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Tu cerebro pudo envejecer gracias a la pandemia de COVID-19, incluso si nunca tuviste el virus

Estudios demuestran que los efectos de la crisis sanitaria también tuvieron impacto en personas que no se contagiaron con el virus.

La pandemia de COVID-19 y sus efectos en la salud cerebral de las personas: estudio revela los impactos de la crisis sanitaria. (FOTO): Especial.
La pandemia de COVID-19 y sus efectos en la salud cerebral de las personas: estudio revela los impactos de la crisis sanitaria. (FOTO): Especial.
Mediotiempo IA
Ciudad de México

Un reciente estudio revela que el estrés, el aislamiento social y la incertidumbre vividos durante la pandemia de COVID-19 han provocado un envejecimiento cerebral acelerado en la población, estimado en un promedio de 5.5 meses.

Este fenómeno se ha observado incluso en personas que no contrajeron el virus, destacando el profundo impacto del entorno pandémico en la salud neurológica. Una investigación liderada por la Universidad de Nottingham y publicada en Nature Communications ha arrojado luz sobre las secuelas silenciosas de la crisis sanitaria global.

Analizando imágenes de resonancia magnética de casi mil individuos antes y después de la pandemia, los científicos detectaron cambios estructurales significativos en el cerebro que indican un envejecimiento prematuro.

¿Qué factores influyeron más allá del virus?

El estudio subraya que no solo la infección directa por SARS-CoV-2 afecta la salud cerebral. Factores como el aislamiento social prolongado, el estrés crónico, la ansiedad y la inseguridad económica y sanitaria son suficientes para explicar este envejecimiento acelerado.

COVID-19 y sus efectos en la salud neuronal de las personas. (FOTO: Reuters)

Investigaciones previas ya habían establecido una conexión entre el aislamiento y la soledad con cambios estructurales y funcionales en el cerebro. La pandemia, por tanto, actuó como un catalizador de estos procesos degenerativos.

"Este estudio nos recuerda que la salud cerebral se ve afectada no solo por la enfermedad, sino también por nuestro entorno cotidiano", afirmó Dorothee Auer, profesora de Neuroimagen y autora principal del estudio.

Impacto diferencial en la población 

Los efectos del envejecimiento cerebral acelerado no fueron uniformes en toda la población. El estudio identificó que los hombres y las personas de entornos socioeconómicos más desfavorecidos fueron los grupos más afectados. Esta disparidad subraya cómo la pandemia ha exacerbado las desigualdades sanitarias y socioeconómicas preexistentes.

Deterioro cognitivo en pacientes con COVID-19

Si bien el envejecimiento estructural del cerebro se observó en la población general, el deterioro de las funciones cognitivas, como la flexibilidad mental y la velocidad de procesamiento, se asoció de manera más específica con aquellos que sí se infectaron con el virus del COVID-19.

Este hallazgo se alinea con el conocido fenómeno de la "niebla mental" post-COVID, un síndrome que afecta a un número considerable de pacientes recuperados. Los síntomas incluyen:

  • Pérdida de memoria
  • Dificultad para concentrarse y encontrar las palabras adecuadas
  • Sensación general de lentitud mental.

Los científicos creen que esta "niebla" podría deberse a la respuesta inmunitaria del cuerpo al virus, que puede liberar moléculas que afectan al sistema nervioso.

Estudio comparte cómo la pandemia COVID-19 provocó un envejecimiento cerebral en diversas personas. (FOTO): Especial.

¿Son reversibles estos efectos?

Una de las preguntas clave que plantea la investigación es si estos cambios cerebrales son permanentes. Los autores del estudio señalan que, aunque no pueden determinar la duración de estos efectos con los datos actuales, existe la posibilidad de que sean, al menos parcialmente, reversibles.

Actividades como el ejercicio, la socialización y el aprendizaje de nuevas habilidades pueden ayudar a estimular la plasticidad cerebral y potencialmente revertir parte del daño.

En conclusión, la pandemia de COVID-19 ha dejado una huella en nuestra salud cerebral que va más allá de la infección viral directa. El estrés y el aislamiento han acelerado el reloj biológico de nuestro cerebro, un recordatorio de la profunda conexión entre nuestro bienestar mental, nuestro entorno social y nuestra salud neurológica.











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