Desde el Ángel

En la casa de Satanás el infierno está caliente

Todos hablamos del rotundo fracaso del Cruz Azul, pero eso ya no es nada nuevo.

En la Máquina se fracasa cada seis meses, pero ahí es parejo: fracasa la directiva encabezada por Víctor Velázquez, fracasan sus asesores, fracasan los cuerpos técnicos que contratan y fracasan sus jugadores.

Todo Cruz Azul es un fracaso, desde la “C” hasta la “l”.

Pero éste semestre hubo otro rotundo fracaso del que pocos o casi nadie habla: EL TOLUCA.

Pero antes de comenzar a informarles cómo lo ven desde adentro y lo que charlé con mis dos Judas Satánicos, tengo que hacer una aclaración.

El fracaso del Toluca es muy distinto al del Cruz Azul. Lo de los Diablos es netamente cancha.

¡Quién en su sano juicio puede juzgar y culpar a Don Valentín Diez del fracaso, si el señor autorizó y pidió que se reforzara su equipo, soltando dinero como pocas veces!

¡Quién en su sano juicio puede culpar a la directiva encabezada por Francisco Suinaga del fracaso si contrataron bien, tal vez no como los poderosos América, Tigres y Rayados, pero de que eligieron bien, lo hicieron.

Aquí, en la casa ese Luzbel, en el seno de Belzebú, los culpables del fracaso son los que juegan y dirigen. Aquí es distinto al Cruz Azul, una institución ya podrida que no tiene arreglo.

Hablé con mi Judas Satánico, le dije que publicaría de su equipo, pero antes de que me contestara le dije lo que les escribí recién: mi visión desde afuera es que ni Don Valentín ni la directiva son los culpables del espantoso fracaso, porque ni clasificar al Play In es algo que debería darles vergüenza.

“Qué te digo, no podemos ocultar lo evidente. Fue algo horrible. No clasificar sí es algo muy criticable”, comenzó a decirme.

“Se armó un muy buen plantel, confiaron en el cuerpo técnico, pero todos fracasamos.

La directiva es la responsable, porque son los jefes, pero tienes razón, los culpables somos los jugadores y el técnico”, me dijo.

— “¿Qué pasó?, dime”, le pregunté al jugador.

Nacho es raro”, tóóómala, tal cual me lo dijo.

— ¿Rarooo, cómo?”, era obvia mi repregunta.

“Es raro como técnico. Nunca pudo explotar el potencial. Hasta ahí te cuento”.

Me dijo que no hacía click con todos, que con alguno tuvo problema (imagino que Leo Fernández) y que jamás pudo o supo sacarle provecho al equipo.

— ¿Y ustedes? (los jugadores).

“Tampoco, por eso eso que dices de que los realmente que fracasamos somos los de la cancha, tienes razón”.

— “A mí no me convencen algunos jugadores”, LE DIJE YO, y me gustó su respuesta, aunque no la esperaba.

“Todos aplauden a Volpi, y no es para tanto”… ¡wooow!

Me contó que la directiva corrió a Nacho Ambriz buscando una reacción del plantel, buscando que despertaran, que se “despabilaran”, pero ni así.

“Cuando despidieron al profe (Ambriz) hubo una charla; no nos dijeron directo, pero querían que reaccionáramos, pero nada, esto ya estaba jodido”.

Hablé con otro Judas Satánico, él más apegado a la directiva, y me dijo algo similar.

“Buscábamos que Carlos (Morales) viniera a sacarle provecho, que explotara lo que Nacho no pudo, pero fallamos, no era el indicado. Nos equivocamos.

“Corrimos ese riesgo de despedirlo faltando cuatro jornadas, no es lo común, pero pensamos que llegando él (Morales) el equipo se soltaría, pero no, fue un error.

“Pero la razón fue ésa, de despertar a ese equipo que no veíamos (con Ambriz)”.

Me dice que están ya pasando el informe al consejo de administración y que vendrán cambios que deben funcionar.

Me contó que la directiva tiene mucha vergüenza con no darle resultados a Don Valentín.

“No nos hemos guardado nada ni en dinero, ni en trabajo, ni en análisis. El apoyo del dueño ha sido incondicional, pero en la cancha no se dio”.

Y saben qué, tiene razón. Aquí la culpa es del cuerpo técnico y jugadores. En Toluca no se puede criticar ni al dueño ni a la dirigencia.

En Cruz Azul el fracaso es completo, de pies a cabeza, y en Toluca sólo de las rodillas para abajo.

Posdata

Sin embargo, al final de cuentas, ambos fracasaron. En la casa de Luzbel el infierno está caliente… ¡y les será difícil apagarlo!

  • Miguel Ángel Arizpe
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