Canelo Team, de vender carnitas y pelear contra la 'migra', a forjar al campeón Saúl Álvarez
El Chepo Reynoso, padre del actual entrenador del Canelo Álvarez, recordó las penurias que vivieron en su época de carniceros y que los obligó a irse de 'mojados' a California.
Hoy es el equipo más exitoso en el mundo del boxeo, pero para llegar ahí, la familia Reynoso batalló de muchas formas, pues de ejercer el oficio de carniceros y vender carnitas en las calles de Guadalajara, se pasaron de 'mojados' a Estados Unidos donde los detuvo la migra; pero ahora, con base a esfuerzo, trabajo y dedicación, entrenan al gran campeón mexicano: Saúl "Canelo" Álvarez.
Eddy Reynoso es quien ya tiene varios años al frente de la preparación del Canelo, y fue él quien se sobrepuso a varios problemas para seguir cumpliendo sueños, y así lo recordó su padre, José "Chepo" Reynoso, quien dejó las carnitas por meterse de lleno al mundo del boxeo.
“Mi principal oficio, el que me dio para sostener a mi familia durante 30 años, fue la carnicería. Tuve una carnicería y fui carnicero como se dice vulgarmente. Afuera de mi carnicería pasaba un tianguis los jueves, yo hacía carnitas y un tianguero me dijo: '¿Por qué no me vendes unos tacos?'; mi mujer hizo una salsa y le vendí, luego se acercó más gente que quería más tacos. Total que pusimos una taquería para vender tacos de carnitas. Yo conozco todo el oficio de la carne, de hacer chicharrón, todo eso. Y cuando nos fue muy bien con la carrera de Saúl, se me ocurrió poner un restaurante aquí. Yo vengo el fin de semana a apoyar, a hacer las carnitas, porque todo eso yo lo sé”, explicó el Chepo Reynoso a mediotiempo.
Sin embargo, llegar a este punto no fue sencillo, ya que el Chepo Reynoso detalló que en algún momento la venta de carnitas se puso compleja, lo que obligó que tanto el Chepo como su hijo Eddy optaran por el sueño americano, por lo que en 1996 cruzaron de ilegales y ahí el hoy entrenador del Canelo fue fue detenido por la policía de migración.
“Eddy también sabe todo lo de las carnitas y la carnicería. Es carnicero de oficio. Él era el que más me seguía, en el boxeo o en el beisbol, porque tenía en el barrio equipos de beisbol o de futbol, y él andaba ahí. Nos fuimos a Estados Unidos un tiempo a trabajar, porque aquí se puso medio dura la situación y él me acompañó. Lo agarró la migración, lo metieron a la cárcel como 15 días. Total que pasó muchas penurias”, recordó el padre de Eddy.
“Pero al final, el veneno que no te mata te fortalece, y eso hizo que se fortaleciera más su carácter. Y, al final, de lo mucho que nos han pasado dentro del caminar en la vida, yo le doy gracias a Dios porque todo lo que nos ha pasado nos tiene a donde estamos ahorita. Bueno o malo, momentos complicados, difíciles, pues sí, pero ve dónde estamos ahorita.
"Estoy sentado en una silla en el restaurante de mi hija, bendito sea Dios. Yo estoy enormemente feliz por los logros que he obtenido a lo largo de mi vida, y te digo, han sido momentos difíciles en cuestión económica, que no había dinero. Cuando empecé en el boxeo, no había dinero. Tuve que dejar mi negocio de toda la vida porque ya no lo podía atender, era el boxeo o la carnicería. Al final aposté por el boxeo y mi apuesta fue buena", agregó.
Su incursión en el boxeo
Ya de vuelta en México, tras el sueño americano frustrado, la familia Reynoso puso en venta la carnicería y de a poco el Chepo se fue metiendo en el mundo del boxeo, arrancando giras con Julián Magdaleno y posteriormente conoció y comenzó a trabajar al pugilista Óscar “Chololo” Larios, así como a Javier “Chatito” Jáuregui.
