Columna de Juan Pablo Kriki

Malditas maldiciones

Los Chicago Cubs rompieron lo que se conocía como la maldición de la “cabra” que los tenía condenados por más de 100 años al vencer en siete juegos a los Indios de Cleveland en una serie final que pasará a la historia como una de las más emocionantes que se han vivido en la MLB, definiéndose en extra innings.

Para que todo esto sucediera, se necesitó de muchas personas, pero una en especial que ya lleva dos supuestas maldiciones rotas. Estamos hablando del Presidente de Operaciones de Beisbol de los Cubs Theo Epstein que ya lo había hecho anteriormente con los Medias Rojas de Boston con la del “Bambino” y ahora con los Chicago Cubs.

Por supuesto este hombre a partir de ahora se convierte en “Dios”, la persona más buscada y codiciada en las Grandes Ligas, que al conseguir su tope con Boston, buscó otro reto con Chicago para llevarle a los aficionados un ansiado título. Pero Epstein no construyó un equipo campeón, planeó una escuadra que puede hacer época, con uno de los managers más talentosos de la gran carpa como lo es Joe Maddon, un cuadro defensivo espectacular y un bullpen cargado de experiencia, complementado con juventud, y sumado a todo esto, las contrataciones de agentes libres, entre ellos Aroldis Chapman que se los arrebató a los Yankees para ponerle el cerrojo a los partidos.

Todo esto de las maldiciones para mí no existe, lo que sí es el trabajo y la visión a corto, mediano y largo plazo, la capacidad para negociar y manejar el capital humano que es lo más importante de un equipo profesional, saber gestionar las operaciones y el control para poder llevar una empresa a ser ganadora, consolidar una marca y establecer un vínculo comercial y profesional entre la directiva, afición y equipo para que el resultado sea lo más cercano al éxito, que este es la consecuencia de todos los elementos mencionados, mismos que se deben de desarrollar.

Contrario a lo anterior, aquí en nuestro país no sucede lo mismo, las decisiones en los equipos no se toman de la misma manera, ya que las personas que supuestamente deberían de tomarlas, o no están preparadas para hacerlo, o en ellas recaen otro tipo de intereses que están por encima de lo profesional y deportivo, rompiendo con esto la cadena para alcanzar el éxito. Claro, nadie esta exento de fracasar, pero tampoco de no intentarlo, de cometer errores y no descifrar en qué se equivocaron para corregirlos y aprender de ellos, asimilarlos y no volver a cometerlos.
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