Choque Séptico: Qué es, causas y posibles SÍNTOMAS
¿Por qué ocurre? Aquí te contamos todo lo que necesitas saber para conocerlo.

El choque séptico es una afección mortal que muchas personas han padecido en el mundo, y requiere atención médica inmediata. Pero ¿Qué es? ¿Por qué ocurre? Aquí te contamos todo lo que necesitas saber para conocerlo.
Recuerda que aquí solo te informamos, y que una nota no sustituye una consulta médica, por lo que si tienes una afección de esta naturaleza, busca atención especializada.
¿Qué es un choque séptico?
Un choque séptico es una condición en la que una infección en todo el cuerpo conduce a una peligrosa disminución de la presión arterial. Esta afección se manifiesta con mayor frecuencia en personas de edad avanzada, jóvenes o individuos con sistemas inmunológicos debilitados.
Puede ser causada por varios tipos de hongos o bacterias que, al ingresar al organismo, liberan toxinas que pueden dañar los tejidos corporales, lo que provoca una presión arterial baja y un mal funcionamiento de los órganos internos. Este proceso desencadena una respuesta inflamatoria en el cuerpo que puede causar daño en órganos como el corazón, cerebro, riñones, hígado e intestinos, entre otros.
Los síntomas que pueden indicar un choque séptico incluyen:
- enfriamiento y palidez de brazos y piernas
- cambios en la temperatura corporal
- escalofríos
- mareos
- disminución del gasto urinario
- presión arterial baja
- palpitaciones
- aumento de la frecuencia cardíaca
- inquietud
- agitación
- letargo o confusión
- dificultad para respirar
- erupción cutánea o cambios en el color de la piel.
¿Qué factores pueden facilitar la presencia de un choque séptico?
Son varios los factores de riesgo que pueden provocar que se presente un choque séptico en nuestro organismo, entre ellos se encuentran los siguientes:
- Diabetes
- Enfermedades en el aparato genitoruinario, biliar o digestivo.
- Enfermedades que puedan debilitar el sistema inmunológico como el SIDA.
- Presencia de sondas permanentes en el cuerpo.
- Leucemia.
- Uso prolongado de antibióticos.
- Linfoma.
- Infecciones recientes.
- Cirugías o procedimientos médicos recientes.
- Uso de esteroides.
- Trasplante de órgano sólido o médula ósea.
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