Columna de Nicolás Romay

Ochoa supo volver

Ni el se lo imaginaba. Había que recorrer cada rincón del aeropuerto para poder contar a todos los americanistas que se habían dado cita solamente para ver a Guillermo Ochoa. Se conformaban con tomar una foto o vídeo, aunque fuera con movimiento y a distancia.

El futbol mexicano nunca había sido testigo de un recibimiento así. La ilusión que generaba el regreso de Guillermo Ochoa era algo nunca antes visto.

Todo estaba preparado para que Memo y su familia salieran por otra puerta. Era mucha gente y podía ser peligroso. Pero Ochoa fue contundente: “llévense a mi familia y yo salgo por aquí”, le comentó a su representante y amigo Jorge Berlanga.

El abrazo de la gente llegó de inmediato. Desde que cruzó la puerta y hasta que se subió a la camioneta, Ochoa no perdió la sonrisa. Incrédulo, intentaba cantar con los suyos. Con esa afición que lo había dejado irse hace 8 años y que lo recibía como si nunca se hubiera ido.

Siempre cercano, Guillermo disfrutó cada momento. En cuanto llegó a la camioneta, se debutó para agradecer, tomó una bandera y la ondeó como si fuera un aficionado más. En ese preciso momento Ochoa se dio cuenta que estaba de regreso y que la gente estaba esperando demasiado de él.

No se trata de sólo regresar, hay que saber hacerlo. Guillermo está arrancando con toda la ilusión del mundo, como la de aquel novato que iba a debutar contra Monterrey sin decirle a sus papas. Así empieza el nuevo camino de Guillermo Ochoa.

Si su llegada al aeropuerto dio ilusión, no me quiero imaginar lo que generará cuando haga atajadas claves que se vean transformadas en puntos o en títulos. Ahí sabremos realmente lo que significa el regreso de Ochoa. Vámonos, que la pasen bien.



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