‘La valija de Lionel’; la crónica que hizo llorar a Leo y Antonela, dicho por el mismo Messi

En este texto de colección que está por salir en la Revista Orsai, se cuenta la vida del chaval rosarino que llegó muy chico a Barcelona, ese mismo que nunca perdió su identidad.

Lionel Messi, durante los festejos en Buenos Aires | AFP

Hernán Casciari, famoso escritor e historiador argentino, quien gusta de deleitar las pupilas con letras emotivas y relatos por demás llegadores, para esta ocasión se centró en el personaje del momento: Lionel Messi, el flamante Campeón del Mundo con Argentina en Qatar 2022, haciendo una regresión acerca del chaval que llegó a hacer vida a Barcelona hace varios años.

Y es que lo de La Pulga fue cambiar insultos y descalificaciones, por una verbena en Buenos Aires que reunió hasta a cinco millones de personas, y todo por el mentado futbol.

‘Pecho frío’, ‘no sentís la camiseta’, fueron unos de tantos improperios contra el ‘10’ de la albiceleste, y precisamente, Casciari, en su crónica, relata como aquel pibe siempre dejó la maleta junto a la puerta, porque nunca cambió ese nacionalismo que, el último domingo en el Estadio Lusail de Doha, Catar, tras derrotar a Francia en la Final del Mundial, quedó más de manifiesto.

Resumen del texto

Hernán contó de que trata ‘La Valija de Lionel’, de forma resumida, una obra en la que sobre todo toca el tema de los inmigrantes argentinos que decidieron hacer vida en la madre patria, en suelo catalán, y entre los que se destacaba precisamente Leo o Lío, como mejor les guste, de ahí el llanto del protagonista, junto a su inseparable Antonela.

“Los sábados de 2003 por la mañana, TV3 de Cataluña transmitía en directo los partidos de las inferiores del Barça. Y en los chats de argentinos emigrados se repetían dos preguntas: cómo hacer dulce de leche hirviendo, latas de leche condensada, y a qué hora jugaba el chico rosarino de 15 años que hacía goles en todos los partidos”, el tal Messi.

“En la temporada 2003-2004 Lionel jugó 37 partidos y convirtió 35 goles; el rating matutino de la TV catalana, esos sábados, superó al nocturno. Ya se hablaba de ‘aquest nen’ en las peluquerías, en los bares y en las tribunas del Camp Nou”.

Siempre callado, pero muy argentino

De igual forma, describe al astro como un tipo callado, de apenas monosílabos, pero sin perder el acento, ese que distingue a los de su tierra.

“El único que no hablaba era él: en las entrevistas pos partido a todas las preguntas el adolescente las respondía con un «sí», un «no» o un «gracias», y después bajaba la vista. Los argentinos emigrados hubiéramos preferido un charlatán, pero había algo bueno: cuando hilvanaba una frase se comía las eses, y decía ful en lugar de falta. Descubrimos, con alivio, que era de los nuestros, de los que teníamos la valija sin guardar.

“Había dos clases de inmigrantes: los que guardaban la valija en el ropero ni bien llegaban a España, decían «vale», «tío» y «hostias». Y los que teníamos la valija sin guardar manteníamos las costumbres, como por ejemplo el mate o el yeísmo. Decíamos yuvia, decíamos caye”, y eso jamás lo perdió Lionel, a pesar de las voces insistentes.

“Empezó a pasar el tiempo. Messi se convirtió en el ‘10’ indiscutido del Barça. Llegaron las Ligas, las Copas del Rey y las Champions. Y tanto él como nosotros, los inmigrantes, supimos que el acento era lo más difícil de mantener.

“A todos nos costaba mucho seguir diciendo gambeta en vez de regate, pero al mismo tiempo sabíamos que era nuestra trinchera final. Y Messi fue nuestro líder en esa batalla. El chico aquel que no hablaba, nos mantenía viva la forma de hablar”.


Con la bandera en alto

El cerebro de la escuadra che y de los culés, siempre ondeó a la patria, y en esta pieza igual el autor hace énfasis a esa pinta que siempre mantuvo.

“Su bandera argentina en los festejos de cada Copa Europea. Su desplante cuando fue a los Juegos Olímpicos a ganar el oro para Argentina sin permiso de su club. Sus Navidades siempre en Rosario, a pesar de que tenía que jugar en enero en el Camp Nou. Todo lo que hacía era un guiño para nosotros, para los que, en el año 2000, habíamos llegado con él a Barcelona.

“Es difícil explicar cuánto nos alegró la vida a los que vivíamos lejos de casa. Cómo nos sacó del hastío de una sociedad monótona y nos justificó. De qué manera nos ayudó a no perder la brújula. Messi nos hizo felices de una forma tan serena, y tan natural, y tan nuestra, que cuando empezaron a llegar los insultos desde Argentina no lo podíamos entender”, asevera.

Messi lloró junto a Antonela


Su hijo, Enzo Fernández, motores

‘Solamente te importa la plata’. ‘Quedáte allá’. ‘Sos gallego, no argentino’. ‘Si alguna vez renunciaste, pensálo otra vez’. ‘Mercenario’, más insultos.

Pero igual recuerda aquel duro cuestionamiento, y también al chaval que lo hizo desistirse de renunciar a su selección, y con el que compartió la gloria en Qatar 2022.

“Ni dolor más insoportable que oír, en la voz de tu hijo, la frase que escuchó Messi de su hijo Thiago: «Papá, ¿por qué te matan en Argentina?». Por eso la renuncia de Messi en 2016 fue casi un alivio para nosotros, los inmigrantes. No podíamos verlo sufrir así, porque sabíamos cuánto amaba a su país y los esfuerzos que hacía para no romper el cordón umbilical.

“Ahí ocurre, creo yo, el hecho más insólito del futbol moderno: la tarde de 2016 en que Lionel se cansó de los insultos y decidió renunciar, un chico de 15 años le escribió una carta por Facebook que terminaba diciendo: «Pensá en quedarte. Pero quedate para divertirte, que es lo que esta gente te quiere quitar». Siete años después, Enzo Fernández, quien rubricó aquella carta, resultó el jugador revelación del Mundial de Lionel Messi.

“Y ayer, como cada año, Messi volvió de Europa para pasar la Navidad con su familia en Rosario, para saludar a sus vecinos. Sus costumbres no cambian. Lo único que cambia es lo que nos trajo en la valija, la Copa del Mundo”.


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