Columna de Carlos Calderón

La esperanza, Túnez 77

Siguiendo un gran proceso que arrancó en 1975 con la Selección Amateur, en 1977 México trataba de consolidar el futbol de sus jóvenes para tratar -ahora sí- de lograr un triunfo en un torneo avalado por la FIFA.

Se jugaba el I Mundial Juvenil a realizarse en un país con un futbol poco avanzado: Túnez.

Una escuadra comandada por una vieja gloria del futbol, Horacio Casarín, y por un ex jugador eficiente y disciplinado, Alfonso "El Pescado" Portugal, trataría de lograr cuando menos lo realizado en Cannes 1975.

El equipo en los que brillarían nombres en ese tiempo poco conocidos: Lucano, García, López Zarza, Eduardo Moses, Agustín Manzo, J. Ambriz, Dávalos, Alvarez, Mena, Mora, Sergio Rubio, Eduardo Rergis, Luis Plascencia, Cosío, J.L. Flores, H. Rodríguez y Mario Paredes, tratarían de darle a México lo que los profesionales no podían: un lugar destacado en el concierto mundial del futbol.

Las cosas empezaron bien. Se le ganó al país sede por seis goles contra uno. Se empató con España y Francia a un gol pasando a la segunda ronda que era el de Semifinales.

El gran favorito del torneo era Brasil, y frente a ellos nos toca jugar. A México no se le dan muchas esperanzas, pero nuestro país hizo lo increíble, ganarle al conjunto carioca en tanda de penales seis goles a cinco, convirtiéndose el portero en héroe al detener un potente tiro.

El encuentro final sería en contra de los sorprendentes sovieticos que traían un equipo bien balanceadoo en sus líneas, con una gran defensa y una estupenda delantera que arrancaba sus ataques a través de sus medios rápidos y habilidosos. Una vez más nos tocaba una final en contra de un cuadro socialista.

Los fanáticos mexicanos, aún sin creer que México disputaba una Final, estaban atentos al televisor. El partido comenzó flojo y fue mejorando mientras los minutos avanzaban. El primer tiempo terminó con empate a cero, mismo que recordaba la inauguración del Mundial México 70 entre ambas escuadras y que terminó con idéntico marcador.

El segundo tiempo más animado, mostraba a un México que se estrellaba una y otra vez contra la recia defensiva rusa. Los soviéticos anotaron por medio de Bessonov, quien en una descolgada burló a Leonardo Álvarez y adelantó a Rergis, fusilando a Paredes que nada pudo hacer para detener el obús.

Garduño empataría el marcador al cobrar una falta con fuerza y colocación.

Los soviéticos nuevamente por conducto de Bessonov, ampliarían el marcador. La defensiva soviética, entonces cerró sus filas. Se mostró defensiva y cauta, tratando solamente de conservar el resultado.

México, trató de abrir por medio de sus rápidos extremos que lanzaron una y otra vez al eje de ataque Agustín Manzo, quien por fin con un magnífico gol, empataba el marcador. El encuentro terminaba empatado y se jugaron dos tiempos extra de veinte minutos cada uno. Al término de estos, el partido seguía empatado. Se llegó a los fatídicos tiros penales, que tantas amarguras han causado al futbol mexicano. Ahí terminaría todo. La URSS clavaría 9 goles mientras los mexicanos uno menos.

México cobró bien los tiros. Un exceso arbitral, influiría en el resultado. Cuando nuestro país iba arriba en los cobros de los penales, el árbitro francés ordenó la repetición de uno de los tiros fallado por los rusos y cuando en realidad había sido bien detenido por Paredes, quien permaneció estático en su lugar desviando hasta el último momento. México, desmoralizado fallaría el último tiro realizado por Garduño, al que le faltó fuerza.

Al final, el resultado mostraba un triunfo de 11-10 a favor de la Unión Soviética, pero México, subcampeón mundial, sería señalado por la prensa europea como "El Campeón sin corona".

Tuvieron que pasar 28 años para que nuevamente México llegara a una Final con los juveniles. En el 2005, con la Sub-17 comandada por Jesús Ramírez se repetía la hazaña, aunque ahora sí, México ganaría el título, por eso se disfrutaría aún más, pero esa es otra historia.

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