Pablo Escobar le 'compró' una Copa Libertadores a Atlético Nacional

Recordamos la historia de su incursión de Pablo Escobar en el Futbol, su pasión por Nacional y su injerencia en la Libertadores del 89.

Pablo Escobar y el día que le 'compró' una Copa Libertadores a Nacional

Pablo Emilio Escobar Gaviría, un nombre más que reconocido en el mundo; uno de los capos del narcotráfico más recordados de la historia y que tenía una gran pasión por el Futbol.

Pablo combinaba a la par todos sus actos delictivos con el amor que le tenía a Atlético Nacional, que en los 80s era un equipo más en Sudamérica, pero que con la ayuda del capo, pronto tomaría relevancia mundial.

En 1989, el Verde, de la mano del mítico Pacho Maturana estaba teniendo una Copa de ensueño, solo había perdido un juego de grupos ante Millonarios, pero después le pasó encima a todos sus rivales, se convirtió en un equipo sólido y que no era necesario cualquier tipo de ayuda para consolidar su gran torneo.

Pero para Escobar, el buen futbol de su equipo no era suficiente. Ya con él en el trono de la delincuencia en Medellín y en toda Colombia, su injerencia en el balompié era prácticamente inminente. En el deporte, Pablo encontró una vía rápida, fácil y redituable para lavar su dinero ilícito y de paso disfrutar de su más gran de pasión.


LAS CORONAS EN EL VESTIDOR

Llegó la semana de las Semis, la más importante en la historia del Club; era la semifinal de vuelta ante Danubio y luego de empatar a cero en Montevideo, tocaba la revancha en el Atanasio. La terna arbitral era argentina y llegaron a Medellín una tarde antes.

La recomendación que se les hizo fue no salir del hotel, la gente ya estaba loca y ebria esperando el partido y si los llegaban a reconocer, podrían tener problemas. Pero aquello, lejos de ser una petición amigable, terminó siendo una artimaña del cártel de Escobar.

Al estar prácticamente atrincherados en sus habitaciones, Carlos Espósito, Abel Gnecco y Juan Bava recibieron una visita inesperada.

Un comando de 5 personas con armas largas irrumpieron en uno de los cuartos, con tres maletines con 50 mil dólares cada uno.

"Quietos, quietos todos. Escuchen bien, hay 50.000 dólares para cada uno, tiene que ganar Nacional, ¿escucharon bien?, estamos cumpliendo una orden. Ustedes tienen un precio aquí, otro en la Argentina o donde quieran que se vayan. Las cabezas de ustedes tienen un precio, ¿me entienden bien? Tiene que ganar Nacional", dijo uno de los sicarios, contó alguna vez Espósito sobre aquella noche.

La terna arbitral llena de medio, salió a pitar la vuelta de la semifinal, pero al llegar a su vestuario se encontraron con tres coronas fúnebres, el último mensaje de Pablo Emilio . Horas más tarde, el partido terminó en goleada 6-0 y el pase a la serie por la Copa para Nacional.

El título continental de un equipo de Medellín distraería a las masas, situación que el narcotraficante aprovecharía para seguir agrandando su reinado, por lo que muchos historiadores y expertos de política y narcotráfico catalogan a esa copa como 'El último regalo de Escobar'.


LA FINAL

Olimpia era el rival y la ida la había ganado 2-0 en el Defensores del Chaco. Después de ello, en Medellín pasaron un sin fin de atentados, muertes y ataques a dependencias de Gobierno, medios de comunicación y personajes de la vida política y cultural de Colombia. Era obvio que la vuelta de la Final no se podría jugar allí.

La Conmebol y ambos equipos llegaron a un acuerdo. El gran juego sería en Bogotá. Olimpia llegó a Colombia y se instaló en Cali, sede de otro gran cartel de drogas y que tenían a Pablo Escobar y su banda como rivales.

Versiones indican que sicarios de Cali brindaron todas las facilidades, financiaron el hospedaje y demás lujos que tuvo el club paraguayo en esos días, todo con tal de ver a Medellín y a Pablo hundidos.

La terna arbitral para el partido de nuevo fue argentina. Juan Carlos Loustau, Jorge Romero y Francisco Lamolina, que ya habían sido advertidos por las tres victimas anteriores que pitaron la semifinal, sobre el poderío del cartel de Medellín.

Una vez más, una noche antes, ya no fue un comando, sino una sola persona quien llegó hasta la mesa donde comían los referees, dejó un maletín en el piso y se abrió su chaqueta, mostrando dos armas y avisando: "Tiene que ganar Nacional". Lostau no iba a dejar corromperse y golpeó a aquél hombre, que fue detenido en el lugar.

Los Árbitros se reunieron con Conmebol y aseguraron que no había condiciones de seguridad aptas para jugar el partido; sin embargo, ante tanta tensión en Colombia, a final de cuentas decidieron que no jugar el encuentro resultaría peor, por lo que el partido se llevó a cabo.

Con un rosario en la mano (Literal) Laustau salió a pitar el encuentro, que Nacional empataría en el global, sin ningún tipo de ayuda arbitral pero que aún así se tendrían que definir la Copa en tiros de penal.


En total fueron 19 tiros desde los 11 pasos, para que el Verde de la Montaña se quedara con la Copa Libertadores y evitando así una tragedia más en el deporte por las amenazas de Escobar.

Pero el capo tendría una última sorpresa para los silbantes. Ya de regreso al hotel, Laustau que había viajado solo, fue interceptado por 4 hombres armados, los cuales lo llevaron a un terreno lejano y solo, en donde lo bajaron del taxi en el que iba y le apuntaron mientras se arrodillaba en el piso.

"Tú no cumpliste lo pactado. Te ofrecimos un maletín con el dinero y lo dejaste. No entendiste el mensaje". 

Lo dejaron a 8 kilómetros de la civilización y huyeron. El árbitro caminó horas para poder encontrar ayuda, regresó a su hotel y emprendió el viaje de regreso y nunca más volvió a Colombia.






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