Temporada de frío: así puedes combatir las chinches de forma efectiva
A estos insectos no les agradan las temperaturas bajas, las cuales puedes utilizar en su contra.

La temporada de frío puede convertirse en una aliada importante para el control de las chinches (Cimex lectularius) si se utiliza de forma estratégica. Aunque estos insectos no desaparecen por completo en invierno, las bajas temperaturas pueden ayudar a reducir su actividad, facilitar su detección y potenciar algunas medidas de control.
En primer lugar, el frío afecta el metabolismo y la movilidad de las chinches. A temperaturas bajas, su actividad disminuye: se mueven menos, se reproducen con mayor lentitud y tardan más en alimentarse. Esto no significa que mueran automáticamente, pero sí que se vuelven más vulnerables a acciones de limpieza y tratamiento. Aprovechar este periodo para realizar una inspección minuciosa del hogar es clave, ya que al moverse menos tienden a permanecer ocultas en grietas, colchones, costuras, zócalos y muebles.
Una de las formas más efectivas de usar el frío es mediante la exposición directa a bajas temperaturas. En zonas donde el invierno es intenso, algunos objetos infestados —como ropa, zapatos, mochilas, cojines o pequeños muebles— pueden colocarse en exteriores cerrados (balcones, patios o garajes) durante varios días, siempre que la temperatura se mantenga por debajo de 0 °C. El frío extremo y prolongado puede matar chinches y huevos. Esta técnica es especialmente útil para objetos que no pueden lavarse con agua caliente.
La temporada fría también favorece el uso del lavado térmico complementario. Aunque el frío por sí solo ayuda, combinarlo con calor es aún más eficaz. Lavar ropa de cama, cortinas y prendas a más de 60 °C y luego secarlas a alta temperatura elimina chinches en todas sus etapas. El invierno facilita esta rutina porque solemos lavar y cambiar textiles gruesos con mayor frecuencia.
Además, el frío invita a reordenar y sellar el hogar. Sellar grietas, reparar zócalos sueltos y reducir el desorden disminuye los refugios disponibles para las chinches. Al pasar más tiempo en casa durante el invierno, es más fácil detectar señales tempranas como manchas oscuras, mudas de piel o picaduras recientes.
Finalmente, el invierno es un buen momento para planificar tratamientos profesionales. Al haber menor movimiento de personas y equipaje, se reduce el riesgo de reinfestación tras un tratamiento. Los expertos pueden combinar métodos químicos, térmicos y preventivos con mejores resultados.
En conclusión, aunque el frío no elimina por completo a las chinches, aprovechar la temporada invernal mediante exposición a bajas temperaturas, limpieza profunda, orden y prevención puede marcar una gran diferencia en su control y erradicación.
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