'¿Qué se siente robar el oxígeno a lo demás?': Pagano sufrió el deprecio de una maestra que lo llevó a la calle

El chihuahuense hoy es una de las estrellas del deporte de los costalazos, aunque en su momento

Pagano hoy es estrella de la lucha libre mexicana. (Foto: @luchalibreaaa)

Hoy convertido en un fenómeno de taquilla, Pagano agradece haberse adentrado en la lucha libre, disciplina que no sólo le dio de comer, sino que también le ayudó a sobrellevar algunos malas vivencias, algunas de ellas tan crudas que al día de hoy le cuesta trabajo entender. 

Nacido en Ciudad Juárez, el 7 de febrero de 1986, José Julio Pacheco Hernández, su nombre de pila, empezó a lidiar con las complejidades desde pequeño al sufrir bullying, aunque lo más duro se dio cuando se cruzó con una profesora que no confiaba en él y que casi acabó con su confianza.

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"Yo quería hacer algo en la escuela, hay un momento en el que la maestra me dice: 'Oye, te voy a hacer una pregunta, ¿qué se siente robar el oxigeno a lo demás?'. En ese momento yo ya no podía estar, me voy de la escuela muy decepcionado, no quería irme, recuerdo bien el día que lo hice, (también) me voy de la casa, me voy a la calle", recordó para Esto es Lucha

La lucha libre llegó a su vida en pleno

Si bien de pequeño encontró en el deporte de los costalazos una forma de salir de ese mundo de pesadilla, no fue hasta su juventud cuando decidió empezar a entrenarlo, aunque sólo como un escaparate, sin pensar en lo que podría darse. 

Para su bien, sería una decisión acertada, pues ahí encontró la motivación que no había experimentado de parte de ninguna persona hasta entonces, una que lo llevó a esforzarse hasta alcanzar su sueño.

"Al otro día empiezo a buscar un gimnasio para entrenar y en algún momento me dice una persona de ahí: 'Oye, muchacho, cuando debutes cómo te vas a llamar?' Y yo: '¿Cuando debute? ¡Ah, caray, es la primera vez que alguien cree en mí!, ¿a poco puedo ser luchador?'. Nadie me dijo 'estás desperdiciando oxígeno, no sirves para esto', de la forma más noble me decía: '¡échale güero, échale, échale!'". ​

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