“Desde los 13 años yo ya era un carnicero completo, porque me enseñé con mi papá. Mi papá tenía la carnicería y me enseñó ahí. A los 18 años de edad yo ya tenía mi propia carnicería. Ya era autosuficiente, independiente. Y cuando tuve que dejar la carnicería... mucha gente no tiene ni idea de lo que es estar semanas sin poder dormir, pensando en tu negocio, que ya no te da porque no lo atiendes igual que antes por el boxeo. Ya no me daba, no salía igual. Siendo que yo durante 30 años había mantenido a mi familia siempre, con la carnicería me iba bien, porque no es por presumir, pero soy un buen carnicero, sé atender bien a la gente y tenía carácter para recibir a la clientela”, mencionó.
Jáuregui compitió en la división del Peso Ligero y realizó 73 peleas con marca de 54 triunfos, 2 empates y 17 derrotas; mientras que el “Chololo” brilló en Las Vegas, Japón, y dejó su récord en 74 combates donde ganó 66, igualó 1 y perdió 7.
“No me arrepiento, porque siempre me he dicho y le he dicho también a Eddy: 'Oye, hijo: ¿Qué hubiera pasado si no me hubiera animado a seguir en el boxeo y dejar la carnicería?'... A lo mejor anduviera en el norte trabajando por allá, porque después de todo, ya cuando van creciendo los muchachos y es un solo negocio, no sale para todos. Y pronto encontré la respuesta: Chololo se hizo campeón del mundo y empezó a llegar dinerito en las defensas, ¡ya ganábamos en dólares!".
Construyó su gimnasio
De a poco Reynoso se hizo de dinero, compró un predio y levantó el Gimnasio Juan Magdaleno, donde comenzó cobrando poco a los chicos que se acercaban; y ahí, un día llegó Rigoberto Álvarez, para llevar al más pequeño de la familia para que comenzara a entrenar boxeo de la mejor forma, sin saber lo que surgiría de esa relación con el Canelo.
“Lo primero que hice fue comprar una propiedad donde está ahorita el gimnasio Julián Magdaleno. Ahí hicimos nuestro gimnasio. Ya no tenía la carnicería, solo el gimnasio. Dije, si cobro 10 pesos porque aquí entrenan, ya con eso sale lo del 'chivo'. Pero nos fue bien, hicimos el gimnasio y en ese inter llega Saúl, y Saúl pronto debutó, pronto empezó a ganar bien y ya, bendito sea Dios. Terminaron las carencias, nos empezó a ir muy bien a todos. Mi apuesta fue acertada, pero más que nada porque siempre hemos sido disciplinados en el trabajo.
"Nunca, en lo que yo me acuerdo, no abrí el gimnasio por flojera. Igual la carnicería, a veces me echaba mis traguitos con los amigos de una fiesta y en la carnicería tienes que levantar a las seis de la mañana, te acuestas a las doce y levantarte a las seis todavía medio ‘taralailo’, pero ahí estaba el pie del cañón. Es lo que al final de cuentas te da los resultados”, añadió.
El viaje de mojados
El viaje de ilegales a California quedó en una bonita anécdota para los Reynoso, pues seguido se acuerdan de aquellos días en el supermercado donde intentaban ganarse la vida.
“Sí, cómo no (recordarlo), él (Eddy) mismo lo dice: ‘acuérdese de Gonzalitos’; Gonzalitos era una ciudad allá, en California, donde trabajamos. Estoy agradecido con que nos dieron trabajo allá en una tienda, en la carnicería, entrábamos a las 8 de la mañana y salíamos a las 7 u 8 de la noche. Sí le batallamos, le trabajamos fuerte, pero nunca renegué, al contrario, me daba gusto porque yo escuchaba que otras gentes se iban de mojados y batallaban porque tenían que buscar trabajo. Yo, en cuanto llegaba, al otro día ya tenía el trabajo.
“Ahora me dicen, oye: 'tú pensaste que algún día Saúl iba a llegar'... Digo, no, yo no, la verdad te mentiría si dijera: 'va a ser una superestrella como es hoy'. Pero no me extraña, es para lo que ha trabajado, porque él también ha sido un hombre disciplinado y lo que está cosechando es lo que ha sembrado a través de su carrera. Nada hay de extraño ni es un secreto cuando triunfan, detrás del éxito tiene que haber una historia de sacrificios y de responsabilidad y hacer las cosas bien", remató.