Octagón debutó con el América a finales de los 70: ‘Era un delantero del corte de Borja’

El Amo de Los Ocho Ángulos comparte a Sin Máscaras que pudo jugar al lado de sus ídolos: el mismo Enrique Borja y Carlos Reinoso, aunque al final se decantó por la lucha libre.

Octagón, en el Nido de Coapa, recordando viejos tiempos

Hacer suertes con un balón, tirarse gambetas, reventar las redes, en su momento puede ser el sueño de cualquier joven mortal con aires de grandeza, hablando del profesionalismo, de los reflectores apuntando desde lo alto, aunque dirían por ahí, de pronto igual pueden aparecerse los ‘asegunes’.

Octagón, el luchador que fue parte del nuevo boom de la lucha libre, ese que se apareció en la década de los 90, inyectándole nuevos bríos a un deporte tan arraigado en México, antes de ponerse la máscara y convertirse en uno de los estetas más icónicos del circuito, probó dando igual patadas, pero a una que le llaman la caprichosa.

Historia opuesta, sui géneris, hasta pareciera fuera de la realidad, porque los sueños del joven veracruzano, cuando parecían consumarse, dieron un vuelco, y no por una lesión en la rodilla, sino más bien porque el palpitar de su corazón no iba acorde con lo que siempre se imaginó cuando decidió adoptar al esférico como el acompañante en su ruta.

Ni siquiera el jugar al lado de las figuras de moda y probar el balompié de alcurnia, le pareció llenador o una actividad que pudiera cumplir con esos anhelos de cualquier chamaco que se ilusiona. Increíble, pero cierto.

¿Cómo es que llega Octa al América?

El esteta, que fue de los primeros que combinó los costalazos con las artes marciales, revela en charla con Sin Máscaras que antes de ser el personaje que hoy porta con mucho orgullo, pudo engrosar al América, al milloneta, a ese cremoso que a más de uno puede crearle antipatías.

“Estaba estudiando, soy de Veracruz, Veracruz, y mi mamá nos llevó a vivir a Jalapa a la casa de mis abuelos, y en el 77 me vine a probar en el América aquí en el Nido Águila, y con la gente que me tocó jugar fue con Carlos Reinoso, Enrique Borja, El Pichojos Pérez (Mario), el Campeón Hernández (Guillermo), el Pajarito Cortés (Prudencio), estaba el Siete Pulmones (Pedro Nájera), Rafael Puente, con ellos vine a hacer mi examen, de mil 500 quedamos diez, y de diez quedamos cinco, nos metieron a jugar en Segunda División y después a un partido a Primera División”.

¿Por qué no hizo carrera en el futbol?

Frontal, directo como buen veracruzano, Octa, en modo neta, comparte que, al final, entendió que el pambol no era su camino, y no por falta de talento, aclara, sino más bien porque la emoción fue apenas efímera, porque pudo jugar con las estrellas que ya seguía, pero nada más.

“Me di cuenta que no era lo que estaba buscando, yo aseguraba que iba a ser famoso en el futbol, pero no era lo que quería, jugaba de centro delantero, era goleador como Borja, le tiraba con el pie, y las metía con la rodilla, pero anotaba; entonces ya de ahí me regresé a terminar de estudiar y fue cuando me metí a Pemex y llegó Radamés.
Creo que sí era bueno, estuve esperando esa oportunidad, y cuando me llegó la carta de que podía probarme en el América, me vine a la Ciudad de México, estuve durante una semana de prueba, de entrenamiento, y todo, y cuando se dio la oportunidad de que me metieron a jugar, no era lo que había soñado, no me llenó el estar ahí y regresé para terminar mi escuela”.

¿Le pidieron dinero para debutar en Primera?

Mito, realidad, una práctica común, tal vez hasta recurrente, según cuentan varios chicos que intentaron ser parte de entorno futbolero de paga, en el caso del hoy gladiador, asegura que jamás alguien le pidió una ‘mochada’ para ascender al equipo estelar americanista, aunque sí llegó a escuchar que a compañeros les hicieron la propuesta.

No me pasó a mí, pero sí lo vi, y además la verdad no tenía dinero, si a mí me hubieran pedido esa cantidad, no lo pagaba con nada, eran cantidades fuertes, y sí se las pidieron a algunos compañeros que estuvieron conmigo; no sé a qué nivel, pero recuerdo bien a Panchito (Hernández), era quien hacía las visorías, iba mucho al Torneo de los Barrios, y de ahí salieron muchos jugadores como Cristóbal Ortega, había muchas formas de poder sobresalir, pero no había lana”.

Incluso, revela que del grupo de chavos que logró quedarse al final en el conjunto capitalino, ninguno pudo consagrarse en el Máximo Circuito, aunque en su caso, fue porque decidió desechar aquella opción de ser figura en el nicho.

“Ninguno de los que logramos pasar todos los filtros hizo carrera en el futbol, pero sí nos dieron la oportunidad de jugar con esos señorotes, pero no era lo que buscaba”.

El gusto nadie se lo quita

Finalmente, y respecto a este pasaje con el cuadro citadino, acepta que palpar el talento y ser parte de las prácticas y de un cotejo con algunas estrellas del Ame, es una experiencia que le marcó, igual pensando en buscar trascender, aunque al final fue en una disciplina totalmente al revés.

“Siempre he dicho que debemos de tener un ídolo, y los míos eran Carlos Reinoso y Enrique Borja; aunque el Pajarito Cortés no era la maravilla del mundo, pero jugar con tus ídolos, eso habla de que tú puedes llegar a hacer algo, si tú te fijas una meta, ‘quiero ser como Reinoso’, y tú te lo pones como ejemplo, para ti va a ser más fácil llegar a esa meta, porque tú quieres ser como la persona que estás idolatrando”.

Y nace Octagón…

Ya con un trabajo formal, pero siempre añorando querer ser alguien importante, se vino el capítulo luchón, y lo mejor que pudo pasarle, porque encontrando esa esencia y con el gusto de estar arriba de un cuadrilátero, pudo llegar a tocar el cielo, y ahora mismo ser parte de una baraja romántica, enlistada entre los precursores del revivir de la lucha libre.

“Trabajaba en Pemex y llegó a trabajar conmigo una persona que se llama Radamés Coccó Masakre, él fue mi mentor, el que me llevó con el señor Raúl Reyes a la Arena Apatlaco, entrené tres años todos los días hasta poder debutar; el señor Reyes me dijo: ‘te voy a debutar’, y lo hice con el nombre de Dragón Dorado, con ese personaje estuve unos cuatro o cinco meses, y después me cambié el nombre a la Amenaza Elegante, que era el pseudónimo de uno de los comics de acción que era muy conocido, Fantomas; con ese personaje estuve siete años, y después, viendo la película de Chuck Norris, ‘The Octagon’, de ahí saqué el nombre de Octagón y debuté en 1989, el 30 de mayo, en la Arena Pista Revolución, y desde esa fecha, hasta hoy, cumplo 33 años como Octagón”.

¿Qué es Sin Máscaras?

Sin Máscaras es un programa dedicado a la lucha libre, un deporte icónico de la gran nación mexicana. La tradición del pancracio es contada por los protagonistas, con entrevistas en las que puedes conocer más de tu luchador favorito. Esta emisión la puedes seguir en las plataformas digitales de Multimedios; una pieza en la que participan en sinergia Milenio La Afición y mediotiempo, la propiedad deportiva digital número uno de México.

Sin Máscaras | Skadi


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