Columna de Luis Alcázar

¿Por qué el fútbol es el “deporte rey”?

Muchas veces quien esto escribe se pregunta que por qué el deporte en general y el fútbol en particular es capaz de atrapar la emoción y captar la atención de tantos hombres y mujeres en todo el mundo. En multitud de ocasiones quien esto redacta se pregunta que cómo es posible que millones de personas coincidan en participar de forma activa o pasiva (jugando o con su presencia como espectadores) en partidos o en enfrentamientos en los que, a ojos de cualquier profano en esta lid, simplemente se golpea una pelota con los pies u otras partes del cuerpo. Resulta interesante, sugestivo y hasta fascinante comprobar, observar y reflexionar acerca de la procedencia, acerca de dónde proviene ese magnetismo que hace del fútbol un cautivante fenómeno de movilización de masas. Son muchas las razones que el arriba firmante encuentra a este portento en el que un balón es como un pequeño sol en torno al cual giran una cantidad ilimitada de elementos. Alrededor de un esférico se mueven jugadores, aficionados, técnicos, dirigentes, árbitros, políticos, empresas y empresarios, periodistas en medios escritos, audiovisuales y radiofónicos... Pero, ¿por qué se produce tal fenómeno? En opinión de este que les habla por escrito, hay muchas causas: la primera, y no por ello la más importante, quizás tenga que ver con la posibilidad que el fútbol concede a las personas de colmar un instinto natural por moverse y practicar una actividad física. Este instinto de moverse y practicar una actividad física se consigue, se colma jugando al fútbol, y se satisface aún más cuando se contacta con el balón. También, y esta es la segunda razón, jugando al fútbol se sacia una necesidad lúdica, que casi todas las personas necesitan consumar. Además, y esta es la tercera, los hombres y las mujeres precisan mantener relaciones sociales con otros miembros de su especie, y el fútbol permite mantenerlas. Cree este humilde articulista que también influye lo imprevisible del balompié. El fútbol no es una ciencia exacta, se dice frecuentemente; y con razón. Más o menos existen unas premisas y unos resultados lógicos, pero es ciertamente impredecible. No hay más que fijarse en cómo las quinielas las aciertan unos pocos privilegiados; eso, cuando hay acertantes. En pocos acontecimientos de la vida se puede pasar del éxito al fracaso en tan corto espacio de tiempo. Un día estás en la cumbre, y al otro, en el pozo de la miseria. Y esto le sucede a los futbolistas, a los entrenadores, a los equipos y a los aficionados. El fútbol incorrupto es pasión, odio, fidelidad a unos colores, a una ciudad, a una nación (esto no siempre), felicidad, desencanto..., sentimientos en definitiva que lo convierten en un fenómeno único, irrepetible y prodigioso. ¿Podrá alguien o algo destruirlo alguna vez?
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