El día que el Perro Aguayo padre estuvo cerca de morir en el ring

Un golpe con un tensor y un posterior martinete del Villano III lo pusieron al borde de la muerte a uno de los gladiadores más grandes en México.

El Perro Aguayo estuvo cerca de morir el 3 de mayo de 1987.

Pedro Aguayo Damián, mejor conocido como el Perro Aguayo, es uno de los gladiadores más violentos en la historia de la lucha libre mexicana, agresivo como pocos, pero siempre entregado con el fin de satisfacer al público que pagó su boleto, característica que puso en riesgo su vida en múltiples ocasiones. 

Sin embargo, tal vez la ocasión que más inquietó a la fanaticada fue el 3 de mayo de 1987, fecha en la que se animó a poner en juego su título de campeón mundial semicompleto de la WWF, el cual había ganado en Japón hacía seis años. Enfrente estaba el Villano III, otro de los gigantes del pancracio nacional. 

Al calor de las acciones, ya en la segunda caída, Aguayo se golpeó la frente con un tensor, lo cual hizo que empezara a sangrar de forma profunda. El Pantera Rosa no se dio cuenta de la gravedad del golpe, siguió con sus castigos e incluso le aplicó un martinete, llave que entonces no estaba prohibida, para quedarse con el episodio y agravar la situación.

No hubo tercera caída

Aguayo estaba fuera de sí y completamente bañado en sangre, aunque quería seguir la lucha, según relata prensa de la época, algo que encontró objeción en su oponente y en el réferi. El Villano se dio cuenta de la gravedad, algo que se confirmó con el desmayo que sufrió su oponente instantes después. 

"¡Déjenme seguir!", gritó el gladiador zacatecano de acuerdo a una crónica publicada por la revista Espectacular en su número 26, aunque su súplica no fue atendida. 

El Perro, apoyado incluso con el integrante de la Dinastía Imperial, de inmediato fue trasladado a los vestidores donde se le suministró suero para después ser trasladado a un hospital cercano. La muerte amenazaba y se tenía que actuar

“El luchador todopoderoso de pronto se convirtió en una víctima de las circunstancias. Cayó herido de muerte. Y nunca la expresión pudo ser más certera. Herido de muerte, señores…”, añadió el cronista Fernando Gómez Arias, previo a señalar que gracias a los doctores el Perro siguió con vida y no murió en el ring.



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