres, al que le mandó el mensaje y apagó ese fuego: “La Selección está por encima de cualquier equipo”. ¡Faltaba más!
Confirmó también la candidatura de cinco: Bielsa, Herrera; Almada, Ambriz y Cocca. ¿Por qué se decantaron por Diego? Deportivamente (¡vaya!), por ninguna cualidad notable que no comparta el argentino al menos con los otros técnicos del medio mexicano. Solo les conviene más que el resto. ¡Válido!
Jaime Ordiales, el director deportivo, expuso en su turno que Diego es un líder inteligente, con valores, ha sabido conducir grupos, de probada capacidad y experiencia, logros profesionales, estructurado, estratégico, con adaptabilidad en los sistemas de juego, exigente, comprometido, con carácter y superación constante. Con pleno conocimiento del futbol y del jugador mexicano.
Siguió Ordiales: “No le basta el futbolista mexicano con el talento, hay que aspirar a algo más; hemos encontrado en Diego a una persona que expresa mucho ello. Trabaja en equipo y en áreas multidisciplinarias; cuenta con una buena imagen; hay que aprender de lo que hemos vivido”.
Tras los elogios, el compromiso de Diego: “Seriedad, trabajo, humildad y el objetivo de poner a México en los mejores lugares”. Tras 4 años perdidos en lo deportivo con el Tata, un Mundial desastroso, 60 y pico días de análisis y una hora de conferencia, es todo lo que obtendremos.