Columna de Montserrat Arrieta
Mi vida en los videojuegos, una pasión desde niña que no termina
Editorial Mediotiempo
El principio de mi afición por los videojuegos nació cuando a mi hermano le compraron su consola Super Nintendo. Lo veía jugar, me gustaba, incluso compartíamos por ratos la consola, esa que mis papás siempre le compraban. ¡Uy, qué tiempos!
Cuando empecé a trabajar decidí invertir mi dinero en un Playstation 3, quería volver a esas épocas y jugar más títulos que nunca había conocido.
¿Por qué hago mención de todo esto? Es simple, las personas no creían que yo pudiera jugar videojuegos, incluso mi madre se sorprendió y me dijo “pero si tú no juegas”.
Cuando llegaba a la tienda, los chicos me veían raro, no comprendían que una chica se interesara. Pero no solo me pasó a mí, he escuchado de muchos casos de videojuegos en línea en los que si los otros jugadores escuchan que eres una chica hay dos opciones: te insultan o se asombran.
Actualmente, las mujeres están muy metidas en la industria de los videojuegos, pero falta dar pasos mayores, hace falta que existan más chicas en los esports, pero el papel de las mujeres no se debe limitar a jugar en la consola. Tenemos chicas que se dedican a ser desarrolladoras, presentadoras, reporteras y analistas, o que trabajan en la industria de los esports.
Ya es muy común ya ver a streamers (como es mi caso) que se dedican a compartir no solo esa pasión sino también programas en los que hablan sobre temas tanto de tecnología como de videojuegos.
Lamentablemente, aún existe la idea de que solo estás en el medio por ser una cara bonita, he tenido que lidiar con incontables comentarios de “solo está ahí porque está bonita” y me pregunto si no tengo derecho de que también me gusten, son una pasión como los deportes y la música, siento que sigue existiendo está incredulidad de que a las mujeres nos gustan los videojuegos.
Me han preguntado si he sido bien recibida en una industria donde se destacan más a los hombres y siempre respondo que sí. Pese a que existan prejuicios, he logrado que muchas personas se den cuenta de que esta pasión no va enfocada a un solo género, he recibido grandes consejos y he aprendido muchísimo de esta pasión que tengo desde niña.
Cuando empecé a trabajar decidí invertir mi dinero en un Playstation 3, quería volver a esas épocas y jugar más títulos que nunca había conocido.
¿Por qué hago mención de todo esto? Es simple, las personas no creían que yo pudiera jugar videojuegos, incluso mi madre se sorprendió y me dijo “pero si tú no juegas”.
Cuando llegaba a la tienda, los chicos me veían raro, no comprendían que una chica se interesara. Pero no solo me pasó a mí, he escuchado de muchos casos de videojuegos en línea en los que si los otros jugadores escuchan que eres una chica hay dos opciones: te insultan o se asombran.
Actualmente, las mujeres están muy metidas en la industria de los videojuegos, pero falta dar pasos mayores, hace falta que existan más chicas en los esports, pero el papel de las mujeres no se debe limitar a jugar en la consola. Tenemos chicas que se dedican a ser desarrolladoras, presentadoras, reporteras y analistas, o que trabajan en la industria de los esports.
Ya es muy común ya ver a streamers (como es mi caso) que se dedican a compartir no solo esa pasión sino también programas en los que hablan sobre temas tanto de tecnología como de videojuegos.
Lamentablemente, aún existe la idea de que solo estás en el medio por ser una cara bonita, he tenido que lidiar con incontables comentarios de “solo está ahí porque está bonita” y me pregunto si no tengo derecho de que también me gusten, son una pasión como los deportes y la música, siento que sigue existiendo está incredulidad de que a las mujeres nos gustan los videojuegos.
Me han preguntado si he sido bien recibida en una industria donde se destacan más a los hombres y siempre respondo que sí. Pese a que existan prejuicios, he logrado que muchas personas se den cuenta de que esta pasión no va enfocada a un solo género, he recibido grandes consejos y he aprendido muchísimo de esta pasión que tengo desde niña.