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La Cueva, el refugio en Barranquilla de Gabriel García Márquez

Uno de los más grandes escritores de habla hispana de la historia tenía en Barranquilla uno de sus lugares predilectos, La Cueva.

La Cueva, el refugio de Gabriel García Márquez en Barranquilla
La Cueva, el refugio de Gabriel García Márquez en Barranquilla
Editorial Mediotiempo
Barranquilla, Colombia

Cerrado con llave, el lugar favorito del escritor Gabriel García Márquez espera alejado del bullicio de la ciudad. La Cueva, el mejor nombre para un sitio que te brinda seguridad, tranquilidad y auténtica privacidad, albergó los más profundos pensamientos del autor de “Cien Años de Soledad”.

Las calles cerradas que lo rodean hacen imposible su acceso, complicado ante las obras de canalización que tienen convertida a toda Barranquilla en un caos y obligan a cualquier visitante a rodear el centro histórico para llegar a La Cueva.

En sus tiempos, desde 1954, el acceso era igual de compilado para Gabo, por ello la seducción de refugiarse con sus amigos. Las paredes de la casa con cinco habitaciones son testigos del pasar del tiempo; de donde entró como periodista y salió como literario.

“No teníamos propósito específico. Lo único que nos interesaba era hablar y, a veces, hasta de literatura, pero el grupo nunca tuvo pretensiones de ser literario”, cita uno de los manteles, frase de Germán Vargas.

En la recién remodelada cueva, entregada hace 10 años por la familia Char (de donde proviene el alcalde de Barranquilla, Alejandro Char, “dueños de casi toda la ciudad”, murmuran los ciudadanos) hay un homenaje pequeño para todos aquellos que recuerden el inicio de “Cien Años de Soledad”.

“Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo”. El arcón de hielo, con una luz azul, te brinda la oportunidad de plasmar las huellas de tus manos.

Las huellas de un elefante, protegidas por bronce y pequeños cristales, te guían hasta la puerta del lugar. La historia cuenta que Alejandro Obregón llevó al animal, de un circo junto al bar, hasta la puerta para exigir a su dueño, Eduardo Vilá, que abriera y los atendiera para seguir su fiesta.

Las marcas te llevan ante uno de los objetos más curiosos. Una nevera roja carmín fiel al estilo de los cincuentas. Una sola puerta y una manija plateada, nunca ofreció la función para la que fue fabricada. José Félix Fuenmayor la utilizó para guardar libros que no cabían más en su mueble y el mismo García Márquez conocía el uso nada común del electrodoméstico.

El “Macondo Urbanizado”, la fiel imagen de Barranquilla descrita por el Premio Nobel de Literatura, tiene en La Cueva una de sus mejores cocinas y un lugar declarado Patrimonio Cultural de Colombia.

Fotografías y pinturas te trasladan a los días en los que era solo una tienda con mesas para atender a sus fieles clientes denominados como el Grupo de Barranquilla, con Gabo como líder.

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